¿Tiene vigencia hoy el pensamiento de Rogelio Frigerio?

Le preguntamos a Chat GTP Plus si el pensamiento integracionista desarrollista de Rogelio Frigerio tiene vigencia en este contexto global y en particular el argentino a mediados del mandato de Javier Milei...

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Rogelio Frigerio es junto a Arturo Frondizi el referente del desarrollismo nacional: La vigencia del legado esta intacta porque el desarrollo sigue siendo una tarea pendiente
Rogelio Frigerio es junto a Arturo Frondizi el referente del desarrollismo nacional: La vigencia del legado esta intacta porque el desarrollo sigue siendo una tarea pendiente

La respuesta es un rotundo sí. No solo tiene vigencia: es más actual que nunca. En un mundo atravesado por nuevas tensiones geopolíticas, crisis de abastecimiento, reconfiguración de cadenas productivas, relocalización industrial e impulso a la transición energética, la noción de desarrollo nacional con base en la industria, la ciencia y la tecnología vuelve a ser central.

Frigerio sostenía que ningún país puede desarrollarse de manera soberana si no produce lo que consume y si no transforma lo que exporta. Esa idea, que parecía de otra época cuando dominaban los consensos neoliberales, ha recobrado fuerza incluso en las economías más avanzadas. Estados Unidos, la Unión Europea y China compiten hoy por la innovación, la autonomía energética y el dominio de tecnologías estratégicas. La industria volvió al centro del tablero.

Argentina, sin embargo, enfrenta desafíos estructurales más profundos: restricciones externas, debilidad fiscal, pobreza, baja productividad, informalidad, escasa inversión privada y dependencia de exportaciones primarias. En ese contexto, muchos sostienen que un proyecto de desarrollo como el que proponía Frigerio sería inviable. Que no hay capital, que falta infraestructura, que es mejor resignarse a exportar lo que ya tenemos.

Pero Frigerio jamás pensó en resignarse. Pensaba en acumular capacidades, multiplicar esfuerzos, alianzar sectores, invertir con criterio estratégico, y sobre todo, en construir un Estado que piense en grande, con visión y con gente capacitada. Ante la falta de capital, proponía orientarlo. Ante la falta de competitividad, mejorarla con infraestructura, ciencia, financiamiento productivo, planificación y trabajo conjunto entre sectores.

“El subdesarrollo no es una fatalidad, es una estructura que puede ser cambiada.” (R.J. Frigerio)

En el fondo, su visión no era una simple propuesta económica. Era una concepción de Nación: un país que integra regiones, trabajadores, industrias, universidades y mercados. Que no excluye, sino que convoca. Que no improvisa, sino que planifica. Que no espera milagros, sino que se pone a trabajar.

Hoy, en medio de un orden mundial incierto y de un país que intenta estabilizarse sin un rumbo productivo claro, la pregunta por el desarrollo no puede esperar. Rogelio Julio Frigerio dejó una hoja de ruta.

No olvidemos que a fines de los años 50 y comienzos de los 60, Argentina demostró lo que era posible hacer con una estrategia nacional: se alcanzó la autosuficiencia petrolera, se multiplicó la producción industrial, se instaló la base de industrias automotrices, químicas, siderúrgicas, se crearon universidades y centros técnicos, todo en pocos años (“nadie hizo más en menos tiempo”). Aquella experiencia no estuvo exenta de errores ni obviamente responde punto por punto a los desafíos actuales; pero nos legó una metodología y una doctrina que hoy mantiene plena vigencia. Esa doctrina desarrollista, adaptada al siglo XXI, es la que puede inspirarnos para salir de esta encrucijada.

Corresponde a esta generación decidir si la retoma o si, una vez más, posterga el futuro.

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