El gran logro —y también el más costoso— de la reducción del gasto público corre el riesgo de volverse inocuo frente al desbordante aumento de las tasas de interés que el gobierno aplica para frenar la fuga al dólar. Para peor, las maniobras contables patean esos pagos hacia adelante y permiten exhibir un superávit primario que oculta la bola de nieve de deuda acumulada. Lejos de impulsar políticas que atraigan inversiones genuinas, la gestión económica se comporta como una mesa de dinero: posterga compromisos, asume nueva deuda y licúa ahorros en una carrera insostenible que ya terminó mal muchas veces en nuestra historia. La urgencia de un programa de desarrollo es hoy imperante
Para hacer de Vaca Muerta una realidad económica / rentable, se necesitan obras de infraestructura y la disponibilidad de grandes sumas de inversiones en activos físicos, como así también, capital humano y soluciones tecnológicas -ingenieriles-,
El presidente dice que quiere convertir al país en el "cuarto centro mundial de inteligencia artificial" pero busca posicionarla en la periferia de la industria. Como proveedora de recursos naturales: tierra y energía.
El desarrollo parece ser un horizonte, un objetivo general, un ideal hacia el cual dirigir una política... ¿o puede ser una política concreta? Si es posible concretamente una política de desarrollo, ¿cómo se define?
La gran pregunta es por qué a Argentina le cuesta la agenda de la competitividad y definir qué sectores priorizar, señala el economista Eduardo Fracchia
Entrevistamos a la fundadora de Trend Smart Cities quien analiza la relevancia de promover ciudades inteligentes, sostenibles e innovadoras para el mejor desarrollo de las personas
Resolver estructuralmente nuestro estancamiento no es lo mismo que estabilizar o reducir el déficit. Para evitar volver a caer en el estancamiento es necesario ir mejorando las actividades económicas e incrementar su valor en el mercado global. La inversión en innovación y desarrollo científico tecnológica son las claves para lograrlo
Sería importante que el tipo de cambio real (TCR) tome como un dato al “costo argentino” y acompañe la situación competitiva de las empresas nacionales. Cuanta más baja es la productividad de un país, más alto debe ser el TCR y, por ello, de no corregirse la distorsión de precios relativos, gran parte del aparato productivo (no solo la industria, sino también sectores relevantes del agro) verá comprometido su futuro