Venezuela ha votado y el gobierno dice haber ganado. La oposición y algunos gobiernos suramericanos gritan «fraude». La gente se moviliza en las calles de Caracas, pero mucho más en los noticieros de TV y en las redes sociales. Washington, la UE, Brasil, México y Colombia solicitan que el gobierno muestre claramente el detalle, urna por urna, de los resultados de la vocación. Pero esos países no han dicho, hasta ahora, fraude; dicen irregularidades manifiestas, lo cual es innegable y es cuanto menos extraño declarar un ganador de las elecciones antes de que se conozca el resultado final, como lo hizo el CNE el lunes pasado. La dilación en mostrar los resultados de las urnas es un hecho poco frecuente y claramente sospechoso.
Sectores marxistas, antinorteamericanos o progresistas salieron a defender a Madura y a acusar a los opositores de golpistas, mientras los librepensadores libertarios se vuelven más enfáticos en declarar que el régimen es una dictadura total.
Los resultados favorables al gobierno chocan con las encuestas previas realizadas por empresas internacionales, por el cual se esperaba un arrollador triunfo de la oposición, bastante unida, por primera vez en décadas. Las prevenciones opositoras, que ya hablaban de la posibilidad de fraude, se convirtieron así en profecías autocumplidas. Ya lo vimos con anterioridad. Nada nuevo. El voto al gobierno es un voto cautivo: todos los trabajadores del sector público y de las empresas estatales venezolanas, más la mayoría de los integrantes de las FFAA y las FFSS y grupos de choque políticos. Mas las boliburguesía que goza de las mieles del régimen. No es poco.
Por los antecedentes uno debe suponer que la nomeklatura chavista, cualquier sea el resultado electoral, no iba a entregar el poder para salir en avión rumbo a Cuba o algún otro paraíso socialista siglo XXI. Recordemos todas las amenazas de Washington en ordenar la democracia en Venezuela, hacer un boicot fuerte y decisivo y negociar para encontrarle una salida al tema. Nunca se escaló a ese nivel. Las sanciones siempre fueron light para negociar negocios y aprovechar la geopolítica para mantener desunida a la América del Sur. A más fraccionamiento más poder para EEUU. Nunca EEUU expropió la estructura petrolera estatal venezolana asentada en EEUU, la empresa CITGO, con sede en Houston, que actualmente está embargada por deudas de empresas privadas canadienses y rusas. Conclusión: Washington no tiene demasiado interés en desplazar a Maduro. Pero claro tampoco puede aceptar un espectáculo bochornoso, del cual todavía no sabemos cómo terminará.
El triunfo de Maduro podría ser bastante pírrico. Su devastada economía depende de los dólares que recibe de la exportación de petróleo, bastante mejorada en los dos últimos años por la gestión comercial de la norteamericana Chevrón, elemento clave que no han tenido en cuenta los librepensadores libertarios, demasiados rápidos para desenfundar la condena mediática a la dictadura, sin analizar los detalles. No vieron que Maduro se adelantó a Milei en implementar la dolarización endógena. EL dólar ya es la moneda principal de Venezuela; los sueldos básicos estatales son muy bajos, menos de 100 dólares por mes. El 80 % del pueblo vive (es un decir) con esos sueldos miserables mientras la boliburguesía chavista vive ampulosamente y compra en los supermercados de lujo. Milei anda transitando ese camino, pero acusa al otro de no verla, simplemente porque uno se define socialista y el otro libertario. Dos desastres para los pueblos en nombre de la defensa de ideologías opuestas. Pero diferenciemos. Hasta ahora los criterios de libertad son muy diferentes y aquí no se persigue a nadie por sus ideas o expresiones, excepto si uno es funcionario de Milei, que busca más unidad de expresión entre sus huestes que Kim Jong-un en Corea del Norte.
EEUU podría desalojar a Maduro mediante el uso de la fuerza, pero obviamente no quiere ni tampoco lo puede hacer, por el alto costo de imagen que ello significaría; le compra el petróleo y manda a sus amigos a combatirlo políticamente mientras sigue haciendo negocios. Las actuales desprolijidades del régimen molestan a Rusia y a China, pero se ven obligadas a poyarlo, lo cual les resta imagen política en otros países de la región y también les complica la vida a sus defensores locales, Lula Da Silva y Petro, que no saben cómo ubicarse. AMLO la tiene más fácil pues siempre los mexicanos han atacado (“de pico”) abiertamente a los gringos, mientras hacen pingües negocios con ellos y les ayudan con el tema migraciones.
Se agitan mediáticamente las relaciones iraníes y rusas del chavismo, pero no alcanzan ni de cerca al poder que ejerce la inteligencia cubana. Además, ni Rusia ni China están interesadas actualmente en reproducir el desafío planetario que fue la URSS en los tiempos de la Guerra Fría, que si sostenía férreamente a Fidel Castro y a su régimen. Acabada la URSS, Cuba tuvo que arreglarse como pudo y así quedó su pueblo. La “mística” chavista es puro negocio; no es la ideológica del castrismo de aquellos tiempos.
Pero también muchos librepensadores libertarios y otros demócratas de la casta, no se han detenido a analizar el motivo de la llegada de Chávez a Venezuela: el desastre generado por el bipartidismo anterior (COPEI y AD), con Carlos Andrés Pérez, a la cabeza, que saquearon a Venezuela y dilapidaron la enorme fortuna que significaba las exportaciones de Petróleo a precios altos. No crearon un fondo de reserva para los malos momentos, como hizo Noruega con su petróleo del Mar del Norte; solo atinaron a hacerse millonarios y dejar esos petrodólares en los bancos del sistema global, mientras sometían a la pobreza a la mayoría del pueblo. No hay que olvidar las causas de los problemas actuales.
Es triste ver al Presidente, a muchos ministros, a honestos opositores jugarse en declaraciones contra el chavismo, que nada significan afuera. Ni para congraciarse con los EEUU. También es triste ver a otros seguir con la parodia de seguir apoyando la revolución del socialismo siglo XXI. En ambos casos, les podría servir para consumo interno o para dormir más tranquilos, haciendo la “militancia del LIKE”, como se acostumbra a hacer política ahora.
No deberíamos ocuparnos tanto de conflictos externos que nos exceden, cuando tenemos que intentar amigarnos entre nosotros y buscar una estrategia nacional, que nos permita resolver nuestros graves problemas. Queremos ser más papistas que el Papa, cuando en realidad el tema es de incumbencia directa de los EEUU y éste sigue esperando que el Colegio Electoral de Venezuela muestre el informe que la comunidad internacional reclama. Luego habrá tiempo para emitir opiniones, calificativos en forma madura y serena. Así ayudaremos a resolver seriamente los problemas.