virtudes sanmartinianas
Monumento a San Martín en Mar del Plata

Para Arturo Frondizi, las virtudes sanmartinianas eran las más altas que podía exhibir el pueblo argentino. Así lo destacó en un discurso en junio de 1960, cuando inauguró, como presidente, un monumento de San Martín en París: «Es la síntesis de la historia de una nación. Es el símbolo de la lucha de un pueblo por su propio destino (…) El general José de San Martín expresa en grado excelso las más altas virtudes que pueda exhibir el pueblo argentino. La nobleza inquebrantable, el desprendimiento en sus sacrificios, la sencillez y el silencio, su fe en la libertad del hombre y en el triunfo final de la dignidad, son los rasgos que trazan un perfil heroico que es ejemplo y meta de nuestra patria»

En aquella tarde parisina, Frondizi señaló: «Los ideales que iluminaron su marcha son los mismos que dieron trascendencia a nuestra emancipación.  Su convicción de que el hombre debe ser arquitecto de su propio destino lo llevó a conquistar la libertad de su pueblo.  Bajo la inspiración de la fraternidad condujo la antorcha libertadora a tierras hermanas.  Fiel al principio de igualdad de los pueblos, bajó su espada para que los brazos que él liberara fueran también libres para construir su propio futuro».

Estas virtudes sanmartinianas vinculan al libertador con Arturo Frondizi: el guerrero y el estadista. Quizá en el discurso pronunciado en el Colegio Militar de Bolivia, en La Paz, en mayo de 1961, se evidencia claramente el punto de unión entre ambos: la lucha contra la desintegración, la discordia y el sectarismo, la creencia y el trabajo en pos de la unidad de los argentinos. Dijo entonces Frondizi: «Él señaló el rumbo de la nación unida, en momentos en que las luchas sectarias, y las pasiones políticas, amenazaban con precipitar a nuestro pueblo en la desintegración y la frustración de sus objetivos». Es acertado decir que Frondizi fue continuador de ese legado.

Pintará finalmente una figura completa del Libertador durante su visita a España en 1960: «José de San Martín expresa, con espléndida perfección, la síntesis de las virtudes más elevadas que puede exhibir nuestra tierra.  Al conjuro de su nombre evocan los argentinos la grandeza de su alma, sus desvelos por la patria, el desinterés que fue ley inquebrantable de su vida, la recta firmeza de su carácter, la inmarcesible trascendencia de su gesta. La invocación de su figura es una y la misma que la del nacimiento de nuestra patria».