*) Discurso de Arturo Frondizi pronunciado el 19 de enero de 1962 en la ciudad de Tandil con motivo a la inauguración del Dique del Fuerte.
«La mayor satisfacción que me deparan mis funciones de gobierno es la de recorrer el interior de la República y comprobar la trascendental transformación que se está operando en la geografía económica del país. La Republica Argentina está en camino de superar para siempre su imagen tradicional de un interior postergado y una ciudad capital hipertrofiada. Se está rompiendo el monopolio demográfico, técnico y político de Buenos Aires. Y este hecho tiene enorme consecuencias de todo orden. En primer término, ensancha el mercado interno en sus dos extremos de producción y de consumo, al multiplicarse la actividad económica a lo largo de todo el territorio. En segundo término eleva la gravitación social, cultural y política de la población del interior en el conjunto de la Nación. Esto quiere decir que el país se integra como una gran unidad productora y consumidora, y como una gran familia espiritual en la que ya no habrá hijos y entenados. Se produce pues una verdadera revolución, una revolución pacífica y positiva, de hondo contenido espiritual y humano, mucho más rreal y efectiva que las revoluciones violentas que destruyen y dividen a los pueblos.
La obra hidráulica que hoy se inaugura en Tandil es solo un aspecto de esta gran transformación argentina (se trata del Dique del Fuerte y el lago artificial que resguardan a la ciudad de las inundaciones)
Obras provinciales similares se están ejecutando en el sur, en el centro y en el norte del país. El control de las ingentes corrientes fluviales de nuestra geografía conquistará nuevas tierras para incrementar la superficie cultivable y, por ende, nuestra producción agrícola que se halla estancada desde hace años.
A estas obras hidráulicas se agrega el vasto plan de promoción energética que realizan de común acuerdo la Nación y las provincias. No puede hablarse de recuperación del agro sin energía abundante y barata. La energía cumple un doble propósito en el campo argentino: una función económica, al permitir la electrificación del proceso productivo; y una función social, al proveer electricidad a las comunidades rurales. La electricidad en los hogares rurales significa alumbrado, significa utensilios domésticos que abrevian y aligeran la tarea del ama de casa, significan radio y televisión para el esparcimiento familiar. En síntesis, la electricidad lleva al campo los beneficios de la gran ciudad, de modo que la población campesina goce del confort moderno y no se sienta impulsada a emigrar de su lugar nativo. Lleva, además, al productor agrario la posibilidad de incrementar sus beneficios tecnificando la explotación de sus predios.
En los países adelantados, la civilización se mide en términos de los kilovatios de que cada habitante dispone y consume. El Gobierno de la Nación y los de las provincias están empeñados en obtener para nuestro país los índices de consumo eléctrico por habitante que distinguen a los grandes países industriales del mundo. Por eso, el problema de la energía es una de las primeras prioridades del plan de desarrollo que hemos trazado. Puedo decir, con orgullo de argentino, que el gobierno de la provincia de Buenos Aires ha realizado en cuatro años, más que sus predecesores en cincuenta años. Un esfuerzo similar tenemos que promover a escala semejante en todo el territorio de la Republica, para dotar a todas sus regiones de energía indispensable para impulsar el desarrollo.
Aquí mismo, en Tandil, está en plena construcción la línea de alta tensión y la subestación que distribuirán en la zona la energía producida en la gran central termoeléctrica de Necochea. Desde la subestación Tandil partirán ramales a Ayacucho y Rauch.
También se está gestionando activamente entre la Municipalidad de Tandil y la Dirección de la Energía de la Provincia de Buenos Aires, la provisión de grupos electrógenos, para producir energía hasta tanto se terminen los trabajos del tendido de la línea de alta tensión desde Necochea.
Asisto, pues, con gran entusiasmo, a estos actos que revelan el esfuerzo de un pueblo en marcha, de un pueblo que está irrevocablemente decidido a transformar el país, a disfrutar de los adelantos tecnológicos de la era moderna y a suministrar a la población rural todos los beneficios de la civilización.
Esta es la Argentina que estamos construyendo. Yo apelo a todos los que me escuchan para que no descansen en esta histórica tarea. Los gobiernos no somos sino instrumentos del pueblo. Es el pueblo el que debe inspirarnos y el que debe exigirnos la contracción absoluta al servicio de la patria.»
Arturo Frondizi