¿Qué diría, según Chat GTP Plus, Rogelio Julio Frigerio sobre la economía argentina de 2025?

Entrenamos a Chat Gtp Plus y le pedimos que analice la situación económica social actual (mayo 2025) en base al análisis de la bibliografía y artículos de opinión de Rogelio Julio Frigerio. Te compartimos el resultado...

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Una versión "virtual" de Rogelio Julio Frigerio armada por Chat GTP Plus
Una versión "virtual" de Rogelio Julio Frigerio armada por Chat GTP Plus

En un escenario donde los principales medios celebran la baja de la inflación y el superávit fiscal, conviene detenerse un momento y preguntarse: ¿qué diría alguien como Rogelio Julio Frigerio ante la situación económica argentina de 2025? No como un ejercicio de nostalgia, sino como una forma de recuperar una mirada profundamente estructural y nacional sobre el desarrollo. Frigerio no pensaba en términos de ciclos políticos, sino en procesos históricos de acumulación, transformación productiva y soberanía.

Frigerio fue un pensador y dirigente que no se conformaba con los equilibrios macroeconómicos. Desde su perspectiva, estabilizar la economía era una condición necesaria, pero absolutamente insuficiente. La verdadera tarea era transformar la estructura productiva para que el país deje de ser dependiente de las exportaciones primarias, del capital especulativo y de un Estado que ajusta en vez de planificar. En sus propias palabras: “No se trata de ajustar el presente, sino de construir el futuro.”

La estabilización, un punto de partida

No cabe duda de que el gobierno actual ha logrado una desinflación acelerada: el índice de precios al consumidor se redujo a menos del 5% mensual en abril y la inflación interanual cayó al 47,3%. También se alcanzó superávit financiero primario, sin recurrir a financiamiento monetario. Desde los libros de texto, estos son logros indiscutibles.
Frigerio los hubiera reconocido, pero también habría advertido que una economía no se estabiliza solamente con disciplina fiscal y monetaria. Porque si esa estabilización se logra a partir de la licuación de salarios, el freno a la obra pública, la caída de la demanda interna y la apertura de importaciones, el resultado no es una economía en desarrollo sino una economía ordenada para seguir siendo dependiente.

“Equilibrar las cuentas puede servir al corto plazo, pero no reemplaza la necesidad de crear una economía que se sostenga por sí misma.” (Frigerio, 1986)

El tipo de cambio como señal de advertencia

Frigerio fue crítico de los modelos que, como el de Martínez de Hoz o el de Cavallo, fijaban el tipo de cambio como ancla antiinflacionaria. Aunque Cavallo no se declaraba antiindustrial, Frigerio lo criticó con claridad por sus efectos concretos: deterioro del aparato productivo, cierre de empresas, ingreso de importaciones baratas y reprimarización. En su análisis del plan de convertibilidad, advirtió:

“El tipo de cambio fijo favorece al capital financiero y castiga al industrial.”

El modelo actual, aunque con diferencias, parece repetir esa lógica. El tipo de cambio oficial se mantiene bajo en términos reales, al tiempo que se liberalizan importaciones. Las reservas netas del BCRA mejoran, pero la actividad industrial cae y la balanza comercial se sostiene gracias a un superciclo de exportación primaria. Como en los ’90, la macro mejora pero la estructura se debilita.

“Un país que abandona su industria queda condenado a importar lo que no produce y exportar lo que otros transforman.”

Inversión extranjera: ¿enclave o integración?

El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), parte de la Ley Bases, propone incentivos fiscales, aduaneros y cambiarios para atraer inversiones. Desde la mirada desarrollista, Frigerio hubiera celebrado que se busque atraer capital. Pero también habría advertido que no toda inversión es igual.

Frigerio impulsó la siderurgia, la petroquímica y la industria automotriz, no como enclaves sino como partes de un sistema productivo articulado con proveedores locales, empleo formal, tecnología y planificación estatal. En su doctrina, la inversión debía insertarse en un proyecto nacional.

“Lo esencial es que los capitales se sometan a la planificación del desarrollo, no que la planificación se someta a los capitales.”

Hoy, sin políticas activas de integración, muchas inversiones se limitan a la explotación de recursos naturales con bajo valor agregado. La visión frigerista exigía que esas inversiones se conectaran con cadenas de valor internas, emplearan trabajadores nacionales calificados, dinamizaran regiones postergadas y generaran efectos multiplicadores. La pregunta no era cuánto se invertía, sino qué tipo de nación construía esa inversión.

“La cuestión central es qué tipo de nación queremos ser. Aquella que integra a su pueblo en el trabajo y el progreso, o aquella que exporta recursos mientras importa pobreza.”

El rol del Estado como planificador

Para Frigerio, el Estado debía cumplir un papel activo: planificar, invertir, orientar el crédito y coordinar al sector privado. No se trataba de estatismo, sino de una dirección estratégica. Creía que el mercado por sí solo no corregía los desequilibrios territoriales, ni promovía encadenamientos industriales, ni garantizaba empleo digno.

“El mercado es un instrumento; el Estado, el conductor.”

En ese sentido, el actual recorte de obra pública, la paralización de proyectos logísticos, energéticos o ferroviarios y el achicamiento de las capacidades técnicas del Estado van en sentido contrario al ideario frigerista. Sin infraestructura, no hay integración regional ni atracción de inversiones genuinas. Y sin política pública, no hay desarrollo equitativo ni salto tecnológico.

Un acuerdo de clases para el desarrollo

Frigerio hablaba de la necesidad de una “alianza de clases y sectores” que reuniera a trabajadores, empresarios y el Estado en torno a un proyecto nacional. Sabía que la acumulación de capital productivo requería consenso, estabilidad política, respeto por el ahorro interno y un horizonte compartido.

“El desarrollo no es solo una estrategia económica, sino una tarea colectiva. Requiere de todos: del obrero y del ingeniero, del empresario y del maestro.”

Hoy, esa alianza está rota. La caída del salario real, el conflicto con las economías regionales y la falta de un programa industrial impiden imaginar una senda de desarrollo inclusivo. La Argentina estabiliza sus precios, pero no recupera su tejido productivo. El equilibrio fiscal, sin justicia distributiva ni planificación, es apenas un orden para pocos.
Frigerio insistía en que lo que hacía más Nación no era sólo crecer en exportaciones o bajar el déficit, sino integrar regiones, sectores y personas. Incluir a los que no estaban. Dar trabajo formal. Conectarlos a la cadena de valor nacional. En definitiva:

“Somos más Nación cuando todos caben en el proyecto nacional. Cuando no hay regiones condenadas al atraso ni ciudadanos descartables.”

Ciencia, industria e integración productiva: el corazón del desarrollo

Frigerio rechazaba de plano la idea de que un país como Argentina pudiera sostenerse en el tiempo solo como exportador de materias primas. La historia le enseñaba que los países que se desarrollaron apostaron a la industria, a la ciencia y a la tecnología. En su libro «Ciencia, Tecnología y Futuro», insiste en que la planificación productiva debía incluir a los sectores dinámicos del conocimiento.

«La industrialización del país y su modernización tecnológica no son un lujo. Son una necesidad imperiosa para asegurar trabajo digno, autonomía y crecimiento sostenido.»

Para Frigerio, el desarrollo no consistía en elegir entre el campo y la industria, sino en articular ambos dentro de un modelo de acumulación nacional. La integración productiva significaba encadenar al agro con la industria alimentaria, la metalmecánica con la construcción, la petroquímica con la energía, y todo esto con las universidades y centros de investigación.

«La ciencia aplicada a la producción es el camino para romper la dependencia y generar soberanía. No hay desarrollo sin tecnología propia ni tecnología sin industria que la absorba.»

La Argentina de 2025 enfrenta desafíos enormes: transición energética, innovación industrial, exportaciones con valor agregado. Para Frigerio, no hay atajos: la única respuesta real y transformadora está en la construcción de un tejido productivo denso, integrado y capaz de generar empleo y divisas.

Conclusión

Frigerio no negaría los logros del gobierno en términos de estabilización, pero los consideraría insuficientes y hasta peligrosos si no se traducen en una estrategia de desarrollo. Su pensamiento invita a mirar más allá de las variables de corto plazo y a construir un rumbo basado en la industria, la integración territorial, la inversión productiva y el acuerdo social.
Porque, como afirmaba en 1968:

“El desarrollo es la única revolución verdaderamente pacífica.”

Fuentes:
• INDEC, informe IPC abril 2025.
• FMI, Staff Report Argentina 2025.
• Frigerio, R.J. “Hacer desarrollo o remendar la vieja estructura” (1968).
• Frigerio, R.J. “Economía política y política económica nacional” (1986).

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