EEUU
Casco de un trabajador industrial norteamericano. / Alamy

La pandemia mostró la fragilidad de la economía actual basada en cadenas globales de valor. Las restricciones a la producción en Asia, en especial en China, los cambios en la demada o los problemas con el just in time —que generaron faltantes de stock de microchips, por ejemplo— son algunas pruebas de esa fragilidad. También se vio afectado el transporte, hubo congenstión en los puertos y a eso se sumó la escasez de mano de obra. Muchos trabajadores se vieron obligados a quedarse en sus casas durante la cuarentena y decidieron no volver luego a sus empleos, algo que los estadounidenses denominaron the great resignation (la gran resignación). El resultado de esta combinación de factores es inflación y escasez en los países desarrollados, especialmente en EEUU.

Washington tomó nota de los problemas en las cadenas de valor y reforzó el planteamiento del nearshoring, lo que vuelve a poner en valor el papel de la industria. Aunque en realidad la apuesta por el nearshoring venía de los tiempos de Barack Obama y ocupó también un lugar privilegiado durante la administración de Donald Trump. El documento de la Casa Blanca de junio pasado tiene un título que ya es una declaración de principios: Construir cadenas de oferta resilientes, revitalizar la manufactura americana y empujar un crecimiento de amplia base. En el texto se ve plasmado un cambio de visión estratégica de EEUU con respecto al significado de la manufactura y la necesidad de una seguridad industrial para mitigar el riesgo de la distribución de la producción.

El informe de la Casa Blanca subraya cinco causas de la vulnerabilidad de la cadena de suministros de EEUU. La primera es la insuficiencia de la capacidad manufacturera nacional, que perdió un tercio de los empleos industriales en la primera década de 2000, en particular en las PyMEs. Un 25% de esa caída es explicada por la competencia de China. «Nuestra pérdida de capacidad manufacturera nos llevó a la perdida de capacidad de innovación», añade el informe. El segunda causa es el desalineamiento de los incentivos por el cortoplacismo de los mercados privados. Las estructuras de mercados de EEUU fallan en retribuir a las empresas por sus inversiones de largo plazo, en calidad, sustentabilidad y productividad. La tercera es que no se adoptaron políticas industriales para incrementar la competitividad doméstica mientras los aliados, socios y naciones competidores sí lo hicieron. Menciona tanto a las politicas desarrolladas por la Unión Europea como por China. La cuarta es la excesiva concentración geográfica de las fuentes de suministro globales, lo que expone al país a posibles disrupciones causadas por desastre naturales, eventos geopolíticos o pandemia. La última es la limitada coordinación internacional que tiene que recuperar EEUU con sus socios para generar  nearshoring de estas cadenas. «Como EEUU no puede manufacturar todo en casa, tiene un fuerte interés nacional en mejora la residencia de las cadenas de suministro de aliados y socios para enfrentar los desafíos que afectan tanto a EEUU como a sus aliados».

Sectores prioritarios

Entre las medidas que propone el documento se destacan las de fortalecer la capacidad manufacturera en casa para la producción de bienes críticos, recrutar y capacitar a trabajadores para esa producción, invertir en I+D+i para reducir las vulnerabilidad en las cadenas de suministro, trabajar con los aliados y socios de EEUU para fortalecer la resiliencia colectiva de las cadenas de suministro.

Es un texto que plantea cuestiones consideradas héréticas por muchos economistas hasta hace poco tiempo, como la definición de bienes críticos o la implementación de políticas sectoriales. El informe presenta el estudio de cuatro sectores o cadenas de valor: semiconductores y packaging avanzado, baterías de alta duración para vehículos eléctricos, minerales y materiales crítico e insumos farmaceúticos avanzados. La fase dos, en tanto, se enfocará en la industria de defensa de base, la salud pública y la biología de base, las TICs de base industrial, la energía de base industrial, el transporte y toda la cadena de valor para producción de productos agrícolas y alimentarios.

Oportunidades y riesgos para América Latina

La respuesta estadounidense a la disrupción que provocó la pandemia es una oportunidad única para América Latina: la mayor potencia mundial mira la región y ofrece hacer parternariados para el desarrollo industrial. Enmarcada en el enfrentamiento geopolítico con China, EEUU vuelve a proponer una política industrial hard, como lo hizo en los 60. Empiezan a hablar de relocalizar la manufactura que está en Asia en los propios socios y aliados. La Casa Blanca está pensando en América Latina y esto, sin duda, abre un espacio muy importante para la industrialización y la complementariedad industrial.

Hay que prestar especial atención a este fenómeno. Podemos estar frente a un giro de la dimensión que tuvo el cambio de visión estratégica con respecto a la región que significaron el lanzamiento de la Alianza para el Progreso y la puesta en marcha del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en las gestiones de Dwight Eisenhower y John F. Kennedy. En aquellos momentos, fines de los años cincuenta,  EEUU planteó un esquema de asociación con la región que no se había visto en la historia.

El principal riesgo es no formular un proyecto de desarrollo y evitar sentarse a discutir con EE UU. Argentina debería tener un interés claro de atraer inversiones para aprovechar el proceso del nearshoring de EEUU.

Es clave definir, con base a nuestras capacidades, dónde tenemos potencialidades y nos interesa desarrollar actividades manufactureras que tengan que ver con nuestro programa de desarrollo. Segundo punto, necesitamos mucha inversión, en particular en infraestructura digital, como el despliegue del 5G. Para lograrlo tenemos que asegurar cuestiones básicas como la estabilidad macroeconómica y la seguridad en las reglas de juego. Debe existir en el país una visión favorable para las inversiones externas y locales, necesitamos gobiernos que comprendan que lo mas importante es alentar la inversión productiva y, por ende, el trabajo productivo.

Hace falta una política internacional que comprenda dónde tiene que estar alineada Argentina y cuáles son los valores que tenemos que defender, en función de nuestros intereses nacionales y nuestra tradición histórica. Creo que hay una gran oportunidad y no podemos desperdiciar, porque si la desperdiciamos vamos a quedar mucho mas retrasados en el camino hacia el desarrollo.