albertismo
El presidente, Alberto Fernández. / Twitter de @alferdez

Hay un antes y después en la relación de Alberto Fernández y Cristina Kirchner tras la carta de la vicepresidenta, donde critica la gestión actual. El oficialismo trató de ocultar la incomodidad, incluso el presidente intentó maquillarlo. Pero esas líneas molestaron en la Casa Rosada. Tanto, que provocaron la primera baja en el gabinete: María Eugenia Bielsa, exministra de Desarrollo Territorial y Hábitat.

Cristina Kirchner advirtió en la carta de que había «funcionarios que no funcionan»: Bielsa era una de las señaladas. El cuestionamiento de la vicepresidenta se sumó a las críticas que venían haciendo los gobernadores y los intendentes peronistas del conurbano a la ministra cesante. La reemplazará el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, un cristinista puro. Ferraresi es el vicepresidente del Instituto Patria y tiene buena sintonía con el presidente. La designación es un gesto de Alberto hacia los intendentes.

La escalada del kirchnerismo de paladar negro no termina en este ministerio. El próximo paso es nombrar en la Procuración General de la Nación a un acólito fiel al Instituto Patria. El presidente Alberto Fernánez postuló a Daniel Rafecas para el cargo, pero el kirchnerismo se opone a su designación y propone una reforma de la ley de la Procuración.

Quiénes apuestan por el ‘albertismo’

La avanzada del sector liderado por Cristina Kirchner reactivó en el entorno del presidente la misión urgente de armar el albertismo. En esa misma línea están los gobernadores y los intendentes peronistas. Estos últimos tienen motivos para estar agradecidos: el presidente dio el visto bueno para que se derogue la ley que impide la rereelección en los municipios bonaerenses. Esta iniciativa tiene consecuencias directas en la interna del Frente de Todos: la posibilidad de renovar sus mandatos pondría freno a las aspiraciones de La Cámpora de poner a sus cuadros al frente de estos distritos.

Algunos gremios también apoyan la creación del albertismo. La relación del presidente con la CGT, sin embargo, se enfrío esta semana porque parte de la dirigencia sindical vislumbra que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) vendrá de la mano de un ajuste económico. El sector de los gordos —los gremios con mayor número de afiliados— presionó en una reunión del consejo directivo de la CGT el martes para convocar a un paro general; la propuesta fue rechazada por la mayoría.

El principal obstáculo para la creación del albertismo es la voluntad del presidente de romper con su compañera de fórmula. Es evidente que Alberto Fernández ganó gracias a la decisión de Cristina Kirchner de bajar su candidatura presidencial y apoyarlo. De todos modos, la vicepresidenta se encargó de subrayarlo en la carta del 27 de octubre. En un pasaje revelador destaca: «…con el volumen de nuestra representación popular, [decidimos] resignar la primera magistratura para construir un frente político con quienes no sólo criticaron duramente nuestros años de gestión, sino que hasta prometieron cárcel a los kirchneristas en actos públicos o escribieron y publicaron libros en mi contra».

La carta apunta a varios integrantes del Frente de Todos, sin nombrarlos. Se refiere al titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; a la ministra de Justicia, Marcela Losardo; a la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra; al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; y al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero.. La vicepresidenta también fustigó al empresariado nacional de ser antiperonista y los responsabilizó de diferentes males que aquejan a la nación.

El ‘albertismo’ toma forma

Las declaraciones de Vilma Ibarra tras la carta son un síntoma de que el albertismo intenta tomar forma. «Me alegra escuchar a Cristina Kirchner decir que quien decide es el Presidente», dijo Ibarra, una espada del Alberto Fernández, a La Nación. 

El presidente también movió sus fichas. Junto a Cafiero, recibió a Gerardo Morales, el gobernador opositor más cuestionado por la vicepresidenta. Cristina Kirchner acusa al jujeño de haber presionado a la Justicia para encarcelar a la dirigente social, Milagro Sala. El gran ausente de la reunión fue el ministro del Interior, Eduardo Wado De Pedro, que reporta a la vicepresidenta.

Alberto escuchó con atención el pedido de gobernadores —del PJ y opositores— para que se suspendieran las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) que por ley deben realizarse antes de cada elección. Los gobernadores peronistas quieren evitar que el cristinismo y La Cámpora armen internas partidarias en sus distritos. En privado, estos mismos gobernadores insisten para que Alberto asuma la presidencia del PJ nacional. Un paso muy simbólico para definir el perfil de su gobierno: es peronista y está liderado por él.