Invitado a reflexionar sobre la imperiosa necesidad de un acuerdo entre los argentinos que detenga nuestra decadencia y nos encamine la desarrollo, considero oportunas las siguientes cuestiones.

En primer lugar es clave entender entre quienes se debe acordar. Debo decir que, como la inmensa mayoría de los humanos, me siento más inclinado a persistir en mis ideas y discutirlas con quienes tienen sintonías similares. Como todos, prefiero mantenerme en lo que ahora se denomina “la zona de confort”. Me parezco poco a Mahatma Gandhi o a Mandela pese a mi inmensa admiración por este último. Ellos celebraron acuerdos con sus más acérrimos adversarios en virtud de conseguir la anhelada paz social.

Además, hay que asumir que todos quienes hemos sido formados en una actitud militante, en alguna medida somos más o menos sectarios, actitud nefasta que nos obliga a estar especialmente atentos. acuerdo entre los argentinos

En el caso de los desarrollistas, afortunadamente, quien nos inculcó las ideas que perseguíamos con ahínco nos inoculó también, a modo de anticuerpos, la vacuna que pese a todo nos permite buscar acuerdos. De las muchas enseñanzas que nos impartió Rogelio Frigerio hay una que seguramente no es la mas importante pero que siempre recuerdo y me ha sido de gran utilidad en la vida, hasta en la trascendente tarea de intentar educar a los hijos. El Tapir repetía ante nuestras expresiones sectarias y belicosas que: “no es cierto que nosotros somos los buenos y los otros son los malos”,  sino que “somos buenos cuando hacemos cosas buenas y somos malos cuando hacemos cosas malas”. No hay por lo tanto buenos y malos por definición y para siempre. Es un comienzo para pensar en acordar.

Por estas razones considero que es fundamental entender que «acordar» implica hacerlo con los que no estamos de acuerdo, porque con los que estamos de acuerdo es fácil, y hasta placentero, pero inútil. Si países como España o Alemania pudieron lograr un acuerdo y proyecto común luego de las tragedias que vivieron en la primera mitad del siglo XX, también nosotros debemos poder.

Establecido lo anterior diré que un error muy común cuando se intentan acuerdos -o cerrar la grieta como diríamos ahora- es pensar en acordar con personas. Eso agrega las características de cada uno, su pasado, su temperamento y rencores y todo eso sumado usualmente no ayuda. Se debe acordar entre pensamientos, programas, clases y sectores. acuerdo entre los argentinos

Y, después de haber establecido la importancia de acordar, debo decir que esto no es lo mas importante. Acordar es instrumental a la necesidad de tener un proyecto.

El objetivo es reunir la mayor fuerza política detrás de un objetivo común suficientemente coherente como para definir el sendero de construcción que debiéramos recorrer acordando sobre lo básico. El proyecto es lo importante porque establece prioridades y permite tomar decisiones. Es la brújula sin la cual no se pude navegar. Inclusive es un buen antídoto contra la corrupción.

La corrupción además de su condición de inmoral e ilegítima, el mayor daño que hace es tergiversar las prioridades. Se hace lo que deja el mayor retorno más rápido y no lo que mas le conviene al país.

Sin proyecto caemos además en el coyunturalismo -normalmente electoral- en la demagogia y en los parches inconducentes que profundizan la decadencia. Empecemos por cuestionar la presunción falsa de que muchos no hacen lo que corresponde de puro malvados. Simplemente no tienen un eje conductor, no saben lo que hay que hacer. Los dirigentes, además, deben dejar de representarse a si mismos y a sus ambiciones para representar a quienes los han elegido.

El proyecto o programa es inclusive mas necesario que los recursos ya que como podemos ver hay países sin recursos que se han desarrollado y países con recursos que decaen, como es nuestro caso.

Como ven, acordar, en mi concepción, no es un tema de bonhomía, ni siquiera de generosidad o buena voluntad. Es un tema de estricta necesidad. Sin acuerdo en los temas fundamentales de la gran mayoría de una clase dirigente representativa no tendremos proyecto aunque cada uno crea tener uno. Los proyectos de cada sector son aportes mas o menos valiosos, son partes que deben moldearse y adaptarse hasta conformar el “Proyecto Nacional” que no depende de su denominación sino del su contenido y del respaldo que tenga, suficiente para realizarlo aún contra las fuerzas que inevitablemente se opondrán, capaz de dar las batallas que sean necesarias y de reponerse de las adversidades que vendrán.

No sería honesto si no les dijese que siendo esta una tarea de toda la comunidad nacional, creo que lo es prioritariamente de los jóvenes. Tienen menos contaminación del pasado, pueden recurrir a un lenguaje común y pueden perseguirlo y ojalá disfrutarlo por el tiempo necesario que, no será corto, desde que empecemos.