Esperpento: m. Persona, cosa o situación grotescas o estrafalarias. Estás hecho un esperpento con esa chaqueta de tu padre.
La existencia de una bi-coalición conservadora que actúa como un cepo para condicionar la representación política en la Argentina fue señalada tiempo atrás en este medio por quien esto escribe. Se agregó luego, antes de las PASO, que Milei no alteraba esa ecuación al enfatizar uno de sus polos. Esta afirmación debe ser verificada todavía en la siguiente instancia electoral a partir del resultado preliminar. Nadie previó la magnitud del repudio a la casta que se expresaría a favor del candidato esperpento.
Como suele suceder con los movimientos tectónicos profundos, estos fenómenos son difíciles de predecir. Y la predicción no es todavía una ciencia exacta, (quizás nunca lo sea, eso no se puede saber en estado actual del conocimiento). La muy ingeniosa descripción de los “tres tristes tercios” (Ignacio Zuleta) pone a la vista que hubo un pronunciamiento popular importantísimo que zamarrea al sistema político argentino como no había ocurrido en los últimos veinte años. Si se confirmara este giro de la opinión en la primera vuelta, deberíamos revisar nuestra teoría del bloque bi coalicional en confrontación con la política que realmente se aplique, sobre lo cual actualmente hay abundante especulación creativa.
La presunción de que el pueblo nunca (o, cínicamente hablando, siempre) se equivoca es completamente falsa. La expresión de la “voluntad popular” generalmente se corrige a sí misma, en función de la experiencia que los pueblos acumulan en términos históricos. Y como es evidente no lo hace desde el refinamiento de la teoría, sino como puede, “en el duro lecho de la historia” en la acertada descripción de Rogelio Frigerio. Los dueños de la política fracasaron y triunfó el esperpento. Relativizar su porcentaje es un ejercicio vano, puesto que la bicoalición funciona convirtiendo en insignificante las opciones realmente transformadoras. Un tercio es, por eso, una enormidad, sin mencionar el porcentaje del padrón que no asistió a votar. Y eso no puede ocultarse. Aniquila, al menos por ahora, la condición dominante de la bi-coalición conservadora. Tal vez deberíamos reemplazar “conservadora” (en homenaje a los muy respetables y verdaderos conservadores que realmente existen) por estatucuista, pero es un neologismo incomprensible.
Como siempre intentamos observar la política argentina desde las relaciones de fuerza y su envoltura ideológica deberíamos preguntarnos ahora si ha ganado poder la visión individualista machacada desde los noventa en nuestra patria. El individualismo se opone al reconocimiento de la persona como ser social e induce a actuar con desprecio del prójimo. Es una matriz con mucha prosapia, que ha acompañado todo el pensamiento occidental y el desenvolvimiento del capitalismo a escala mundial desde el siglo XVII. Se la ha querido maquillar con el forzado argumento de que cuanto menos solidarios somos mejor funciona la sociedad, donde cada uno cuida de sí mismo, lo cual no tiene verificación empírica posible.
Las sociedades más “liberales” avanzadas son las que más cuidan al conjunto con medidas de regulación y protección, aunque hay que admitir que desde hace cuatro décadas la brutalidad con que se han reforzado los mecanismos de acumulación a escala mundial ha hecho retroceder grandes conquistas del deseable estado de bienestar al que no sólo todo ser humano tiene derecho, sino que es absolutamente posible en este estadio de la humanidad.