La agenda del desarrollo queda opacada por las discusiones sobre el pasado, según Ernesto Sanz. El dirigente radical criticó el martes con dureza la gestión del Gobierno en una charla organizada por la Fundación Frondizi donde sostuvo que se ha impuesto dentro del gobierno el sector liderado por la vicepresidenta, Cristina Fernández. “La agenda es la de 2009: medios y justicia. No es la agenda que planteó Alberto Fernández en marzo en el Congreso. No es la agenda con la que se sienten más cómodos los que llegaron con Alberto, como Gustavo Béliz, Matías Kulfas, Vilma Ibarra y Marcela Losardo. Pero lo cierto es que es la agenda”, cuestionó el mendocino y calificó al gobierno como un “remedo” del ciclo político kirchnerista de 2003 a 2015.
La pandemia generó empatía con el Gobierno, sostuvo Sanz, porque era un problema del presente. Consideró que por eso la sociedad apoyó en un inicio la cuarentena, aunque fuera muy rígida. Ese respaldo social, sin embargo, se deterioró con el paso del tiempo y el agravamiento de los problemas, según el radical. Más allá del COVID-19, Sanz sostiene que solo hay dos temas en la agenda del gobierno: la reestructuración de la deuda y la reforma judicial. «Son dos temas del pasado. La deuda es un tema importante, no lo minimizo, pero tiene que ver con resolver un problema del pasado que tiene impacto en toda la sociedad. La reforma de la justicia, en cambio, es un tema del pasado que solo beneficia a unos pocos», cuestionó, en referencia a las causas penales de la vicepresidenta.
Entre los temas que el Gobierno debería debatir y no aborda, según Sanz, están el desarrollo del sector energético, la promoción de exportaciones y la crisis de las PyMEs. «No se puede vivir siempre de un ATP [el programaAsistencia y Emergencia al Trabajo y la Producción]«, criticó. En materia energética, consideró que YPF está atravesando «su peor momento». «La agenda del desarrollo hoy tiene cosas de la agenda que impulsó Frondizi, las del desarrollismo de toda la vida. Tenemos un modelo de desarrollo que siempre está en ese punto y no despega”, afirmó el radical.
Equilibrio y alternancia
A pesar de que sostuvo que el Gobierno es esencialmente similar al del ciclo kirchnerista, Sanz subrayó que el sistema político es diferente al que hubo en el periodo de 2003 a 2015 por dos razones: la fortaleza de la oposición y la movilización de la sociedad civil. El expresidente de la Unión Cívica Radical recordó que durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández la oposición estuvo muy debilitada y contrapuso esto con la situación actual. «Hay un sujeto político que se llama Juntos por el Cambio y monopoliza la oposición, esto antes no ocurría», destacó. La sociedad civil, planteó, también está más movilizada y esto se ve reflejado en las marchas por el intento de expropiación de Vicentín y la del pasado 17 de agosto.
«El peronismo se había acostumbrado a gobernar en tierra arrasada y, por primera vez, se encuentra con una oposición enfrente», subrayó. Para Sanz, esta nueva configuración política garantiza dos condiciones: equlibirio y capacidad de alternancia. El equlibirio se manifiesta en el día a día y en el contrapeso del poder legislativo, mientras que la posibilidad de la alternancia se verifica en las elecciones, cada dos años, completó el radical.
El equilibrio de fuerzas es una oportunidad para el diálogo político que está siendo desaprovechada, según Sanz. El Gobierno, consideró, tiene un interlocutor válido en la oposición y tiene la responsabilidad de convocarlo para pensar en una agenda de largo plazo. «El Gobierno no convoca a pensar políticas de Estado, convoca para que lo ayuden a sacar la pata del barro», criticó y advirtió de que la oposición no puede mantenerse a la defensiva y debería plantear una agenda de propuestas.
La expresión «unidad nacional» ya no le genera entusiasmo, admitió Sanz. No porque promueva el disenso, sino porque considera que se convirtió en un cliché. Y sostuvo que las divergencias entre el oficialismo y oposición tienen raíces profundas. «La democracia tiene en Argenina dos modelos diferentes, que algunos llaman grieta. Uno es la democracia liberal republicana clásica y el otro es más tendiente al populismo. Hay una suerte de cultura del pobrismo que al final del camino parece que busca que todos seamos iguales, pero igual de pobres. Esta cultura se come las bases de un modelo que hizo grande a Argentina, que era el modelo del progreso social, el modelo del desarrollo», señaló.
Duhalde y la posibilidad de un golpe de Estado
Las declaraciones del expresidente Eduardo Duahlde sobre la posibilidad de un golpe de Estado en Argentina estuvo presente en la mayoría de los debates políticos de la semana; y la charla de la Fundación Frondizi no fue la excepción. Sanz consideró que la afirmación de Duahlde fue un exabrupto, pero advirtió de que el expresidente es un dirigente experimentado y conoce la situación en el conurbano bonaerense. “Probablemente, Duhalde esté viendo algo que nosotros no vemos. En 2001 hubo un golpe y no había militares; fue un golpe desde el conurbano”, alertó y señaló como “un combo peligroso” la situación que atraviesa el país por la fragilidad social, el aumento de la inseguridad y el prolongado aislamiento social por la pandemia.
Frente a los desafíos del país, Sanz reclamó que el presidente convoque a un Consejo Económico y Social plural para debatir las políticas para la pospandemia. Y señaló que un primer buen gesto para generar un diálogo sería que el Gobierno retirase el proyecto de reforma judicial. Algo que no cree que vaya a ocurrir porque es impulsado por CFK. «El presidente tiene que demostrar que el que gobierna es él y que el proyecto de Gobierno es el que propone él», planteó. Y sostuvo que, si lo hiciera, encontraría una oposición dispuesta a sentarse en una misma mesa.
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