Ernesto Arturo Ueltschi (1/4/1922 – 5/7/2014) – In memoriam. Documento homenaje de la Fundación Frondizi.
Hace un año nos dejaba Tito Ueltschi, a los 92 años, tras una fecunda trayectoria pública de las que realmente vale la pena tener registro y recuerdo. Fue uno los amigos que convocaron y crearon la Fundación Centro de Estudios Presidente Arturo Frondizi y esta institución, que se benefició con su capacidad organizativa y su calidad humana, adhiere al acto con que se lo homenajea con toda justificación.
Desde muy joven mostró una gran vocación y formidable energía de trabajo por el bien común en su San Rafael natal. Recibido como maestro normal nacional (1939) en épocas en que esto definía en sí mismo una actitud básica de servicio, muy pronto estuvo plenamente comprometido con la más activa militancia política. Al punto que fue electo diputado provincial representando al radicalismo cuando aún no había terminado su servicio militar.
El radicalismo en los años treinta era el partido de contenido más popular, que enfrentaba a los conservadores y reclamaba como bandera esencial la pureza del sufragio. Ernesto Ueltschi, descendiente de una familia de inmigrantes suizos muy acriollada, era una joven promesa del partido de Alem en la orientación que en el orden nacional adhirió a la corriente yrigoyenista que cristalizó en la intransigencia.
Esa adscripción política no lo distrajo de su formación. Estudió abogacía en la Universidad Nacional de La Plata, obteniendo su título en 1944. De allí siguieron los años de la profesión, la constitución de una familia con la recordada Tana, Zulema Lasa, la entrañable compañera cordobesa con la que tendrían tres hijos y ellos les darían a su vez numerosos nietos.
Ernesto Ueltschi tenía el carisma de los conductores. Desde su bien parecida figura física y la fuerza de su oratoria, con voz acrisolada, surgía la atracción que lo convirtió en un líder desde los comienzos, en pugna con los jefes radicales mendocinos que lo apreciaban y al mismo tiempo lo contenían junto con sus amigos que cuestionaban su autoridad tradicional y se hacían notar incluso fuera de la provincia por su inteligencia y preparación, ya desde La Plata donde con el grupo de comprovincianos que estudiaban allí luego serían personalidades destacadas en diversas especialidades profesionales.
Brilló Ueltschi como legislador y con toda naturalidad fue convencional constituyente en 1957 para disputar luego en la UCRI la candidatura a gobernador, nada menos que contra Alfredo Vítolo, que encarnaba toda leyenda en el radicalismo. Gracias a que Ueltschi le ganó es interna, Vítolo quedó disponible para sumarse al elenco de los funcionarios del gobierno nacional y fue un brillante ministro del Interior.
El 23 de febrero de 1958 Ueltschi fue ungido gobernador de Mendoza, como Frondizi para la primera magistratura de la Nación y toda una pléyade de mandatarios que se destacaron en sus gestiones provinciales por ser innovadores, abiertos a cambios que el país requería de manera ostensible y muchos todavía negaban, atados a sus intereses o prejuicios. El compañero de fórmula, Pedro Lucas Luja, condujo el Senado y cumplió con creces sus funciones institucionales. Otro sanrafaelino, Rodolfo Calvo, presidió la Cámara de Diputados.
El mandato gubernamental de Ernesto Ueltschi duró tres años, como lo prescribía entonces la Constitución de Mendoza, y por ello fue el único de los mandatarios elegidos en 1958 que lo cumplió, porque sus colegas fueron derrocados con el golpe contra Frondizi, antes de que se completaran sus respectivos periodos. No por breve, ese paso por la primera magistratura provincial fue menos fecundo.
En forma muy coordinada y coherente con la política nacional, la gestión de Ueltschi (1958-1961) se destaca por medidas trascendentes. A pesar de una estrechez crónica en las finanzas públicas, envió a la Legislatura una ley clave, estableciendo que los ingresos por regalías petroleras sólo podían gastarse en tareas de infraestructura, plasmada en caminos y obras hídricas y eléctricas, puesto que se trataba de recursos no renovables cuyos réditos debían quedar como obras perdurables.
Antes, según relató en su libro de memorias Remontando el olvido (2004) reclamó al Presidente de la Nación, con quien estaba consustanciado, que la ley de hidrocarburos reconociese en las regalías el dominio provincial de este recurso estratégico, pues adhería a la política nacional condensada en la Batalla del Petróleo, pero no olvidaba que era el representante de una entidad histórica y jurídica con su propia Constitución.
Creó la carrera hospitalaria para los profesionales de la salud, tanto en los centros de alta complejidad como en las zonas rurales y promulgó el Estatuto del Docente, con pensiones y jubilaciones móviles para quienes se habían desempeñado en esa función clave para la mejora social permanente. También constituyó el Banco de Previsión Social de Mendoza, dotándolo para cumplir su cometido con los recursos que brindaban tanto el Casino como la Lotería Provincial.
Toda la obra del gobierno de Ueltschi tuvo esa impronta modernizadora, pero debió enfrentarse a una oposición muy enconada que hacía de cada avance un motivo de denuncia y un escándalo. La incomprensión sobre la importancia de los cambios que se hacían llevó a un resultado electoral adverso en 1961, donde resultó electo el Ing. Francisco Gabrielli, de quien Ueltschi obtuvo la garantía de que las decisiones más trascendentes de su gobierno serían mantenidas, como fue el caso del instituto superior de formación universitaria que instaló en San Rafael para preparar profesionales en la industria alimentaria, que hoy es una facultad integrada a la Universidad Nacional de Cuyo.
Luego de ejercer el gobierno, Ernesto Ueltschi se mantuvo muy activo, tanto en la política como en la gestión empresarial, pues se desempeñó como miembro del directorio de Carbometal y asesoró y contribuyó a crear empresas en el sector exportador frutícola.
También fue docente en diversas oportunidades. En la Facultad San Francisco de la Universidad Católica Argentina, con sede en Mendoza y orientación por estudios económicos y contables, dictó una materia que le era muy apreciada: Estructura de la Economía Argentina y Mundial.
Nunca abandonó la política, aún cuando su desempeño en otros ámbitos le reclamara más tiempo y teniendo en cuenta que era permanentemente buscado como persona de consulta por gobernantes y empresarios. El último homenaje que se le hizo en San Rafael, un año antes de su desaparición física, contó con la presencia de dos ex gobernadores (José Octavio Bordón y Julio Cobos) y ex intendentes con presencia nacional como Ernesto Sanz y Omar Félix y numerosos amigos que le expresaron su afecto y admiración. Muchos recordaban la fogosa oratoria que lo caracterizó como legislador y gobernante. Una muestra de ella exhibió con generosidad acompañando al Frejuli en 1973, que no contaba con otras figuras descollates que entusiasmaran a los auditorios ávidos de cambios.
Estuvo antes entre los fundadores del MID, partido en el que ocupó diversos cargos incluyendo la secretaría general el Comité Nacional. Toda su trayectoria está signada por la coherencia y lealtad al ideario desarrollista en el que se condensó el compromiso nacional que lo había llevado a militar desde muy joven en el radicalismo. Así lo demostró en el gobierno, en la cátedra, en la gestión empresarial y siempre con un modo de vida digno, ejemplar, del que están legítimamente orgullosos sus amigos y descendientes.
Además de las “vivencias de un mendocino memorioso”, como subtituló la obra mencionada (Remontando el olvido) publicó otro libro en 2006, Abrazando el recuerdo, que dedicó a temas más intimistas y como muestrario de su humor, inteligencia y picardía, características que lo acompañaron toda su existencia, refiriéndose sobre todo a familiares, amigos, y personajes que trató en su juventud, en inolvidables excursiones de caza, en reuniones sociales y en episodios insólitos, constituyendo un formidable mosaico de memorias que no se fueron con él, pues las pudo trasladar al papel.
Un hombre público que supo preservar el ámbito de lo privado para los afectos más cercanos, un ejemplo de militancia y de gobernante probo y competente. Ernesto Ueltschi fue una persona de bien que tiene asegurado su notable lugar en la historia provincial y nacional.
Discurso homenaje al Dr. Ernesto Arturo Ueltschi, pronunciado por el Profesor Antonio Salonia en el Club del Progreso el 6 de julio 2015
Debo procurar mantenerme fuerte en el ánimo, no entregarme demasiado a la emoción, decir lo que tengo que decir muy de pie, como si fuera posible la objetividad y el vuelto alto. Debo procurarlo. Porque hablar de Ernesto Arturo Ueltschi a un año de su muerte es para mí durísimo; es durísimo que se nos haya muerto y que no lo tengamos aquí para celebrar los días compartidos, los tránsitos fecundos y la amistad, para revivir la calidez de los afectos, las inquietudes políticas, las esperanzas de un país mejor, de un mundo mejor. Es triste que nos reunamos sólo para recordarlo y quererlo a la distancia, sin el abrazo de su humanidad corpulenta y su sonrisa tierna. Abrazarlo sin Tana su lado, la bella esposa y el gran sostén. Ueltschi había nacido en San Rafael el 1º de abril de 1922 y allí realizo sus estudios primarios y secundarios. En la Escuela Normal obtuvo el título de Maestro y en el Colegio Nacional el de Bachiller, en 1940. Se recibió de Abogado a los 21 años en la Universidad Nacional de La Plata, y ejerció la profesión en sus pagos. La militancia política lo comprometió desde entonces, intensamente. Fue diputado jovencísimo y jovencísimo se casó; vinieron pronto los 3 hijos y pronto los 6 nietos, con los que integro una familia hermosa y alcanzó la felicidad plena. Desde temprano desplego la vocación y la militancia política. En 1956 asumió la Secretaria General del Movimiento de Intransigencia y Renovación, dentro del radicalismo; en 1957 fue Diputado Nacional Constituyente, y a los 36 años, asumió la gobernación de la Provincia de Mendoza, de 1958 a 1961. Fue un gran Gobernador, verdaderamente ejemplar. Después, y como siempre, la profesión y la militancia política. En esto, en la coincidencia de las ideas y en la actividad partidaria estuvimos siempre juntos, con lazos referidos a los afectos y con lo que fue realmente una amistad entrañable, ejercida en Mendoza, y después en Buenos Aires. El nombre, la actuación cívica y el ejercicio de la función pública de Ueltschi se invocan como el buen ejemplo, el paradigma de la pulcritud y la eficiencia, el tramo de una historia y de una conducta que fueron válidos para su tiempo y que seguirán siendo válidos para las generaciones de hoy y del futuro. Por esto es que Ueltschi no es el pasado y no se queda atrás. Es la actualidad y es la permanencia. Así es para Mendoza y así es para todos nosotros. El Ueltschi permanente nos sigue ayudando para la inserción política correcta, en la búsqueda del camino y en el señalamiento del rumbo. Ueltschi se obstina en no dejarnos y nosotros felices con su obstinación. Justamente, en estos tiempos difíciles, de frustraciones, de retrocesos y de manos sucias, nos hacen falta la lucidez de pensamiento, las manos limpias y el corazón abierto de Ernesto Arturo. Lo necesitamos para fortalecernos, para alimentar nuestra fe y para mantener en alta la esperanza. Ese personaje ejemplar integra la pléyade de Gobernadores de la etapa de Arturo Frondizi en la Presidencia de la Nación. Nosotros vivimos el orgullo de ese período fecundo de la historia argentina, con pocos parangones y con un sello fuertemente impreso en nuestras vidas y en nuestros ideales. Así fue y así debe seguir siendo. Los Ueltschistas y los Frondizistas estamos marcados y queremos que estas marcas se mantengan indelebles durante toda la vida. Pero nosotros no significamos mucho individualmente. Vale si nos integramos en el conjunto de la comunidad nacional y somos Ueltschi y somos Frondizi con todos los argentinos en los desafíos y en las conquistas del desarrollo nacional, la paz social y bienestar común. Ueltschi y Frondizi son los portaestandartes, están en alto y con ellos nos sentimos fuertes, como iluminados, inducidos por un mandato férreo e inexorable. Nos ocurre porque somos Ueltschistas y Frondizistas. Por último, amigos y compatriotas, la oportunidad histórica y el privilegio de haber militado junto a lideres ejemplares nos sirve inmensamente por lo que dejamos como herencia a nuestros hijos y a nuestros nietos. Allí están ellos, Frondizi y Ueltschi, Ueltschi y Frondizi, siempre de pie y andando; sigámoslos.