Cuando Julio Argentino Roca permitió el izamiento de la bandera argentina en las islas Orcadas, sólo unos pocos percibieron lo trascendental del acontecimiento. A 115 años de la instalación de los primeros científicos argentinos en la Antártida, los promotores de aquella gesta patriótica merecen un agradecimiento eterno por crear un triunfo de la soberanía nacional.
Así mismo fue como lo interpretó Arturo Frondizi. En muestra de gratitud, se lanzó a la aventura de convertirse en el primer presidente argentino en pisar el continente antártico. Si bien se trata de una visita presidencial, los primeros días de marzo de 1961 fueron testigos de un hecho histórico y cargado de valor simbólico.
Ante el desconocimiento del denominado “continente del futuro”, es inevitable el surgimiento de la siguiente pregunta: ¿para qué sirve la Antártida?. En primer lugar, funciona como una reserva de los más valiosos recursos naturales (petróleo y hierro, por ejemplo). Por la ausencia de contaminación lumínica, es un lugar ideal para visualizar el espacio y, por lo tanto, para desarrollar los estudios científicos sobre esta materia. Además, almacena más de las tres cuartas partes del agua dulce de la Tierra. Es, sin dudas, el continente de la paz, ya que constituye el único territorio con fines pacíficos, siendo un símbolo de la cooperación internacional.
Dueño de una mirada global caracterizada por principios de libertad y paz, Frondizi es el protagonista de las páginas más importantes de la historia de la Antártida Argentina. Dos años antes a su visita, su mano firmó el Tratado Antártico, un documento que reconoce a Argentina como Estado miembro del continente y establece a la Antártida como un espacio con fines pacíficos.
En su mensaje en Base Decepción, Arturo Frondizi transmite el orgullo argentino hacia aquellos compatriotas que realizan sacrificios en pos de afirmar la soberanía nacional en la Antártida Argentina. Al día de hoy, integrantes de las Fuerzas Armadas, investigadores y técnicos, continúan esforzándose para cooperar en el desarrollo nacional desde el continente glaciar.
“Habéis quebrado una barrera de hielo y de distancia, pero más alta y poderosa, habéis vencido como varones cabales una barrera de comodidad y de egoísmo. Veo en vosotros a un símbolo del quehacer argentino de esta hora”. Las palabras del doctor Frondizi hacia los dignos constructores de la Antártida Argentina permanecen inmortales y son luz para los actuales hombres y mujeres que dedican tiempo de su vida para servir a la Patria desde la Antártida.
La llegada de Frondizi al continente más austral del mundo no sólo significó una afirmación de nuestra soberanía en territorio que nos pertenece, sino que marcó una mirada hacia un mejor futuro posible. La cuestión ambiental también fue atendida por el histórico líder del MID. Teniendo como eje el bien de la humanidad, Frondizi se preocupó por los daños de las explosiones nucleares, motivo por el cual ratificó la prohibición de cualquier tipo de detonación atómica y la eliminación de desechos radiactivos en el continente. La Antártida conforma un ecosistema tan frágil que si se quiebra su equilibrio ambiental, las consecuencias repercutirían no sólo en el continente sino en el resto de los habitantes de la Tierra. Por consiguiente, el llamado de Frondizi a cuidar la Antártida significa una invocación a proteger nuestra casa común para que el desarrollo técnico acompañe al desarrollo moral de los hombres.
La necesidad de reafirmar lo que nos es propio se mantiene más que vigente, así como también la promoción de argentinos que anhelen un progreso integral para el país, abarcando desde lo material hasta lo espiritual. En este sentido, la Antártida Argentina representa un bastión fundamental que alimenta el crecimiento de la investigación nacional y el orgullo de ser poseedores de soberanía nacional en aquel continente.
En definitiva, la visita de Frondizi inmortalizó una huella argentina sobre la nieve antártica. Remarcando la necesidad de poner en común esfuerzos con el fin de liberar del subdesarrollo a la totalidad de la población del país, la visión de un estadista como Frondizi ratificó las bases para consolidar nuestra soberanía bajo los fundamentos de solidaridad, sacrificio y servicio a la Patria.
Frondizi nos heredó un legado espiritual para continuar edificando nuestro país sobre rocas sólidas. Un legado que se sintetiza con sus propias palabras: “es preciso saber abandonar la fácil comodidad del momento por la alta finalidad del mañana”.
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