La diputada nacional Danya Tavela es referente de Evoluciona Buenos Aires dentro de la UCR y Juntos por el Cambio. Foto SLI
La diputada nacional Danya Tavela es referente de Evoluciona Buenos Aires dentro de la UCR y Juntos por el Cambio. Foto SLI

Danya Tavela desarrolló gran parte de su carrera profesional y vocación militante en el ámbito universitario, en particular en la Universidad Nacional de La Plata, donde se formó profesionalmente, y en la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA), con sedes en Junín y Pergamino, donde hasta hace unos meses fue vicerrectora. Su experiencia profesional y vocación política, que desarrolló siempre en la UCR y hoy particularmente en su línea interna Evoluciona Buenos Aires, le valieron durante la gestión del presidente Macri ser nombrada Secretaria de Políticas Universitarias durante las dos gestiones ministeriales que acontecieron. Con una impronta claramente desarrollista, Danya está convencida del rol del Estado como planificador de la educación «escuchando al mercado» y la relevancia de articular la oferta educativa con las demandas y necesidades productivas de región de nuestro país. Para eso cree es fundamental no solo la formación obligatoria en todos sus niveles sino la oferta no formal, orientada a los oficios, alternativas «más realistas y enfocados en generarles empleabilidad» a quienes han caído del  sistema. A lo largo de la entrevista, la hoy diputada nacional por Juntos por el Cambio, nos trasmite también su visión de la educación frente a los desafíos del siglo XXI y el rol y desafío que considera cada nivel educativo debe responder. Plantea finalmente la crítica hacia un sistema educativo que considera «no dialoga ni hacia dentro, ni hacia afuera» y que mantiene la ficción de que todo esta muy bien. Respecto a los desafíos educativos considera que «hay gente preparada para hacerlo, pero la propia política es la que no genera las condiciones para esa convocatoria porque nos enfrascamos en la discusión chiquita», a la vez que reclama que el debate político se oriente hacia los temas de fondo que realmente necesitamos consensuar los argentinos.


Danya muchas gracias por recibirme, ¿Cómo fue tu acercamiento a la política?

Milito en política desde muy chica, desde la juventud radical con el radicalismo cargando en sus hombros el «fracaso» reciente del gobierno de Alfonsín.  Si bien con el tiempo se revisó y se rescató su figura, no fue fácil en aquel entonces. Considero que Alfonsín logró imponer que a partir de ese momento las reglas de todo debate político se daban en democracia y lo consiguió. Resolvió lo que entonces era un problema central a pesar de no poder arreglar otros problemas clave como el económico.

Sos de San Clemente del Tuyu y te viniste a La Plata a estudiar contabilidad. ¿Qué valor tuvo esa época de militancia universitaria?

Llegue a la Universidad en el 95, en pleno debate de la ley de educación superior, del menemismo, me sumo a esa acción con la franja morada. Me invitó Martin Tetaz a las primeras reuniones del centro de estudiantes que recién se habían ganado, y ahí empecé a transitar el camino de la militancia estudiantil. Creo que por eso después el perfil de contadora se fue transformando a un perfil más vinculado a la educación, políticas públicas y sobre todo a la gestión.

Más allá de esa experiencia militante desarrollaste tu propia carrera profesional en el ámbito universitario. ¿Cómo fue ese proceso?

Trabaje siempre en universidades. Me eligen consejera superior en la Universidad Nacional de La Plata que es el máximo cuerpo después de la asamblea y me involucré en el tema del presupuesto universitario. Es un tema bastante poco conocido, hay mucho estudio científico, teórico, pero hay poco de la gestión del presupuesto. Entonces me involucro en ese tema, que como contadora me gustaba, y empiezo a tener una activa participación en la comisión de presupuesto de la universidad. A partir de ahí me fui vinculando con actores del sistema universitario, a través de distintos espacios. Después, cuando me recibo, me convoca el rector de aquel momento para ordenar la dirección de servicios sociales de la universidad que era un coaseguro que tenía la universidad para prestaciones sociales a sus trabajadores docentes y no docentes. Estaba intervenido de hacía mucho tiempo y había que volver a conformar el director con participación del gremio docente y no-docente. Fue una tarea exitosa porque además de sanearla financieramente logramos conformar un directorio con los dos sindicatos en muy buenos términos con gente de primera línea. Estamos hablando del año 2000/01.

Conoces mucho el mundo universitario. ¿Crees que las universidades deben conectar con las necesidades y realidades productivas del país?

Yo conozco bien la mirada de la universidad que tiene la Universidad Nacional de La Plata, integrada al medio, pero no solo a través de su función característica sino también a través del aporte científico y tecnológico que vos podes hacer para mejorar el sistema productivo. Gran parte del movimiento universitario argentino tiene esa mirada, la matriz de la universidad argentina viene de la universidad colonial que es la Universidad Católica, cuando se incorpora el modelo napoleónico que es el profesionalista, es la UBA la protagonista de eso, y siempre hay un modelo distintivo que después se va extendiendo y termina siendo un modelo compartido por todo el sistema universitario que es el de la universidad humboldtiana de Alemania. La Universidad de la Plata es la primera en ese modelo e incluso cuando se lo hace sobre el departamento de física y el observatorio que eran preexistentes y te  marcan una impronta científica importante, ese conocimiento que se genera en los laboratorios o papers, lo aplicas para la mejora de las condiciones productivas y ahí se te abre toda una fuente de trabajo distinta. Primero porque tendés a formar profesionales con capacidades de interacción e intervención en el mundo productivo, segundo porque todo lo que producís de carácter científico, aun lo que es ciencia básica, genera caminos para la aplicación en el modelo productivo y todo lo que haces con la extensión universitaria puede tener impacto porque se habla de capacitación para el trabajo, formación del oficio, etc.

Fuiste protagonista del  proceso de creación de la UNNOBA. ¿Como fue ese proceso ya en pleno siglo XXI donde la dinámica del cambio tecnológico y las problemáticas económicas sociales demandan al sistema educativo nuevas y más rápidas respuestas?

En 2005 me llaman para ser parte del equipo que arma la UNNOBA (Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires) que el proyecto institucional. Lo impulsa el ex presidente de la Universidad de la plata, Luis Lima, y lo hicimos con el este mismo modelo que es característico de la UNLP.

Cuando nosotros vamos a Junín y Pergamino a poner en marcha la UNNOBA, el rector Lima había armado un proyecto dónde planteaba que la educación no es un proceso que empieza y termina sino que es un proceso de toda la vida, que empieza prácticamente cuando naces y continua a lo largo de toda la vida. Salir de esa estructura de que me voy con el título y  me inserto al mundo laboral y ahí me quedé. Esto es  porque el avance tecnológico hace que vos necesites recapacitarte y reinsertarte permanentemente, pero además de eso, algo que con Lima no veíamos tanto antes pero si vemos ahora, y es que casi 23 años después de ese comienzo de siglo los jóvenes también, al igual que las tecnologías, van mutando permanentemente.

¿Cómo analizas la adaptación a este cambio permanente, y veloz, que es característico del mundo de hoy y que como bien señalas no solo cambia la tecnología sino los mismos intereses de las personas?

Cuando vos inicias una carrera universitaria de alguna manera firmas un contrato, en el que la universidad te da determinados conocimientos, que vos lo vas a aprender y los vas a poder aplicar en el mundo del trabajo pero el problema es que hoy ese contrato no tiene la certidumbre de donde o como lo vas a aplicar.  Por eso,  cuanto más «generalista» sea la formación, pero con rigor técnico y científico,  mayores  posibilidades vas a tener de insertarte en ese mundo que está cambiando. Yo me recibí de contadora en la UNLP con un plan de estudios que tenía una fuerte impronta de gestión. Nos daban muchísimas herramientas para gestionar y también para ejercer la contaduría y la  cuestión impositiva o si querés hasta el rol del contador en la Justicia pero tenía una carga altísima de gestión. Incluso análisis del conflicto interpersonal. Esa impronta me permitió a mi después enfocarme en lo que me tocó. Sin dudas me sirvió esa amplitud en la formación de la universidad.  Entonces hay que discutir que modelo de país necesitas, hacia donde lo vas a apuntar y en ese esquema pensar que modelo de universidad necesitas.

Esta muy alineado esto último que planteas con la visión desarrollista sobre la articulación entre educación y trabajo…

Tuvo mucho que ver eso, la mirada de desarrollo que tenía Frondizi y la necesidad de que la ciencia esté en ese esquema. Porque lo que termina pasando es que, si no incorporamos conocimiento, no incorporamos valor agregado y no somos competitivos no tenemos futuro. Y nuestro mejor recurso son las personas. Tenemos que lograr que todos los chicos que empiezan la primaria terminen la secundaria y tengan una oportunidad de formación post secundaria, que puede ser una carrera de grado, una tecnicatura o una formación en un oficio «no formal», una formación posible más dinámica.

Precisamente, ¿Cómo crees se debe encarar el problema de los descartados y excluidos del sistema formal de educación al encontrarse sin alternativas?

Hagamos un plan de terminalidad asociado a la formación de oficio porque hay una realidad y es muy probable que un chico que dejo el colegio a los 14 o 15, no vuelva al sistema educativo a los 18 años a estar en condiciones de estar cuatro horas sentado en un aula ya sea por ocupaciones o por condiciones socioculturales. Hay que generar otros programas más realistas y enfocados en generarles empleabilidad.

¿La Universidad puede colaborar en estas cuestiones quizás más básicas que estamos hablando o consideras le es ajena a su función esencial y enfoque pedagógico?

Por supuesto que puede y debe. En algunas Universidades lo estamos haciendo y para mí hoy es un rol necesario de la Universidad.  En el caso de la UNNOBA no hay hoy una «colectora» creada, pero hay una prueba piloto. Cuando volví a la UNNOBA cree el instituto de oficios como una unidad académica, capacitamos más de 700 personas, en plena pandemia, en manejo de alimentos, que es muy importante para los emprendedores por ejemplo que hacen mermeladas en su casa para vender. Capacitamos también en instalación de calefones y termotanques solares, una tecnología nueva que está  llegando a las ciudades del interior. Preparamos gente en todo lo que era comercio y tiendas online  ya que se sabía hacer en Buenos Aires pero nadie en el interior del país. También programadores, que hoy tiene una salida laboral increíble y no requiere que sea una carrera de grado pero tiene que ser una masa curricular que permita formarte en 7-9 meses de base y que además después si vos querés seguir estudiando para ser técnico o analista en software puedas hacerlo gracias a ese primer conocimiento. Hoy en la Universidad de la Plata hay mucha más formación para oficios más tradicionales como electricista, carpintero, gasista, que tiene que ver con la demanda propia. Deben tener hoy más de 3 mil alumnos en la escuela de oficio en la UNLP. Uno de los primeros programas fue con los presos de Olmos y podían salir de la cárcel con un oficio. Necesitas gente que pueda ser competitiva en el mundo productivo de manera dependiente e independiente. Por el aporte a la generación de riqueza, no hay otra posibilidad.

¿Sentís que el debate de la generación de riquezas hoy no existe? Hoy se habla de que la plata está y lo que falta es una redistribución.

Es la primera mentira que debemos erradicar. La Argentina no genera ni remotamente la riqueza que podría tener dadas sus posibilidades. Es cierto que la poca riqueza que se genera está concentrada pero lógicamente está concentrada porque no hay esta apertura que venimos comentando, porque no nos encargamos que el 50% de los pibes que no terminan el colegio secundario tengan alguna otra formación y oportunidades reales en el mundo laboral.

¿Los municipios también pueden tener participación en estos proyectos de formación profesional?

Los municipios lo pueden hacer en combinación. Están los centros de formación profesional que dependen de las provincias, pero terminan haciéndose nichos de quienes los crean… terminan enseñando Origami, y no termina siendo productivo. La Universidad al tener tanto campo de conocimiento, cuando interactúa con la sociedad, sector productivo o civil y social, te permite generar otras instancias más adecuadas para el requerimiento de la demanda puntual que hay. Muchos lo critican diciendo que es la Universidad entregada al mercado, pero no es así, sino que es la Universidad la que genera oportunidades.

¿Qué destacás de tu experiencia en la gestión nacional como Secretaria de Políticas Universitarias durante la gestión Macri?

Cuando llegamos a la Secretaria de Políticas Universitarias estaba el debate de que los chicos llegan a la Universidades sin las capacidades de saber estudiar. Nuestra idea fue realizar una gran convocatoria del Consejo Federal de Educación, plantear a los ministros provinciales y a las universidades que en sus provincias eligieran ellos que tipo de programas se necesitaban en base a los problemas que tenían y cómo pensaban que debían resolverse. Desde ahí, cuando vos recopilas nexos, lo que vas a encontrar son experiencias muy disimiles en todas las provincias respecto de qué tipo de programa implementaron. Hubo algunos que trabajaron sobre la formación de los estudiantes en matemática, física y química porque eran sus debilidades en el secundario, otros se enfocaron en lecto-comprensión, otros trabajaron sobre los docentes, y otros integraron actividades universitarias junto a las escuelas secundarias. Eso dependía de las acciones de los ministros, de las acciones de los directores de los colegios y rectores de las universidades. Incluso se dio algo muy positivo que es que, por primera vez, empieza a participar de un programa de la Secretaria de Políticas Universitarias, las universidades privadas (de donde es destacado referente Héctor Sauret). Yo vengo de la universidad Pública y la defiendo, pero tengo muy clara la necesidad de integrar la pública con la privada porque vienen a cubrir demandas diferentes y aún parecidas pero con una mirada distinta. Tienen un tipo de gestión diferente, pero tienen casi todos los mismos procesos, con lo cual no son enemigos de lo público, tienen la capacidad de cubrir un rol importante, tienen su impronta. Y el estudiante joven tiene que poder elegir qué impronta quiere, entonces a mí me parecía que había que integrar a las políticas universitarias del estado también a las universidades privadas. Por eso tuvimos una mesa en funcionamiento durante los 4 años de la secretaria donde el CRUP, el CIN, la secretaria y la CONEAU, cuatro organismos determinantes en las políticas universitarias, se sentaban a discutir sobre estos temas y después cada uno le ponía su impronta, pero en todos los casos buscábamos unificar el objetivo y el diseño de la política particular iba en manos de cada uno de los actores y eso generó mejores resultados.

Durante tu gestión hiciste un particular foco en el tema de las vacancias universitarias en relación con la demanda productiva del territorio. De hecho sos la autora del libro «Áreas de vacancia del Sistema de Educación Superior» que  resume las áreas de vacancia y las prioridades para el desarrollo de la educación superior desde un enfoque productivo

La discusión de fondo, al igual que ahora, era sobre si había que abrir más universidades, carreras, sedes o no hacerlo.  Lo que queríamos discutir nosotros era  ¿A cuanta diferencia estamos entre lo que requiere el territorio y lo que ya estamos ofreciendo? Y la verdad es que el gap es del orden del 58-60% pero esto no solo en las instituciones universitarias sino también en las de educación superior no-universitarias,  que tampoco daban respuestas adecuadas a la demanda del territorio.

¿Cuándo hablas de esa demanda a que te referís?

Nosotros relevamos las actividades productivas que había en cada una de las provincias, en cada una de las regiones y las comparamos con la oferta educativa. Por ejemplo, me decían que necesitaban ingenieros petroleros en Neuquén, pero solo se estudia esa especialidad en Buenos Aires y en Mendoza. Estaba esa discusión y mientras tanto en Neuquén debatimos si abrimos o no arquitectura. La verdad que fue una experiencia interesante y había que seguir completándola, sistematizarla porque realmente es una orientación.  Yo discuto mucho en cuanto a la creación de nuevas universidades porque la discusión no es crear nuevas o no, sino el modelo. ¿Bajo qué modelo las creas? ¿Qué es lo que necesitas en cada lugar?

¿La cuestión regional o federal puede ser una justificación en sí misma para crear universidades o sedes más allá de la necesidad real de las carreras que se ofrecen?

En la provincia de Buenos Aires hay una universidad cada 630 mil habitantes. Cuando vas a las zonas de Saladillo, Olavarría, Bolívar, etc. lo que tenés son sedes de distintas universidades que no dan respuestas a lo que se necesitan. Su oferta sigue la lógica centralista y básica de la sede central en gran medida porque no tienen las capacidades. Es más fácil dictar abogacía en Bolívar y no la carrera de técnico agropecuario porque no requiero de laboratorios. Entonces hay educación, se forman personas, pero no se preparan profesionales que den respuesta a lo que necesita el medio. Cuando vos avanzas en la creación de universidades a lo largo del país, podrían ser sedes, pero la lógica debe ser dar respuestas a las vacancias que hay en el medio, a lo que se necesita en el medio productivo.

Destacas la importancia de planificar políticas educativas articulando con los actores productivos ¿Cuál consideras es el rol del Estado con respecto a la educación?

El Estado tiene ese rol, tiene el rol de planificar, pero escuchando el mercado porque si no, no podes planificar nada. Hay que trabajar mucho con el sector productivo. La primera vez que me tocó en la UNNOBA vincular a una empresa de Junín con un equipo científico del CONICET que estaba en esa universidad fue para lograr que hicieran un proyecto en común, y lo lograron y hoy es un laboratorio (CIBA) que fue fundamental en la gestión del COVID en toda la región del noroeste de la provincia de Buenos Aires. Es un equipo de investigadores del CONICET que no dejan de producir y crecer en su carrera científica, pero son absolutamente versátiles ante las realidades que se les van dando y encuentran el punto de unión entre lo que ellos quieren investigar y las posibilidades que les da el entramado productivo de la zona. Como ellos hay un montón de casos, cuando uno va a los parques industriales es muy común que lleves tu volante de oferta académica, pero te dicen que ellos lo que necesitan es un técnico en mantenimiento de planta que sepa un poco de electricidad, internet, etc. Y eso fue la impronta que le dimos a la UNNOBA, una oferta académica vinculada a las necesidades de su territorio.

¿Cuán relevante el impacto de la Universidad en la generación de valor agregado a partir del conocimiento y la tecnología?

Yo defiendo la creación de nuevas universidades porque para que lo que vendas no sea el commodities, tenes que tener condiciones de generación de valor agregado local. En la UNLP está la primer fabrica piloto para las baterías de litio y eso es algo trascendental porque te va a permitir conocer la tecnología y lo vas a poder trasladar, vas a generar condiciones para que otros vayan adoptando la tecnología. La Universidad tiene el rol de formar la persona para ese mercado incierto, pero además debe incidir en la tecnología adecuada para que el sector privado la adopte y la pueda desarrollar aplicándola, es decir sometiéndola a la experiencia para seguir mejorándola. Sino vas a vender el litio, y exportar trabajadores para después comprar las baterías de litio hechas.

¿Faltan incentivos para que los jóvenes tomen esas carreras?

Pasa por tres cuestiones, por un lado tenes el incentivo económico, por otro lado hay que mejorar las condiciones de formación en las escuelas secundarias, que es parte de lo que nosotros venimos discutiendo para la provincia de Buenos Aires, y la tercera cuestión tiene que ver con la sensibilización y el conocimiento, la escuela secundaria tiene que reconfigurarse en el sentido de volver a una lógica más fuerte en los aprendizajes fundantes y estos son lógica, matemática, ciencia, tecnología, lecto-comprensión.

Enfoquemos en este último punto ¿Por qué crees se perdió esa lógica de aprendizaje?

Esto se perdió por la dispersión que existe en asignaturas que no están vinculadas entre sí, y porque los profesores son profesores «taxi» hacen 40 minutos de clase en tres colegios distintos y eso desvincula. La segunda razón por la que se pierde esa combinación necesaria para tener real aprendizaje tiene que ver con la formación docente. Por eso presentamos la acreditación de calidad de las carreras de formación docente antes de que empiecen a dictarse, durante y después. No se tiene en cuenta el tipo de joven que llega a los institutos de formación docente, con la preparación con la que viene, entonces vos tenes que si del 50% que terminan la secundaria, solo 16 de cada 100 leen textos y comprenden y pueden resolver operaciones matemáticas complejas, y supongamos que de esos el 30% va a estudiar la formación docente, el otro segmento que llega no tiene estas condiciones previas y no hay ningún ciclo de equiparación. Después esa constatación no deberían asombrarte las enormes tasas de deserción en los primeros años de educación superior, por las condiciones con las que llegan.

¿La pandemia y el cambio tecnológico, el mismo uso de los celulares o tabletas en clase, como desafía a la escuela y al propio rol del docente?

A veces hay que tomar decisiones drásticas… ¿Qué pasa si mi hija hizo los primeros dos años de la secundaria en pandemia? ¿Qué cambio trascendental iba a ocurrir si no pasaba de año? Hoy se encuentran chicos en tercer año del colegio secundario con terribles problemas de conducta, no hicieron el  transito previo de dos años por el cierre de escuelas en la pandemia, que llegan a un mundo que los aburre, porque encima el colegio secundario tiene un formato espantoso para generar la curiosidad del chico, seguimos repitiendo la forma de enseñar de cuando aprendimos nosotros, la realidad es que antes los maestros y los profesores eran las ventanas al mundo pero hoy un chico de 10 años ya transcurrió un millón de ventanas al mundo, viajó, navegó, conoce, le preguntas algo y lo busca. Entonces en ese camino el docente tiene que tener la capacidad de enseñarle a los chicos sobre como buscar con el celular, porque hay cosas que sirven y cosas que no, enseñar como elegir una fuente de información, como esa información se transforma en conocimiento. Cuando a los chicos les entra la duda, chequean cosas y eso hace que puedan cuestionar en el aula, si el docente esta formateado solo para seguir el cuadradito del libro que le toca leer queda atrapado y sin respuestas adecuadas.

¿Cuál creés es el aporte esencial de cada etapa educativa?

Para mí la solución es poner el foco en formar personas preparadas para el mundo de hoy y del mañana. En cada nivel tienen que tener un objetivo concreto: En primaria hay que alfabetizar y si no se alfabetiza no puede terminar la primara sin importar la edad, la secundaria tiene que formar seres autónomos preparados para el mundo productivo del trabajo o para seguir estudios superiores y si no, no pueden terminar el secundario, llegado el caso deben tener una ruta alternativa, y la universidad tiene que formar en distintos niveles para incorporar gente calificada al mercado del trabajo y no solo mano de obra sino también líderes, gestores, ciudadanos, etc. Debemos tener claro que queremos de cada nivel educativo. Obvio que los docentes quieren ganar bien pero para eso tiene que ser una profesión prestigiada y hoy no lo es, tiene que tener acreditación de calidad, tiene que tener evaluación.

¿La crisis general de la Argentina es producto de la crisis de la educación o es la crisis argentina la que mantiene en esa misma sintonía a las demás cosas?

El problema de la argentina es ese mismo verbo, mantener. El principal desafío que tiene hoy el ministro de economía es mantener el dólar más o menos como está y la inflación más o menos como está, y cuando vas a educación pasa lo mismo. Ha habido grandes políticas en la educación argentina como en inclusión con la secundaria obligatoria pero falta  entender de que sirve la secundaria obligatoria y falta pensar en alternativas. En definitiva, se la hizo obligatoria pero los estudiantes no la terminan por lo que no tiene entonces impacto, tiene que ser obligatoria sin ninguna duda, pero tiene que tener impacto y hacer que los chicos terminen pero no promocionándolos y que completen el secundario sin saber porque eso no tiene ningún sentido, es una estafa. Lo describe muy bien Guillermina Tiramonti en su último libro, dice que la educación argentina es un gran simulacro de unos que hacen que enseñan y otros hacen que aprenden hasta que algunos en un momento dado se llevan un cartón donde dicen que terminan. Como el sistema educativo no dialoga ni hacia dentro, ni hacia afuera (hablar con el mercado, entendiendo necesidades) todo sigue igual. Me mantengo siempre igual que es lo más cómodo.

Pero escuchándote concluyo que el diagnostico e incluso el plan están claros. Ya te pregunto entonces también desde tu experiencia como diputada nacional y protagonista del debate político ¿Qué crees que falta entonces para hacer esos cambios profundos?

Hay gente preparada para avanzar sobre esto y hay gente preparada para hacerlo, pero la propia política es la que no genera las condiciones para esa convocatoria porque nos enfrascamos en la discusión chiquita. A los ministros los ocupan las paritarias, a los padres que haya o no clases, a los docentes las condiciones salariales, de trabajo sumado a todo el contexto social que se va dando dentro del colegio, y los directivos deben resolver todo ese conflicto.

Parte de discutir el modelo de país tiene que ver con discutir el modelo educativo que necesitamos, si no, no hay manera, si la discusión es quien tiene más razón o quien se lleva más dinero estamos listos. María Eugenia Vidal en su libro dice «No hay que tener razón, sino construirla» y hoy en la Argentina esta exacerbación de la grieta donde todos quieren tener la razón se impide que encontremos el punto común en educación, donde todos los argentinos estemos de acuerdo para que funcione. Para mí es eso, revisar estas cuestiones, ponernos con claridad los objetivos y no proponernos más cosas de las que en realidad se pueden dar, porque también está la idea de que es tan grande todo lo que hay que hacer que entonces vamos por todo y entonces no hay prioridades. La reconstrucción de la educación argentina va a llevar muchísimos años pero depende de la voluntad que vos le pongas, en cada comienzo de ciclo, como lo vas a ir orientando con objetivos de largo plazo.