- La ciencia y la técnica están ligadas al progreso total de la humanidad
- El progreso debe ser presidido por una idea moral
- La ciencia y la técnica deben estar al servicio del desarrollo nacional
- La jerarquía de técnicos y profesionales en el desarrollo nacional
Celebro hallarme entre los ingenieros del país, en la ocasión que consagran a estrechar sus lazos de fraternidad y a festejar los progresos alcanzados por su profesión. Agradezco a las autoridades del Centro Argentino de Ingenieros su amable invitación, que me permite compartir este jubiloso acontecimiento y que me brinda, a la vez, la oportunidad de ponerme en contacto con inquietudes y anhelos que son, también, motivos de honda preocupación y firme empeño del Poder Ejecutivo Nacional.
En torno a esta mesa están congregados integrantes de un sector profesional y técnico de intensa y creciente gravitación en el desarrollo del país. Las numerosas disciplinas que reúne la ingeniería corresponden, efectivamente, a actividades esenciales para la economía nacional. Están aquí hombres que tiene que ver con la enseñanza, con la industria, con la energía, con el transporte, con la vialidad, con las comunicaciones, con la vivienda: he ahí una enumeración que resume los temas dominantes de la actual realidad argentina. Están también hombres consagrados al estudio de los problemas técnicos y científicos, investigadores y especialistas de primera magnitud en materias estrechamente ligadas al progreso nacional: de ellos depende la grandeza futura de la Nación.
Es éste, pues, marco propicio para que el Poder Ejecutivo exprese su pensamiento sobre el papel que incumbe a la técnica en los actuales momentos. El presidente del Centro Argentino de Ingenieros acaba de hacer una apretada síntesis, cuya coincidencia con nuestros puntos de vista me complace destacar. Acaba referirse a la responsabilidad que cabe al Estado, tanto en lo que se refiere al estímulo y protección de la actividad profesional, privada, como al resguardo de la jerarquía y condición del funcionario público.
- La ciencia y la técnica están ligadas al progreso total de la humanidad
El hecho más significativo de la situación actual de la ciencia y de la técnica es, sin duda, que han dejado de ser actividades puramente individuales para ligarse estrechamente al progreso total de la sociedad. Es evidente que existe una interdependencia completa entre los avances científicos y tecnológicos y el progreso de la humanidad. Por otra parte, el tipo del investigador independiente está desapareciendo y la búsqueda científica está siendo cada vez más una búsqueda planificada. La complejidad creciente de cada disciplina, la extraordinaria especialización que requiere cada investigación y el costo de los equipos hacen prácticamente irrealizable la actividad aislada. Ello significa, también que puede estar en peligro la libertad de investigación, esa libertad que hizo posible el nivel científico actual.
De ahí la necesidad de establecer condiciones para el trabajo científico que permitan asegurar la iniciativa y la crítica, indispensables para el progreso. Para ello no basta garantizar a los investigadores la libertad de determinar el curso de su actividad. Deben crearse también las condiciones concretas que hagan posible el ejercicio de esa libertad, proveyendo medios y recursos a cuantos deseen orientarse en el camino de la ciencia y de la tecnología.
Esto me lleva a un tema que es materia de onda preocupación tanto para muchos de ustedes como para el Gobierno Nacional. Nada de lo que se haga en el campo técnico será realmente importante si no es acompañado por una promoción intensiva de la ciencia y la investigación. En distintas ocasiones hemos aludido a la enorme importancia de esas actividades. Aprovecho esta oportunidad para ratificar ante ustedes, que el Poder Ejecutivo está decidido a imprimir un enérgico impulso a todas las iniciativas que conduzcan a ese fin, tanto en el ámbito oficial como en el orden de lo privado.
El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas contará con todos los recursos y el apoyo necesario, lo mismo que las universidades, para cumplir sus cometidos específicos. Las investigaciones privadas –y me complace hablar de ello ante las autoridades del Centro Argentino de Ingenieros- serán también apoyadas por el Gobierno Nacional y sus comisiones de estudio serán llamadas a colaborar y asesorar al Poder Ejecutivo en las materias de su competencia. haremos todo lo posible para que las instalaciones, el instrumental y las bibliotecas científicas y técnicas del país trabajen al máximo, para colocar a Argentina en el plano que le corresponde. En ese sentido contarán también con la ayuda oficial las asociaciones profesionales que la requieran, para mejorar sus instalaciones y poder brindar sus beneficios al mayor número posible de asociados.
2. El progreso debe ser presidido por una idea moral
Hay una evidente vinculación e interacción entre la ciencia, la técnica y la vida social. En una sociedad pobre, atrasada y de técnica poco desarrollada, la ciencia será siempre endeble. El científico que vive solo enclaustrado y enfrascado en la búsqueda de verdades obsesionantes, reduce sus propias posibilidades. Hoy la responsabilidad social de los científicos es tremenda, pues los avances del saber humano en el orden material, se están aplicando a un mundo que no ha realizado los mismos progresos en el orden moral. Las conquistas de la técnica han contribuido a incrementar, en muchos sentidos, el poder de opresión y el poder de destrucción. Las inmensas posibilidades creadoras de la máquina, que multiplica infinitamente el esfuerzo humano, han exacerbado la sed de dominio. En muchos casos, en lugar de acrecentar el poder del espíritu, trayendo bienestar y felicidad cada vez a más seres, ha multiplicado el poder del dinero y de la fuerza. Asistimos así a la trágica paradoja de que cada paso delante de la ciencia, que es uno de los supremos atributos del hombre, pueda ser un paso más hacia su propia destrucción. ¡Cómo comprendemos la honda amargura de esos seres excepcionales, que develaron los más íntimos secretos de la materia y alcanzaron a ver, en vida, que esa humanísima búsqueda de la verdad se trocaba en muerte y destrucción para millones de semejantes!
Puede afirmarse que la marcha del progreso exige, pues, que toda labor creadora sea presidida por una idea moral. En el caso particular de la ciencia y de la técnica, esa idea no puede ser otra que servir la causa de la liberación del hombre: liberación de la ignorancia, de la necesidad y del temor, o sea realización plena de todas sus posibilidades espirituales y materiales.
Esta no es mera formulación teórica. Responde a una concepción humanista que debe imperar en todos los órdenes, porque también consideramos indispensable que la política, la economía y las demás manifestaciones sociales estén puestas al servicio del perfeccionamiento humano. Además, esa concepción toma en cuenta la realidad concreta de cada sitio y de cada tiempo.
Por eso, antes de hablar de las funciones que, a nuestro juicio, caben al investigador y al técnico de nuestro país, debemos refirmar, categóricamente que el primer deber del científico, del técnico, del profesional, en cuanto tales, es poner su ciencia y su experiencia al servicio de sus semejantes y hacer que su labor florezca en bienes de cultura y de progreso, creados y disfrutados por todos los hombres.
III. La ciencia y la técnica deben estar al servicio del desarrollo nacional
Si tuviéramos que sintetizar en una frase la misión de investigadores, ingenieros y técnicos en este momento del país, podríamos decir que ella consiste en estar al servicio del desarrollo nacional. O sea, que deben estimular las fuerzas productivas, ensanchando, al mismo tiempo, las bases sociales y económicas de nuestra democracia. Es indispensable que nuestros ingenieros y técnicos tomen en cuenta la realidad nacional y la necesidad de transformarla en una realidad de progreso y bienestar. Ello significa que deben actuar en función técnico-económica y que deben profundizar y acrecentar su capacidad científica y tecnológica, orientándola hacia la solución de los problemas más urgentes de nuestra economía.
Estamos sosteniendo una lucha contra los costos. Los altos costos conspiran contra nuestro desarrollo, paralizan el progreso de la industria, entorpecen las exportaciones del agro, detienen la expansión económica e inciden negativamente en todo esfuerzo constructivo que se emprende. He aquí una labor para los ingenieros y los técnicos argentinos: bajar los costos. La racionalización de las empresas privadas y estatales, la reorganización de sus sistemas administrativos y operativos, el aprovechamiento intenso de todos los recursos, la diversificación de las actividades económicas y la búsqueda y promoción de nuevas fuentes de trabajo, ofrecen vasto campo de acción para los hombres de estudio.
Debemos construir un gran país. Ello exige desarrollar intensamente la economía nacional, a través de una integración armónica y profunda del agro, la minería y la industria. La siderurgia, la mecanización rural, el aprovechamiento de las fuentes energéticas, la intensificación del transporte y la dotación de mejores condiciones de vida y de trabajo a los más vastos sectores populares, son objetivos que reclaman una participación activa y total de los ingenieros argentinos.
4- La jerarquía de técnicos y profesionales en el desarrollo nacional
Para que en esa participación se concilien la misión social y la vocación individual, es indispensable que existan condiciones espirituales y materiales adecuadas. En estos momentos el ejercicio de la función profesional ha de fundarse, si, en el sacrificio y en el patriotismo, como acaba de afirmar el señor presidente del Centro Argentino de Ingenieros, en la medida en que ese ejercicio implica una consagración y una abnegación superiores quizás a las que requeriría una época normal. Pero el ejercicio abnegado de la profesión no debe significar ninguna renuncia a la dignidad del técnico ni dar lugar a ninguna injusticia. Aprovecho esta oportunidad para ratificar, categórica y solemnemente, que bajo nuestro gobierno los profesionales y los técnicos que trabajan en Argentina tendrán la jerarquía que les corresponde, no sólo por su rango sino por su papel decisivo en la promoción del desarrollo nacional. Cuando hablamos de jerarquía nos referimos tanto a su consideración como a la debida retribución como profesionales y como funcionarios públicos.
Las funciones técnicas serán ocupadas por los mejores, sin otra exigencia que su probidad y su capacidad.
En el ejercicio de esas funciones, los técnicos hallarán todas las satisfacciones morales y materiales que esperaron encontrar cuando eligieron para sus vidas ese destino vocacional. Esperamos que así concluirá, también, el éxodo de técnicos, que es más perjudicial para el desarrollo nacional que el drenaje de divisas. Confiamos en poder traer de vuelta al país a tantos especialistas que lo abandonaron en busca de condiciones más satisfactorias y que, si es cierto que prestigian en alto grado el nombre de su patria en el exterior, no es menos cierto que privan a Argentina del concurso de poderosos factores de progreso científico, universitario y profesional.
El respecto por la jerarquía técnica y profesional que estamos dispuestos a mantener en todos los órdenes, no puede depender exclusivamente del gobierno. Nuestros técnicos deben ser cada día más capaces y más concientes de su papel en el desarrollo nacional. No es el título que se obtiene sino el prestigio que se gana en la actividad profesional, en los círculos científicos o en la administración pública, lo que cuenta.
Ese prestigio no debe ser una autovaloración ni un privilegio, sino un valor socia. Por lo tanto es necesario destruir en los hechos la errónea concepción de que suelen adolecer técnicos y obreros, que lleva a los primeros, en algunos casos, a subestimar la condición social y profesional de los trabajadores y a estos a considerar a los técnicos como si fueran una expresión más del empleador.
En la medida en que se expanda el desarrollo económico y tecnológico, será preciso capacitar profesionalmente a cantidades cada vez mayores de operarios. Habrá que capacitarlos también en cuanto al papel que incumbe a los trabajadores en el proceso de la producción, puesto que el conocimiento de los fines contribuye a valorizar y dar bases morales al esfuerzo que se realiza.
Por su parte, los trabajadores deben comprender que el ingeniero y el técnico son también trabajadores, porque ponen su energía física y psíquica al servicio del proceso productivo y del progreso social.
Técnicos y obreros deben sentirse unidos en la realización de una obra común, que reúne el esfuerzo manual y el intelectual y que se orienta a satisfacer una necesidad social. En nuestro país esta comprensión cobra significado aún más trascendente, puesto que está indisolublemente ligada al progreso o al estancamiento nacional.
No quisiera terminar estas palabras sin manifestar que será preocupación esencial del Poder Ejecutivo, asegurar un ambiente favorable para el libre ejercicio de la profesión y el pleno desenvolvimiento de la iniciativa privada. Allí, en la capacidad creadora de cada cual, reside la energía que permitirá llevar adelante la empresa de realización nacional en que todos estamos empeñados. Echadas las bases jurídicas e institucionales de una auténtica convivencia democrática; creadas las condiciones de estabilidad económica y seguridad jurídica que permitirán avanzar confiadamente hacia el futuro, y asegurado el goce absoluto de la libertad individual y de los derechos humanos, el país podrá marchar hacia sus grandes destinos. La Nación confía en que los ingenieros, los técnicos y los profesionales de la Patria sabrán cumplir con su deber, haciendo que esa libertad y esa seguridad sean poderosos instrumentos del progreso espiritual y material del pueblo argentino.