Jueves 10 de septiembre de 2015. Domicilio particular de Antonio Salonia, Barrio de Belgrano, Ciudad de Buenos Aires.

Entrevistamos al Dr. Hugo Carassai, Presidente de la Fundación Centro de Estudios Arturo Frondizi, con quien conversamos sobre el papel del agro en el desarrollo económico argentino y sobre el rol del Estado. En esta nueva edición, compartimos la conversación que mantuvimos con él.


Hugo, muchas gracias por recibirnos. En primer lugar, siendo usted presidente de la Fundación Centro de Estudios Arturo Frondizi, ¿se considera desarrollista o frondizista?

Me considero desarrollista. Desde ya, tengo un gran respeto y admiración por Frondizi, pero creo que, precisamente, una de las grandes virtudes que tuvo al Fundación es haber sumado gente que era más frondizista, gente que era más frigerista, y haber logrado que trabajen todas juntas. Es una amalgama. Por eso creo que no tiene sentido hacer diferenciación entre una cosa y la otra.

¿Cuál es la misión de la Fundación?

La Fundación tiene la función de recuperar las ideas del desarrollismo, las de Don Arturo, las de Frigerio, y ponerlas en conocimiento de todos.

Hugo, ¿Cómo llegó al desarrollismo?

De joven tenía mis inquietudes por las cuestiones sociales. Crecí en un hogar muy humilde, familia de zapateros. Siendo muy chico entre como aprendiz en la fábrica de zapatos donde trabajaba mi padre. De noche iba al colegio y de día trabajaba. En ese lugar se leía el diario La Vanguardia, del Partido Socialista. Esa fue mi primera inquietud  e inclinación. Con el tiempo me empezaron a interesar más esas cosas. Recuerdo que en esa época me llamó la atención y me marcó mucho un libro de Aldo Ferrer, el primero que hizo para el Fondo de Cultura Económica. También empecé a leer con mucho interés y asiduidad un suplemente que sacaba Clarín, en la época de Noble, donde se hablaba sobre siderurgia, petróleo y desarrollo económico. Así me fui contagiando de todas esas ideas: que el país debía progresar, salir de su economía estancada, que había países importantes como Estados Unidos que se habían desarrollado a partir de la agricultura y la ganadería, y después habían trasladado su potencial a la industria, pero sin dejar de ser relevantes productores agrícolas.

En mi ciudad, Bell Ville, provincia de Córdoba, conocí a Ángel Viqueira, dirigente desarrollista que luego fue intendente (1). Si bien no me afilié a la UCRI, estuve  cerca de su gobierno en la intendencia de Bell Ville. Se había creado una pequeña comisión formada por diversos profesionales y por mí, que era un joven estudiante de contador, donde estudiábamos cuestiones relativas al presupuesto, administración y desarrollo de la ciudad.  Cuando vine a Buenos Aires, empecé a frecuentar reuniones del circulo desarrollista. Aunque no he sido militante, me afilié al MID en su momento, a los 30 años. Iba a Ayacucho (2) a escuchar a Frigerio y fue entonces cuando le propuse ir a dar unas charlas a Bell Ville. Accedió y fuimos en mi auto para allá. Con el tiempo entablamos una cierta amistad.


PARTE 1 | FRIGERIO Y FRONDIZI

A propósito de Rogelio, ¿Cómo lo puede describir a Frigerio?

Copia de IMG_20150609_185421404_HDR Cuando conocí a Rogelio, quería que me ilustrara con su conocimiento, pero él, en cambio, quería que yo le contara lo que conocía. Era alguien que le interesaba la microeconomía, me preguntaba sobre lo que pasaba en el campo y en la industria. Yo estoy vinculado al agro, a la construcción y a la industria frigorífica, y él se interesaba mucho por el día a día de la actividad productiva. Eso me pareció muy importante porque a veces en el escenario macro podes tener todos los indicadores diciendo que las cosas van en un sentido, pero en realidad, cuando ponderas la microeconomía, las cosas van para otro lado.

¿Considera que Frigerio fue el “ideólogo” de Frondizi?

No, no comparto esa opinión. Creo que Frondizi necesitaba un Frigerio y Frigerio necesitaba un Frondizi. No se hubiese originado el desarrollismo fuera de esa combinación. Uno era el político, el idealista, el hombre que quería llegar a la Presidencia de la Nación, y Rogelio era el práctico que tenía bien claro lo que había que hacer.


PARTE 2 | VIGENCIA DEL DESARROLLISMO

Pareciera que últimamente el desarrollismo se ha vuelto a poner en boga. ¿Qué opinión tiene al respecto?

Creo que mucha gente habla de desarrollismo sin entender lo que es. Durante años hemos sostenido que crecimiento no es lo mismo que desarrollo. Ahora todos lo dicen… incluso quienes durante años festejando porque “el país estaba creciendo”.

¿Podría explicar cuál es la diferencia entre crecimiento y desarrollo?

Un país puede crecer en una serie de indicadores económicos, pero de una manera tal que no logra el desarrollo. El desarrollo es algo sistémico, significa  mejorar la calidad de vida, la situación social de las personas y la economía del país. Entonces, vos podes tener un crecimiento económico espectacular pero no conseguir resolver estas cuestiones y seguir postergando el desarrollo. Eso es lo que pasa en Argentina.

¿Considera que sigue estando vigente el pensamiento desarrollista a pesar de los cambios que se produjeron en el mundo en los últimos 50 años?

Muchas cosas cambiaron desde 1958 a la actualidad. Para empezar, en aquella época no llegábamos a 20 millones de habitantes, la producción agropecuaria no alcanzaba las 15 millones de toneladas, el país no tenía capitales. Cambiaron muchas cosas, pero los problemas siguen siendo los mismos. Por ejemplo, los que genera la ineficaz burocracia estatal.

Por otra parte, habría que recalar en el discurso del 1° de mayo de 1958. En él, Frondizi se centró en un punto básico: “el reencuentro de los argentinos”. Creo ese es el primer tema que hay que abordar hoy, un tema político y social más que económico.

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PARTE 3 | EL POTENCIAL DEL CAMPO ARGENTINO

¿Qué opina de la antinomia entre campo e industria?

Frondizi en ningún momento la planteó. Al contrario, en el discurso del 1 de mayo del ‘58 dijo que había que tecnificar el campo. En aquel entonces, si veías cómo trabajaban la tierra en California te dabas cuenta de que allí había una actividad industrial. Hoy, si vez cómo se desarrollan las semillas en Argentina te das cuenta que esa semillita tiene mucha tecnología incorporada e industria agregada. De ninguna manera existe esa antinomia.

Pero, sin embargo, es una idea bastante arraigada en amplios sectores…

Porque hay un problema ideológico. Consideran que ganadero es sinónimo de oligarca, de terrateniente.

¿Considera que el campo y la agro industria podrían generar empleo suficiente para que vivamos 40 o 50 millones de argentinos?

El campo, cuando se mueve, necesita torneros, mecánicos, reparadores. Supongamos que tecnificamos el campo: cada vez que se mejoran las técnicas de siembra, riego y cosecha se requiere gente más capacitada. En el período en que el campo creció mucho, previo a  la 125, había zonas de la pampa húmeda donde se habían llegado a establecer empresa de catering que acercaban viandas. En estas condiciones se genera todo un entramado que es importantísimo.

¿El sector agropecuario está en condiciones de seguir creciendo?

El campo puede duplicar su producción en 5 años. Pero las 120 millones de toneladas que producimos hoy no pueden transportarse porque  no hay caminos suficientes, el ferrocarril está destruido y el sistema de transporte esta anarquizado.

Además, hay excesivos controles y excesivas regulaciones. Si vas a Rosario, que es el puerto de salida del 75% de la producción agropecuaria, vas a encontrar colas de camiones de 10, 15 o 20 km. ¡Cuánto mejor sería que en lugar del gastar en Fútbol para Todos gobierno hiciera una red de circulación en el entorno de los puertos que están cerca de Rosario, Granadero Baigorria, Bérmudez, San Lorenzo…!

¿Qué cambios considera necesarios en materia de política agropecuaria?

Argentina debería plantear algo más inteligente en el manejo de las retenciones. Las retenciones son un impuesto a la exportación de soja, maíz, trigo, carne y otros que responde al problema de recaudación que tiene el Estado. Pero, entonces, el campo, que podría producir mucho más, apenas alcanza las 120 millones de toneladas.

¿Habría que eliminar las retenciones?

Quitando las retenciones al maíz, al trigo y a la carne no se produce una pérdida de  recaudación importante y se pueden potenciar la exportación de estos productos.  Al maíz, además, se lo puede convertir en carne dándole de comer a vacas, pollos y cerdos, agregando valor.

¿A la soja habría que quitarle las retenciones?

No, con la soja hay que hacer algo más inteligente. Por un lado, tenemos un 35% de derechos de exportación. Por el otro, el impuesto a las ganancias. Y, por último, la necesidad de tecnificar, que no significa solamente incorporar maquinarias, sino también tecnología, genética y mejores sistemas.

Hay que combinar las tres cosas. ¿De qué manera? Cobrando las retenciones a cuenta del impuesto a las ganancias. En primer lugar, si las retenciones se cobran a cuenta del impuesto a las ganancias, los productores están obligados a trabajar en blanco, resolviendo el problema de la evasión. Por otro lado, para toda inversión en maquinaria de producción local se otorga el beneficio de la amortización fiscal acelerada. ¿Qué es esto? Si alguien compra hoy un tractor de 50.000 dólares lo puede deducir en su primer año de su balance fiscal. Invierten, blanquean y al año siguiente, cuando ya no tiene amortización, compra otro. Esto mismo lo hizo Arturo Frondizi en 1958 (3).

¿Pero esto no haría caer la recaudación?

No, no cae, el Estado recauda indirectamente. Si antes había 10 fábricas que vendían 100 máquinas, con este esquema va haber 20 que vendan 1.000. Y, a la vez, va haber más gente trabajando, más gente aportando a las cargas sociales. Es un mecanismo multiplicador. Esto, como muchas cosas, se puede hacer si se mira a largo plazo.

¿Del sector ganadero, que análisis se puede hacer? ¿Es cierto que se exportan menos cabezas que en la época de Frondizi?

En 1962, cuando fue derrocado el Presidente Frondizi, las exportaciones de carnes habían trepado a 400.000 toneladas, con una particularidad, en esos productos había TI favorables.

En el año 2014 con esta errática política anti-ganadera del actual Gobierno, de nuevo se ha dejado de cumplir con la Cuota Hilton, no se ha aprovechado la Cuota 481, y en total se han exportado 150.000 toneladas, cuando la capacidad del país, es llegar a un millón de toneladas, y con un buen plan se pueden alcanzar en un quinquenio 1,5 millones de toneladas.

Si se alienta la transformación de granos (maíz, soja, sorgo) en carne bovina y porcina, esta última producción de ciclo mas corto, puede ayudar al abastecimiento doméstico, y liberar asi los cortes bovinos mas caros, para la exportación.  Quede claro, para los que están ideologizados, que el “asado” (de los muchachos) no se exporta, porque tiene hueso

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PARTE 4 | EL ROL DEL ESTADO

Mencionó la ineficaz burocracia estatal como uno de los principales problemas del país. ¿A qué se refiere, específicamente?

Tenemos una ineficaz burocracia en todos lados y eso genera costos. Alguien puede decir que damos empleo, pagamos salarios y con ese salario hay más consumo interno. Ese razonamiento es válido solo en parte, porque si se analiza desde el lugar del empresario que tiene que hacer cien trámites, llega un punto en el que se encuentra condicionado. Hoy si alguien quiere exportar trigo o maíz tiene que pasar por el ROE (4) y pedir permiso, si quiere importar bienes de capital tiene que llenar una DJAI (5). Esto se termina transformando en una “desventaja competitiva”.

¿Qué serían esas “desventajas competitivas”?

Son aquellas que generamos nosotros mismos por nuestra impericia e ineficacia.

Les doy un ejemplo. Se han generado un millón y medio de puestos públicos. Esto tiene un impacto negativo. Por un lado, los empleados públicos que están y que saben hacer las cosas bien quedan postergados por gente que no sabe. Por el otro, los empresarios se encuentran con gente inepta que cree que porque ha sido nombrada en un estamento público lo que tiene que hacer es obstaculizar. Como consecuencia de los dos puntos anteriores, se generan desventajas competitivas.

Miren otro caso. Conozco un productor en el Chaco que es eficiente y ha invertido en tecnología. ¿Cuál es su problema?  Tiene que llevar su producción al puerto de Rosario y el flete se lleva gran parte de su rédito.  Hay un gran problema de logística. Mandar un contenedor desde el sur hasta el puerto de Buenos Aires sale más caro que desde Buenos Aires hasta Indonesia.

Un tercer ejemplo. La zona de ChoeleChoel, Río Negro, es ideal para producir cebollas, avellanas, tomates… pero es necesario regarla. Hay agua, un río caudaloso. ¿Qué hace falta? Acumular agua y tener energía eléctrica. Son inversiones importantes. Para que se den una idea, es necesario invertir 3 mil dólares por hectárea para regar campos cuyo valor es de mil dólares por hectárea. Para proyectos de esta envergadura es necesario, como mínimo, armar un plan a 5 años. ¿Creen que es posible hacer estos proyectos si los bancos cobran tasas de interés del 35%? No, no lo es.

¿Cómo se podrían revertir estas desventajas?

El Estado tiene que facilitar las cosas. Tomemos el caso de ChoeleChoel.  En este momento, para hacer la extensión de la línea de electrificación,  que son 61 km, el Estado dice “no tenemos plata, hagan ustedes la infraestructura y nosotros le damos la energía”. Pero, ¿de dónde se obtienen los recursos para hacerlo? El Estado tiene que hacer la línea, los canales y la represa, o sino financiarlos. Cuando se emprende un desarrollo a 5 o 10 años es necesario tener financiación.

Hoy no hay ninguna empresa argentina que pueda salir a la bolsa a captar fondos. Incluso YPF toma al 9% a seis meses. En Brasil, Petrobras acaba de obtener financiamiento a 100 años. Bolivia acaba hacerlo a diez  al 4%. No se puede hacer el desarrollo sin mercados de capitales y con una inflación superior al 5%.

De alguna manera el Estado, en su innegable rol preponderante puede tanto potenciar y promover el desarrollo como trabarlo y obstaculizarlo..

Este tema es central, porque hemos visto en esta última década «crecer» al Estado y con consecuencias negativas. Quiero insistir en esto, porque pareciera que a muchos ciudadanos se les ha deformado la concepción elemental de lo que es el Estado: se ha confundido el Gobierno con el propio Estado, y también con el partido o “espacio”, o la “llamada” militancia que es la que accedió al manejo de lo que es de todos.

Asi las cosas, en la Argentina, nos hemos convertido, además de otras divisiones, en una sociedad, donde unos trabajan, y pagan impuestos, para que la otra mitad, no trabaje en algo productivo, y gaste esa recaudación. Y eso no es distribución de la riqueza. Eso es una “transferencia” de recursos, que suma menos que cero. Es un mercado interno falso.

Vale así hacer una diferenciación que tanto Frondizi como Frigerio tenían claro: hay que distribuir, si, pero el ingreso. Esto es el desarrollo y la integración del país para que crezca la producción y así la capacidad de distribuir el mayor ingreso.

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¿Por qué sigue siendo desarrollista?

Porque creo que el país aún se puede desarrollar. Hay que abrir la mente y comprender que el mundo funciona de otra manera.


(1) Ingeniero Ángel Viqueira: Intendente de la ciudad de Bell Ville entre 1958 y 1963.

(2) Ayacucho 49: sede del comité nacional del Movimiento de Integración y Desarrollo.

(3) Buscar Fuente.

(4) ROE Verde: Registro de Operaciones de Exportación. Deben inscribirse todas las operaciones de venta al exterior de granos y derivados para obtener permisos de exportación.

(5) DJAI: Declaración Jurada Anticipada de Importación. Mecanismo administrativo que permite a la Secretaría de Comercio regular el ingreso al país de productos importados. En enero de 2015 la Organización Mundial del Comercio falló en contra de Argentina, instándola a eliminar las DJAIs. En julio el gobierno argentino acordó con el organismo internacional levantar este mecanismo el 31 de diciembre de este mismo año.