El país no tardó en advertir la impotencia de la revolución del 55 en su vana tarea de extirpar de la historia nacional los diez años anteriores. Sin embargo, sus grupo de dirigentes estaban en condiciones de de aspirar a imponer un continuismo de apariencias liberales y contenido reaccionario y antipopular. Contra ese intento se enfrentó el proyecto de recomponer la conjunción de las fuerzas nacionales, fracturada en los últimos años del gobierno peronista pero único camino para avanzar hacia los objetivos de la liberación y la justicia. Tal proyecto lo asumió la Unión Cívica Radical Intransigente, a partir de la ruptura con el unionismo en 1956. La división del viejo tronco radical capacitó a la nueva UCRI para la trascendente tarea de restablecer la unidad del resquebrajado frente Nacional. En efecto, la lucha que culminó con la escisión partidaria no fue una lucha que sostuviéramos por la supremacía de la tendencia interna ni por el triunfo de una candidatura, sino por rescatar las tradiciones yrigoyenistas e incluir al partido en la tendencia del fondo del Movimiento Nacional, restableciendo su unidad histórica. Se trataba de si el radicalismos quedaba atado a la concepción de los continuadores de los «galeritas» (alvearistas), que en su momento enfrentaron a los «peludistas» (yrigoyenistas), o si se recomponía la unidad de las fuerzas nacionales.
Fue, precisamente en 1956, cuando con otros correligionarios nos batíamos casi solos en un partido que había sido la vanguardia en la lucha contra el peronismo, cuando se produjo la confluencia con el equipo que encabezado por Rogelio Frigerio, había convertido a la revista Qué en tribuna de agitación y doctrina del movimiento nacional.
Nuestra decisión de avanzar sin concesiones en el debate interno terminó en la división de la Unión Cívica Radical. De allí en mas decidimos iniciar la difícil empresa de formar el nuevo partido que pudiera ser motor y núcleo organizativo del Frente. Para todo eso, el aporte teórico y práctico del grupo conducido por Frigerio fue decisivo.
A esta fecunda confluencia política, a partir de la cual quedaron definidos los rasgos esenciales del desarrollismo, se agregaron al poco tiempo aportes de otros orígenes. Entre ellos se contaron sectores del socialcristianismo nacionalista, hombres del movimiento obrero, viejos militantes de la izquierda universitaria y política, y grupos del conservadurismo. Todos ellos entendieron que no hay ideas individuales, por mas valiosas que sean, que puedan prosperar sino constituyen momento dentro del Movimiento Nacional, y advirtieron, desde sus distintos puntos de vista, que para canalizar su preocupación social y su vocación democrática, tanto como para enriquecer nuestras tradiciones y nuestra herencia histórica , era necesario concurrir en la lucha por el desarrollo, por la restitución de la soberanía popular, y por la integración de la nacionalidad.
En el lapso que va desde que el unionismo lleva adelante la división del radicalismo para colocarlo fuera del Movimiento Nacional, hasta los comicios generales de 1958, la entonces UCRI transcurre por un agitado período en el que suceden etapas de decantación ideológica, organización interna y confrontación electoral. Desde un primer momento comenzó en el partido la tarea de aislarnos del equipo formado por la revista Qué, y hasta hubo quien, dentro de las filas partidarias, llevó sus exigencias hasta requerir abiertamente la ruptura. Aquellos planteos no respondían a motivaciones partidarias internas, como tampoco los distintos episodios reiterativos que se sucedieron desde entonces. Obedecían en cambio a la táctica, probadamente eficaz, de los enemigos del Movimiento Nacional que buscaban abortar la cristalización del Frente introduciendo cuñas divisionistas entre las fuerzas populares.
Las elecciones de Constituyentes de 1957 significaron una prueba de fuego para la cohesión interna del nuevo partido. Un análisis oportunista de los resultados llevó a muchos dirigentes a cuestionar la política electoral de la UCRI y a afirmar que la conducíamos por un camino de derrota sin advertir lo fundamental de aquel resultado: que los votos de la UCRI sumados a los emitidos en blanco representaban la mayoría del electorado , cubrían toda la geografía de la República y mostraban, anticipadamente, el triunfo de las elecciones de 1958.
Extracto del Libro: Frondizi, Arturo «El Movimiento Nacional. Fundamentos de su Estrategia» (Capitulo 4, punto 5 pág. 157 Ed Losada)