Enrique Escobar Cello fue un cercano colaborador de Arturo Frondizi
Enrique Escobar Cello fue cercano colaborador de Arturo Frondizi

Enrique Escobar Cello tiene orígenes políticos en el radicalismo santafecino. Su  bisabuelo Gerónimo Cello acompañó a Leandro N. Alem en la fundación de la Unión Cívica Radical de la provincia en 1903. La descendencia familiar continúa militando en el radicalismo hasta la división de la Convención de Tucumán de 1957 cuando su padre opta por la Unión Cívica Radical Intransigente que lideraba el doctor Arturo Frondizi. Afliado a la UCRI y luego al MID, Enrique supo convertirse en  un estrecho colaborador del doctor Frondizi, al punto de ser de los pocos que no necesitaba audiencia previa para concurrir a su departamento de calle Beruti: «Me hizo el honor de brindarme su amistad y confianza,  frecuentó a menudo mi mesa familiar, y pude así continuar, a pesar de la diferencia de edades, la amistad de él y mi padre», rememora. Decidido frondicista, sigue adhiriendo a pies juntillas la doctrina del desarrollismo, y nos comparte su valoración de la misma y sobre todo como el desarrollismo es una identidad abierta a todos los campos ideológicos: «Carlos Pellegrini era un conservador y sin embargo era lo que hoy llamaríamos desarrollista. Ser desarrollista es ser nacionalista en serio. Nacionalista de fines».

PROTECCIONISMO, INDUSTRIA Y DESARROLLO

Enrique, ¿Qué entiende por desarrollismo?

El desarrollismo no es una ciencia infusa ni exclusiva de ideología alguna, cualquiera puede ser desarrollista, no importa la ideología que profese o el partido al que pertenezca. Es una estrategia dentro del sistema liberal capitalista que aplica un país que aún no ha consolidado su economía para proteger su industria y consolidar su economía, mediante la protección aduanera, en primer término.

¿Considera que el proteccionismo fue la clave para el desarrollo de las grandes naciones desarrolladas?

Inglaterra al igual que Francia y Holanda por de pronto, fueron inicialmente proteccionistas. Cuando la producción industrial doméstica saturaba su mercado interno, salían a buscar nuevos mercados en otras naciones menos desarrolladas para colocar, e imponer, sus manufacturas, blandiendo la doctrina de la libertad de mercados a estos. Argentina fue, y es, un claro ejemplo de esta situación.

¿Estados Unidos rechazó inicialmente esa doctrina de libertad de mercados?

Cuando triunfa  la revolución norteamericana contra la metrópolis inglesa, preside la flamante nación el general George Washington y  designa Secretario del Tesoro a Alexander Hamilton. Éste era un decidido defensor de la naciente industria nacional y lleva adelante una política de aranceles aduaneros elevados a los productos extranjeros que se fabricaban en el país. Inmediatamente recibe quejas, protestas y advertencias de países y economistas europeos, el principal de ellos, Adam Smith, sobre lo negativo de “Empeñarse, con apoyo extraordinario del gobierno en acelerar el crecimiento de las manufacturas…” (lo que implicaría) “…desviar forzosa y artificialmente la corriente natural de la actividad humana…”. Para los liberales librecambistas, toda industria que nace promovida por la economía de una nación en vías de desarrollo, es inmediatamente considerada “artificial” y por lo tanto no corresponde su aliento.

Pero eso no detuvo a Hamilton, al contrario,  el 5 de diciembre de 1791 presenta al Congreso de los Estados Unidos un informe sobre las manufacturas, donde desdeña las recomendaciones librecambistas de Smith y otros, contestándoles puntualmente, siempre empeñado en proteger el crecimiento de la industria norteamericana, a la que considera “un asunto de seguridad nacional”.

¿Y esa posición, que contradecía los cánones del librecambio que pregonaba Inglaterra, se mantuvo firme y constante en el tiempo?

Relata Arturo Frondizi, en Petróleo y Política y en su conferencia de 1987 en el Jockey Club, una circunstancia en la que el general Ulysses S. Grant, vencedor de la Guerra de Secesión y luego presidente de los Estados Unidos que, siendo ya ex presidente es invitado a un congreso librecambista en Manchester, Inglaterra. Grant concurre, escucha las distintas exposiciones, en las que se invitaba a Estados Unidos a participar del librecambio y, cuando le toca hablar, contesta a los ingleses: “Señores, durante siglos Inglaterra ha usado el proteccionismo, lo ha llevado hasta sus extremos, y le ha dado resultados satisfactorios. No hay duda de que a ese sistema debe su actual poderío. Después de esos dos siglos Inglaterra ha creído conveniente adoptar el libre cambio por considerar que ya la protección no le puede dar nada. Pues bien señores, mi conocimiento de mi patria me hace creer que dentro de 200 años cuando Norteamérica haya obtenido del régimen protector todo cuanto éste pueda darle adoptará firmemente el libre cambio”. No tardó tanto. A mediados de la década de los años ’80 del siglo XX, con su industria en la vanguardia tecnológica, Estados Unidos adhiere a la política de libre comercio.

Y fue así, al igual que todas las grandes naciones del mundo, protegiendo y promoviendo la industria nacional, como se construye la nación más poderosa de la Tierra, a esa práctica económica, que emplea al proteccionismo, nosotros la llamamos desarrollismo.

¿Hubo alguna corriente doctrinaria que enfrentará las ideas dominantes del librecambio que pregonaban los países desarrollados y promoviera en cambio la protección de la industria?

El economista alemán Federico List, admirador de Hamilton, publica una teoría con respecto al liberalismo imperante que interpreta como la política de patear la escalera. Las potencias liberales promueven la apertura y el libre comercio pero lo hacen una vez que han llegado al cenit de su desarrollo industrial, entonces, para impedir que suban las economías en vías de desarrollo, “patean la escalera” para quedar solos en la cima. Lo que ocultan, infructuosamente, porque la verdad como el sol no se puede tapar con un dedo, y la verdad histórica es que para llegar a convertirse en potencias, han practicado el proteccionismo, aún con penas de muerte  para quienes no cumplieran la premisa proteccionista de entonces (“…Inglaterra ha usado el proteccionismo, lo ha llevado hasta sus extremos…” Grant dixit un poco más arriba). Sus ideas fueron  fundamento económico de la Alemania moderna e industrial en su aplicación por el genio práctico de Bismarck.

Sobre este particular, me permito con total modestia intelectual, sugerir dos libros muy esclarecedores y que significan para nosotros, los desarrollistas, una gran satisfacción, intelectual y espiritual, al ver como se reconoce la estrategia liberal capitalista que pregonamos: “La globalización de la pobreza” de Erik S. Reinert, Editorial Libros de historia. Y “Retirar la escalera La estrategia del desarrollo en perspectiva histórica” de Ha-Joon Chang. Universidad Complutense de Madrid.

¿Una estrategia proteccionista no implica cierta posición de autarquía y «estar fuera del mundo»?

Lo dicho está muy distante de suponer que el proteccionismo que se propone sea partidario de la  autarquía, todo lo contrario, solamente es una aspiración que nuestra apertura a las grandes economías del mundo sean correspondida dentro de los mismos parámetros.

¿Cree que el proteccionismo continua vigente como estrategia para el desarrollo hoy en el siglo XXI?

Hoy, Estados Unidos es considerada la nación militarmente más poderosa del planeta, más no así económicamente, pues su posición ha declinado a un segundo lugar ¿Será por haber dejado de lado la protección de su industria e ingresado en lo que llaman libertad de mercado? No soy economista, no podría responderlo, pero su declinación es un hecho.

FRONDIZI Y EL DESARROLLISMO NACIONAL

¿Considera Frondizi tuvo esa misma visión industrial que Hamilton? 

Frondizi era un radical yrigoyenista con una concepción desarrollista de nuestra economía pues comprendía lo fundamental de alcanzar una expansión económica que haría real nuestra democracia y generaría, con inversiones internas y externas, numerosos puestos de trabajo, seguridad, vivienda, educación, salud pública, etcétera.

Mucho antes, en el siglo XIX Carlos Pellegrini, Miguel Cané, José Hernández, Vicente Fidel López y muchas otras importantes personalidades de entonces proponían el industrialismo nacional, su protección arancelaria y el apoyo del Estado como política económica a aplicar.

¿Por qué cree no logró prevalecer acá ese protodesarrollismo industrialista que señala frente al modelo agroexportador imperante?

Por los grandes intereses internacionales que, con la anuencia de nuestros gobernantes, colocaban ventajosamente sus productos, porque eran más baratos y mejores que los nuestros, fabricados, precariamente y directamente sin fabricar muchos. En la Argentina se llegó a debatir intensamente si tenia sentido fabricar harina de nuestro trigo para darle un valor agregado al producto. El doctor Juan B.  Justo (fundador del socialismo argentino) se opuso enfáticamente, manifestando que tal acción perjudicaría severamente a los molineros de Europa.

Frondizi escribe, estando preso en Bariloche, un opúsculo muy valioso, intitulado «Breve historia de un yanqui que proyectó industrializar la Patagonia : (1911-1914) : Bailey Willis y la segunda conquista del desierto». Ahí se puede leer claramente quienes eran los industrialistas del siglo XIX y quienes en cambio seguían al servicio de los grandes intereses internacionales, Inglaterra sobre todo. Un pequeño librito, físicamente hablando, y un capo lavoro de un valor extraordinario, que muestra y demuestra claramente las influencias extranjeras en nuestra política económica.

¿Cuál es el verdadero sentido del elogio a la figura de Pellegrini que hace Frondizi?

Frondizi, a mi parecer, no dicta la brillante conferencia «Carlos Pellegrini industrialista» en 1986 en el Jockey Club para alabarlo, lo hace, en primer término para reclamar a las autoridades del Jockey Club que se publique, en la extensa obra sobre Pellegrini que tiene ese Club por él fundado lo que aún no se escribió; la historia del Pellegrini partidario de la industria nacional y de su protección. O sea, dicta una conferencia en el club que Pellegrini fundó para mostrar que hay un costado del Pellegrini histórico y fundamental, hasta hoy soslayado, el industrialista.

Por otra parte, Frondizi en su conferencia deja muy en claro (de alguien lo aprendí, claro está) que no es, de manera alguna necesario, ser de alguna ideología o partido específico para ser desarrollista, Carlos Pellegrini era un conservador y sin embargo era lo que hoy llamaríamos desarrollista. Ser desarrollista es ser nacionalista en serio. Nacionalista de fines.

¿En lo personal te consideras liberal capitalista nacionalista y por lo tanto desarrollista?

En lo personal, creo ser liberal capitalista (hasta donde mi Constitución lo es, ni un paso más) pero en un sentido nacional, para mi país quiero decir. No soy un liberal capitalista al servicio de las economías de otras naciones en detrimento de la de mi patria. De hecho, nuestra Constitución Nacional tiene un profundo sentido desarrollista: “Inciso 18 del capítulo 4to de nuestra Constitución Nacional, sancionado en 1853 y respetado textualmente en todas sus reformas posteriores: “Proveer lo conducente a la prosperidad del país, al adelanto y bienestar de todas las provincias, y al progreso de la ilustración, dictando planes de instrucción general y universitaria, y promoviendo la industria, la inmigración, la construcción de ferrocarriles y canales navegables, la colonización de tierras de propiedad nacional, la introducción y establecimiento de nuevas industrias, la importación de capitales extranjeros y la exploración de los ríos interiores, por leyes protectoras de estos fines y por concesiones temporales de privilegios y recompensas de estímulo”.

Esa idea de nacionalismo de fines que señalabas anteriormente, ¿no tiene un dejo maquiavélico en el sentido de que todo vale con tal de llegar a esos fines?

Frondizi, como todo político serio, admiraba a Maquiavelo.

Maquiavelo no inventa el pragmatismo con que debe manejarse todo gobernante, lo describe y, en todo caso aconseja al respecto. No es un teórico de la perversidad política ni de sus crímenes, como se pretende hacerlo parecer. Describe la realidad cruel de la política que vivió. Al fin de cuentas, no hay política sin criterio práctico.

Como ejemplo de la “mala prensa” que siempre tuvo Nicolás Maquiavelo perdura en la mente de muchos aquella frase que dice, más o menos de que «no importan los medios que se practiquen para llegar al fin deseado».  Tal cosa nunca la dijo ni escribió Maquiavelo.

Ese criterio practico lo llevo a reunirse con  Ernesto Che Guevara, ¿no fue una jugada sumamente arriesgada en su frágil relación con las FFAA?

Yo definiría la reacción a ese encuentro con una sola palabra: Estupidez. Kennedy, De Gaulle o Adenauer (por lo pronto) podían hablar con Kruschev,  pero Frondizi no podía hablar con Guevara porque entonces, Frondizi era comunista. Así era la mezquina conclusión de la oposición de entonces y el argumento con que adoctrinaban a parte de la dirigencia de las Fuerzas Armadas. Solo a parte de la dirigencia de las Fuerzas Armadas, sostengo, porque gran parte de las FFAA eran partidarios del gobierno desarrollista de Frondizi, de lo contrario no hubiera sido necesario intentar 34 golpes de Estado para derrocarlo. Frondizi se entrevista con Guevara a requerimiento de Kennedy para que, de ser posible, mediara entre Estados Unidos y Cuba.

¿Considera que el peronismo tiene puntos de encuentro con el desarrollismo?

No, ningún peronismo en el poder, tuvo puntos de encuentro serios con las ponencias desarrollistas. Perón cuando su tercera presidencia, ni luego con Isabel, tampoco Menem igual  Kirchner y Cristina, y luego misma cosa con el inefable Fernández que ni siquiera sabe en que lugar está parado.

¿Perón y el peronismo fueron golpistas al gobierno de Frondizi?

Cuando Perón advirtió que el gobierno desarrollista estaba haciendo precisamente lo que había dicho que haría, y que él empezaba a perder elecciones en Santa Fe, Entre Ríos, Capital Federal y tres o cuatro otros distritos electorales, se plegó al juego de la principal oposición de Frondizi, sus enemigos antiperonistas de siempre y no descansó hasta conseguir el derrocamiento del gobierno de Frondizi y su posterior confinamiento, con la excusa, haber perdido las elecciones en la provincia de Buenos Aires. “No hubo más remedio que organizarle una derrota, así como le organizamos una victoria”, le dice muy suelto de cuerpo y con su habitual cinismo a Enrique Pavón Pereyra en “Coloquios con Perón”. Creo que esta frase, por sí sola contesta su pregunta y pinta de cuerpo entero al señor Perón.

¿De Rogelio Frigerio que puede agregar?

Rogelio Frigerio, a quien tuve el privilegio de conocer y tratar plurales veces, fue el más importante asesor y colaborador del presidente Frondizi durante su gestión de gobierno y luego su socio político por décadas. Sufrió persecuciones, amenazas y hasta un atentado.  Fue un gran argentino, un robusto pensador e ideólogo del desarrollo nacional cuyo nombre siempre será asociado a este ideario.

¿Cómo podría resumir la relevancia que tuvo Frondizi y el gobierno desarrollista?

En 1958, un ciudadano que accedió constitucionalmente al cargo de presidente de los argentinos, con depósitos en el Banco Central para pagar un mes de sueldos, en tres años y once meses transformó aquella Argentina dependiente de energía en una Nación autosuficiente que exportaba petróleo, en vez de importar el 60% de su consumo, cuya moneda fue premiada internacionalmente por haber mantenido estable su relación con las monedas fuertes del mundo, con la instalación de fábricas que creaban automotores argentinos, con acero argentino, en fín, con una serie de logros (universidades privadas y enseñanza privada entre otros). Esos 47 meses que el doctor Frondizi presidió la Nación fueron en medio de 34 golpes de Estado que buscaban derrocarlo, huelgas salvajes y numerosos actos de violencia.

Enrique para concluir, ¿Por qué consideras que sigue vigente el desarrollismo?

Desde aquel 29 de marzo de 1962, nunca ningún gobierno, ni de hecho ni de derecho llevó a cabo una política de desarrollo en Argentina y, acoto, tampoco antes de 1958 en el orden industrial. Aquella épica, sin procesos por corrupción, llena de obstáculos, se pudo llevar a cabo por la vocación nacional de su presidente y de muchos hombres de diferentes extracciones políticas e ideológicas quienes colaboraron en el gobierno. Hoy es imperioso unirnos mas allá de nuestras diferencias y volver a seguir su ejemplo.