Viernes 18 de septiembre de 2015. Recoleta, Buenos Aires.
Viernes 18 de septiembre de 2015. Recoleta, Buenos Aires.

Juan Ovidio Zavala fue perseguido y torturado durante el peronismo. Pero cuando la UCR se dividió en dos, no apoyó al sector más antiperonista, el de Balbín. Se sumó al frondizismo, al igual que la mayoría del sector estudiantil, en el que militaba. “Los jóvenes lo teníamos muy claro”, recuerda. De visita en Buenos Aires —vive en Washington desde hace años— nos recibe en un departamento de Recoleta. Lo acompaña su esposa, Ángela Elizalde, que no oculta su admiración hacia Zavala: “Es el más progresista de la familia”. En la familia hubo destacados dirigentes antiperonistas, como Miguel Ángel Zavala Ortiz, uno de los civiles que participó en el bombardeo en Plaza de Mayo contra Perón. Juntos repasan la trayectoria de El Rubio, como lo llaman sus allegados. De perseguido en la juventud a funcionario de Frondizi, fue el responsable de las privatizaciones, el rediseño del trazado ferroviario y el despido de 300.000 empleados públicos durante el gobierno desarrollista. Dice que ha tenido una vida dura, pero que no se arrepiente de haber participado en política: “Es un sacrificio, pero es hermosísimo”.


Viernes 18 de septiembre de 2015. Recoleta, Buenos Aires.

Juan Ovidio, ¿Cómo se metió en política?

Yo me inicié en la lucha política porque a papá lo perseguían. Soy hijo de un radical, que era diputado por San Luis y era muy cercano a Yrigoyen. Cuando cayó Yrigoyen, inmediatamente empezó la persecución. La persecución es dura. Bueno, yo tengo una historia fea. Ahora me he puesto a buscar, lo tengo más o menos ordenado, todas las cárceles donde he estado.

¿Por qué lo encerraron?

Por ser radical. El peronismo me persiguió porque militaba con los jóvenes, con la juventud universitaria. Había que poner el cuero, fue bastante duro. A mí me dieron mucha picana eléctrica. Lo que me ayudó fue que había andado mucho por las comisarías. Ahí aprendí cómo trataban a los detenidos. Hice lo que hace cualquier golpeado: ser piola. Y hacía lo que hacíamos todos, mentir. Mentir con cierta capacidad, los otros no eran tontos. Me sacaron tres veces de la picana sin conocimiento. Y a la cuarta vez uno de los empleados dijo: «No quiero participar de esto, porque si lo matan yo también voy a ser responsable». Y ahí el juez… El juez era el canalla. Estoy pensando últimamente en hacer una demanda contra el juez, una demanda de reparación.

Interviene la esposa: “Él tenía 28 años cuando lo detuvieron y lo torturaron por primera vez, en el año 51. Él no tenía actuación política, era escribano, pero militaba fuertemente. Fue al que más torturaron”

¿Pudo perdonar a esa gente con el tiempo?

No me interesa. Era muy sinvergüenza este juez. Quería ser embajador y hacía méritos con el Gobierno. Pero en la cárcel tuve compañeros muy queridos. Estuve mucho con Falucho Luna, Félix Luna, que era un tipo increíble. Era un tipo muy inteligente, sus libros son muy buenos, y era un tipo alegre. Vivía un poco en solfa el tipo, haciendo chistes y demás. Yo lo sigo recordando cuando negociaba cigarrillos con los delincuentes comunes. Mis mejores amigos son los de la lucha.


PARTE 1 | MILITANCIA JUVENIL Y RADICALISMO

¿Cómo era la militancia en la juventud?

Nosotros, los estudiantes de aquel momento, teníamos una diferencia con el partido [la UCR]. Privilegiábamos la posición anti nazi. Contemplábamos el panorama a partir de que el principal problema era la Guerra Mundial. El partido, en cambio, no. Veía con menos preocupación este tema y priorizaba los enfrentamientos nacionales. Esta es la cosa.

¿Militaba con los estudiantes de Buenos Aires?

Sí, en Buenos Aires. Pero teníamos gravitación en todo el país. El antecedente que había en aquella época era la Reforma Universitaria, que era muy importante.

¿Cómo entró a la política partidaria?

Yo ya estaba muy jugado porque era estudiante y el movimiento estudiantil estaba en la lucha física. La persecución a los estudiantes era todos los días. Había un chico que se llamaba Salmun Feijoó. Los Salmun eran tres hermanos muy activos en el radicalismo. En un momento logramos tomar la Facultad de Derecho y cuando llegó la noche fuimos con cajas, para meter comida en la Universidad. Éramos Salmun, su hermano y yo. No me acuerdo si pudimos entregar la comida al final, pero estábamos en esa tarea cuando llegó la policía. Nos descubrieron y avanzaron. ¡Qué diablos! Nosotros dimos vuelta y corrimos como locos. Los policías sacaron las armas y nos tirotearon. A tres estudiantes que estaban corriendo, escapando. Y mataron a Salmun. No me acuerdo de detalles, solo que lo mataron y que yo me salvé. Y el hermano se llevó el cadáver. Era una lucha muy brava. [Aarón Salmun Feijoó fue asesinado el 4 de octubre de 1945, durante el gobierno de Edelmiro Farrell].

En la época de la Revolución Libertadora, ya Perón derrocado, ¿qué lo inclinó a seguir a Frondizi y no a Balbín?

Lo tenía muy claro, los jóvenes lo teníamos muy claro. Frondizi ya había dado muestras. Él venía dando pasos en ese sentido, no dio un golpe ideológico. Hablaba de mejorar las condiciones de la clase obrera, de la industrialización, de invertir. Y Balbín representaba el campo. Seguir descansando sobre la tierra, reventaba el país.

Balbín representaba el antiperonismo acérrimo, el gorilismo. ¿No le tentó esa línea, después de todo lo que le pasó?

Se comete un largo error cuando se habla del radicalismo. En el radicalismo hubo originalmente dos corrientes, la que correspondía a Balbín y la que correspondía a Frondizi.

zavala¿Por qué se dividió el partido en esas dos líneas?

La historia es muy coherente. La lucha sectorial se origina por la preferencia de vivir y de continuar viviendo. Y suceden cosas que son fáciles de entender, pero que se van desviando por la puja entre los sectores. La línea política de la que surgió el desarrollismo comenzó con Yrigoyen. Fue una línea que tuvo dificultades, todo proceso de inclusión tiene dificultades. La lucha se produce por las ventajas del sistema en función de uno u otro sector. Yrigoyen era uno de los tantos dirigentes de la historia que se inclinaba por el privilegio de la gente con menores recursos. Él logró la elección democrática, pero detrás de eso había un objetivo muy concreto, que se llamaba comida. Después de la caída de Yrigoyen, ¿cuál era el sector económico más importante?

El campo

La tierra, la producción agropecuaria. En el radicalismo había algunos que daban la espalda a los sectores sociales. Balbín tenía campos, pero un hermano de él era el que se dedicaba a la administración de la propiedad territorial de la familia. Y Balbín se ocupaba de la cosa partidaria, porque ya estaba planteada la batalla del sector agropecuario. No se trataba de egoísmo, sino del reclamo de ese sector. Y Balbín manejaba el partido. Cuando se dice Balbín, no es solo Balbín. Había aliados que mantenían al radicalismo en una actitud reaccionaria muy clara. ¿Se parecía a Balbín toda la UCR? No, una cosa era Balbín y otra cosa era Frondizi. Frondizi era mucho más joven y ya con su conducta fuera del partido iba asentando una concepción del Estado y de la historia.

¿A Perón lo veían como un fascista?

Claro. Cuando fue el golpe contra Yrigoyen, se adhirió a Uriburu públicamente. Aunque después sacó una aclaratoria diciendo que se había equivocado.

¿Pero no convenció a algunos con las reformas sociales?

Perón era un hombre muy inteligente, yo tuve algunas conversaciones con él. El general Farrell le abrió el camino, le dio la Secretaría de Trabajo. Y Perón, que era muy despierto, descubrió que había recibido oro. Pilas de oro. Descubrió los votos.

Pero tuvo la virtud de ver algo que nadie más había visto

Claro, y ahí empezó su campaña. Pero tenía contradicciones.

¿No era tan democrático?

Les pongo un ejemplo. Yo fui abogado de un italiano nacido en EE UU, César Civita. Civita era un industrial que estaba en el mundo de las publicaciones, de las revistas. Fue el fundador de la editorial Abril. En un momento se le ocurrió hacer una fábrica de papel de diario y me pidió que lo asesorara. Hablé con Frondizi sobre el tema y me dijo: “La iniciativa es fantástica, pero hay un problema. La producción de papel de diario está concentrado en cinco grandes empresas mundiales”. Frondizi me pidió que le advirtiera a Civita que tuviera cuidado y que iba a tener que pelear con una fuerza tremenda. Pero este hombre, que era inteligente, excelente bicho era, le metió para adelante [crearon juntos Papel Prensa]. Cuando llegó Perón a la presidencia en el 73, su ministro de Economía, José Ber Gelbard le propuso: “Controlemos todo lo que sea fábricas e intereses, empezando por el papel de diario”. Ya le había llamado llamado la atención nuestra fábrica. No fue un periodo regalado.

Interviene la esposa: “Civita se vio obligado a vender. Le dijeron que si no lo hacía iba a perder la Editorial. Y la vendió a los Graiver”.


PARTE 2 | FRONDIZI Y FRIGERIO

¿Qué opinión tiene de Rogelio Frigerio?

A mi me tocó estar metido muy adentro. Conocer muy bien los detalles. Frigerio era un hombre bien preparado, muy bien preparado. Pero tenía objetivos más personales que los de Frondizi. Todo su recorrido lo hizo con un solo objetivo: ser presidente de la Nación. ¿Por qué Frondizi tenía cerca, si tenían puntos de vista diferentes? Porque era útil y no había otra variante. Era una muy buena variante. Frigerio, además, servía a las pretensiones del general Perón.

¿Cree que Frigerio se acercó a Frondizi para ser presidente?

Años después [en el 83] Frigerio fue candidato a presidente. Era un hombre culto y exitoso. Me pidió que colaborase con él y le dije que no. Se hizo la elección y fue un desastre para Frigerio, un desastre. En la actuación individual, hay que tener en cuenta todo esto. No solo lo que figura en los papeles y en los discursos, sino en el contenido sustantivo. Los que están realmente en una labor muy esforzada y sacrificada, y los que buscan cosas muy concretas. Yo diría que la mayoría buscan cosas concretas.

Pero Frondizi también quería ser presidente. ¿En el fondo no eran iguales?

Ellos asumían actitudes distintas. Frondizi era un hombre muy singular, tenía una gran sensibilidad. Cuando nos voltearon los militares, todos los aliados, los adheridos al Gobierno de Frondizi, presionaron para que peleara. Pero Frondizi no peleó. Él decía: «No, más muertos no». Y ahí paró. Yo pensaba: «Yo hubiera peleado». Y todos los militares que estaban con nosotros querían pelear a toda costa. Él nos amenazó con hacer un decreto para evitar que nosotros pudiéramos tener éxito con el movimiento militar. Esta es la política.

¿Y Frigerio?

De su paso por el Gobierno ha quedado un gran prestigio de este señor, que era muy ilustrado. Pero de política no sabía nada. Cuando fue candidato a presidente, fue un papelón.

Frondizi se retiró de la política después del gobierno y cedió el protagonismo a Frigerio. ¿Por qué?

Frondizi tenía una hija [Elena], que era muy gravitante en sus afectos. Creo que hubo alguna relación entre el retiro de Frondizi y la muerte de su hija. La chiquilina, que era muy culta, se murió muy joven y eso le hizo realmente un daño muy grande a Frondizi.

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PARTE 3 | EL GOBIERNO DE FRONDIZI

¿Qué cargo ocupó durante la presidencia de Frondizi?

Fui Secretario Técnico de la presidencia y subsecretario de Obras y Servicios Públicos.

Desde esas posiciones fue el responsable de políticas controvertidas como las privatizaciones, el Plan Larkin y el despido de empleados públicos. Mirando en restrospectiva, ¿cree que estuvieron bien?

Yo trabajaba en serio. Convertí a los choferes en propietarios de las empresas de transporte de la Ciudad de Buenos Aires [La esposa aclara: “Más que una privatización, creó cooperativas”]. Para privatizar todos los transportes de la capital, tuve que analizar la rentabilidad de cada una de las empresas. Yo, por ideología, no iba a darle a un obrero una empresa a pérdida. Y no tuvieron que pagar nada, los choferes no podían pagar. Se los transferimos sin pérdidas.

La política ferroviaria de Frondizi también fue muy criticada. ¿Cómo lo ve usted?

Lo que nosotros hicimos fue redimensionar los ferrocarriles. Los trenes habían sido construidos por los ingleses, que querían renta, ganar dinero. Tenían todo el derecho. Nosotros no queríamos ganar dinero, queríamos comunicar la totalidad del país. La conexión de Mendoza con Buenos Aires estaba hecha, pero Mendoza con Río Cuarto no. Hicimos un plan, yo lo tengo aquí.

El Plan Larkin es señalado por los críticos de Frondizi como el comienzo de la decadencia de los trenes en Argentina…

Nosotros diseñamos un nuevo trazado ferroviario y consultamos a tres empresas europeas, para que vean la seriedad con la que tratábamos el tema. Cuando logramos que las empresas hicieran las críticas a nuestro trabajo y estábamos conforme con lo hecho, recurrimos a Thomas Larkin, un general norteamericano. No quisimos que intervinieran intereses nacionales, por eso convocamos a Larkin. Teníamos que trabajar con mucha seriedad.

¿Se pudo avanzar con el Plan Larkin?

No, no. Hubo huelgas fuertes y, bueno, después de Frondizi se frenó. Hay que imaginar lo que hubiera sido la Argentina con una comunicación casi total a través de los ferrocarriles trazados como nosotros lo habíamos pensado.

Muchos asocian el término racionalización de la Administración Pública con el neoliberalismo y achicar el estado. ¿Es así?

No, de ninguna manera. Nosotros echamos 300.000 empleados públicos y hubo resistencia del sector obrero, pero era notorio que había empleados que no hacían nada. Y, en simultáneo, abrimos los caminos para la absorción de gente en otros sectores. Los expulsados podían apelar para reincorporarse al sector público, pero cuando se inició el proceso de queja solo se reincorporaron 14. Al resto ya no le interesaba.  

¿Cómo era trabajar en el gobierno de Frondizi?

Frondizi gobernó con ministros que eran los más partidarios de la reacción. A los que se caracterizaban por atacarnos, los puso de ministros. Y así trabajábamos. Yo hacía los proyectos, previa discusión con Frondizi —en lo que hace a la labor intelectual, Frondizi estaba atrás de todo— y después tenía que recoger la firma de los ministros. Si iba y el ministro que tenía un origen en la derecha estaba de acuerdo, ¡gloria!. No había ningún problema, firmaba el ministro, firmaba el presidente y el proyecto salía. En la mayoría de los casos, se oponían. Hablaban conmigo, discutían, hasta que decían: «No, yo no firmo». Yo hablaba con el presidente y le decía: «Fulano se plantó». Y Frondizi: «Qué me venga a ver». El ministro lo iba a ver y Frondizi le trataba de explicar cual era el objeto. A ellos les tiraba quedarse en el ministerio, porque no querían irse. Si firmaba, se quedaba; si no firmaba, cambiábamos. Así trabajábamos con el ala derecha, que tenía la mayoría. Porque el ala derecha, ¿de dónde provenía? De toda la pampa húmeda. Tenía los campos y la plata.

¿Por qué los incorporaron al Gobierno?

Para evitar la resistencia.


PARTE 4 | EL FUTURO DEL DESARROLLISMO

El mundo ha cambiado desde que gobernó Frondizi. ¿Qué desafíos tiene Argentina hoy?

Creo que no se estudia con la suficiente profundidad las características del ser humano. Los dos puntos fundamentales son educación y comida. Hay que convertir a la persona sin dinero en una persona razonable. Todo lo demás… Yo estoy harto de la gente que acepta cargos porque le da un sueldo y una figuración.

¿Los desafíos son, entonces, la pobreza y la educación?

Sí, si. La educación es fundamental. No quiero que sean sabios, quiero sepan leer y escribir. Para que puedan integrarse a la sociedad. Para que puedan defenderse.

¿Y el combate de la corrupción no es una prioridad?

La corrupción no se combate. La impunidad no es el fondo. Hay que convertir a la gente en seres humanos. En seres humanos que sepan leer y escribir y que coman todos los días. Porque parte de la corrupción proviene de la necesidad, de la prioridad del ser humano, que es vivir y seguir viviendo. Y eso es natural.

¿Qué tendríamos que hacer para resolver los problemas del país?

En estos momentos, yo optaría por organizar una asociación que pelee por cosas verdaderas. Que no se sume a esta lucha de ambiciosos, mentirosos… pobre gente. Reunir en un grupo de personas con formación y con esfuerzo..

¿No un partido político?

No, una asociación civil que reúna a hay un grupo de gente idónea, que crea en lo que está haciendo. Lo importante es servir. Servir es formidable. Ahora en Argentina se están disputando puestos, que son honorarios mensuales, y para eso hay muchos candidatos.

¿Cree que la participación en política debe ser un servicio?

La política es un servicio. Vos tenés un dinero para vivir, bueno, mejor. Pero si te dedicás a la política… ¡ah no! Tenés que dedicar el 80% a la política y el 20% a sobrevivir. Es un sacrificio, pero es hermosísimo. Los funcionarios tienen que ser gente con vocación por la mayoría de la población. Yo vivo muy ajustadamente, con mi jubilación, pero si venís a verme con un cajón de dinero… ¿Yo que hago con todo eso? A mi no me interesa. Yo leo, estudio. ¿Qué me voy a comprar? Hay cosas del ser humano que yo no entiendo.

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¿Qué placeres le dio la política?

Uy… Me dejó vivir muy bien, muy bien. Y me he reído mucho de los que roban. Pobres tipos. Y sufren, muertos de miedo. Muertos de miedo. Ellos saben, sufren la propia conciencia. Hay gente anciana, que anda sin comida… Yo creo que no es así. Frondizi era diferente. Yo creo que en ese «más muertos no» asomó la totalidad de la delicadeza humana de Frondizi.

¿Sigue considerándose desarrollista?

Sí, yo soy desarrollista. Desarollista es el que lucha por la modernización de nuestro país. El desarrollismo procura llegar a un país en el que todos comen, donde todos tienen formación cultural. Leer y escribir. Después, cada uno elige. Pero ahora son esclavos. El que tiene hambre tiene un solo privilegio: comer. Y luchar por comer. Hacer cualquier barbaridad por comer. Es injusto que nosotros estemos acá conversando y tomando un cafecito y ahí, a la vuelta, haya una señora que no come.

¿Qué le diría a un joven que está interesado por meterse en la política?

Que trabaje, y que luche. Pero no con pasión. Algunos se meten porque les gusta la violencia. Hay que poner la cabeza. Uno es uno, tiene una familia. Todos deben tratar de vivir bien y respetar a los demás. Pero el que elige ese camino, y… la vida de Frondizi fue una vida dura. Pero los que toman en serio la lucha no sufren, porque se sienten cumplidos en sus imperios. Pero hay que manejarse con cordura. Yo creo mucho en estudiar, en el estudio. Se aprende mucho. Y eso ayuda.

Juan Ovidio Zavala Juan Ovidio Zavala Juan Ovidio Zavala Juan Ovidio Zavala Juan Ovidio Zavala Juan Ovidio Zavala Juan Ovidio Zavala Juan Ovidio Zavala Juan Ovidio Zavala