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El presidente Arturo Frondizi junto al primer ministro indio Jawaharlal Nehru, en su visita a India. / Archivo General de la Nación

El gobierno aprovechó la última cumbre del Mercosur para aislarse del mundo una vez más. En el marco de la conmemoración de los 30 años de la firma del tratado de Asunción, el presidente Alberto Fernández cruzó a su par uruguayo, Luis Lacalle Pou, en un discurso para la tribuna doméstica.

El cortocircuito comenzó cuando Lacalle Pou propuso que el Mercosur explorase nuevos acuerdos comerciales con otros bloques o países. Se tensó más cuando deslizó la posibilidad de una reducción de aranceles para favorecer el ingreso de productos de mercados extrabloque. Y explotó cuando se refirió al Mercosur como un «lastre». El presidente Fernández recogió el guante. «Si somos un lastre, que se tomen otro barco», retrucó el argentino en forma inexplicablemente poco diplomática.

El giro externo se completó con la decisión de abandonar el Grupo de Lima, un paso transcendental de apoyo al régimen chavista de Venezuela. Y una señal del poco respeto a la violación de los derechos humanos en la región. Lo irónico es que esta decisión fue anunciada el 24 de marzo.

Con estos últimos movimientos, el gobierno deja en evidencia que su política exterior está enfocada en el aislamiento comercial y la pelea con los países vecinos. No es una anormalidad en la historia Argentina, que atravesó otras etapas de desconexión a nivel global y regional. Sin embargo, hubo también etapas de las otras, con gobiernos que supieron, basadas en los intereses nacionales y un plan con metas claras, cómo insertar a Argentina en el mundo. La política exterior de Arturo Frondizi es, tal vez, el mejor ejemplo.

Frondizi, un pionero 

Ni bien asumió, Frondizi realizó una gira por los países de la región. Inauguraba un estilo personal en las relaciones internacionales, que luego sería conocida como la diplomacia presidencial. Visitó Uruguay, Brasil, Chile y Perú con el objetivo de reforzar las relaciones bilaterales. En Brasilia dio discursos ante la Asamblea Legislativa, la Universidad y el Palacio Itamaraty. Allí expuso la idea de conjugar esfuerzos para lograr una siderurgia sudamericana. La explicó tanto al presidente Juscelino Kubitschek, el padre del desarrollismo brasileño, como a su sucesor, Janio Quadros.

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El presidente brasileño Janio Quadros y Arturo Frondizi, el 21 de abril de 1961 en Uruguayana

Frondizi y Quadros son recordados por la Conferencia de Uruguayana de 1961, donde se esbozaron los pilares de un mercado en común. Es el primer cimiento del Mercosur, que se concretó recién 30 años después.

En su paso por Santiago de Chile, Frondizi se entrevistó con el presidente Carlos Ibáñez del Campo. Su propuesta «de integración económica entre dos naciones hermanas» tuvo un gran impacto en el país trasandino. El gran escritor Pablo Neruda se conmovió por el discurso y le obsequi

ó sus Obras Completas con la siguiente dedicatoria: «Para Arturo Frondizi, cuyas palabras en Chile despertarán a nuestra América».

La política exterior era una herramienta clave para el desarrollo nacional, según la visión desarrollista. Y EEUU ya era entonces el centro del poder mundial. Por eso, el viaje a Washington tenía una importancia estratégica. Frondizi fue el primer presidente argentino que visitó el gigante del norte. En la Casa Blanca fue recibido por el presidente Dwight Eisenhower. La mandatarios tuvieron buena sintonía, tanto, que el estadounidense visitó Argentina en el tramo final de su mandato. Durante su estadía en Washington, Frondizi disertó en el Capitolio. Según el secretario de Estado, John Foster Dulles, el discurso del presidente argentino fue el mejor pronunciado desde 1946, cuando habló allí el premier británico Winston Churchill. The New York Times y Washington Post elogiaron el lenguaje empleado por el argentino y destacaron que en más de diez oportunidades fue interrumpido por los aplausos de los congresistas.

Si bien Frondizi tuvo afinidad con el republicano Eisenhower, la relación con su sucesor, el demócrata John Kennedy, fue de profunda admiración recíproca. Ambos fueron presidentes incomprendidos en su época y con el tiempo se los reivindicó como una oportunidad perdida para sus países. Frondizi fue un aliado del estadounidense en varios frentes. Entre ellos, en la búsqueda de la integración regional con el programa de ayuda económica, política y social de Estados Unidos para América Latina, conocido como la Alianza del Progreso.

Arturo Frondizi se encuentra con el presidente de Francia, Charles De Gaulle
Arturo Frondizi se encuentra con el presidente de Francia Charles De Gaulle

La impronta del presidente desarrollista también quedó impresa en el viejo continente. En suelo europeo visitó Gubbio, la ciudad de sus ancestros en Italia, y mantuvo un encuentro cordial con el primer ministro italiano, Giulio Andreotti. En Francia estuvo con el presidente Charles Gaulle. El general galo quedó encantado con el mandatario argentino y lo consideró un aliado en el plano internacional. Tan profunda fue su admiración por Frondizi que, cuando visitó Argentina en 1964, pidió que fuera al banquete en su honor. El gobierno de Arturo Illia decidió no invitarlo. Ante la insistencia de De Gaulle, finalmente convocaron al exmandatario, pero Frondizi consideró inapropiado asistir. El general francés no se quedó con las ganas: pudo concretar una entrevista posterior, donde intercambiaron obsequios. Frondizi también visitó al canciller alemán Konrad Adenauer y mantuvo una reunión fructífica, que se extendió más allá de la media hora fijada por protocolo.

La gira por Asia

Frondizi fue un innovador en política exterior. Su interés por el desarrollo económico y el comercio lo llevó a buscar nuevos mercados. Por eso inició una gira por Asia, cuando el potencial de esta parte del mundo no era tan evidente como lo es hoy. Disertó en India con el premier Jawaharlal Nerhu. Allí planteó que los países subdesarrollado deben recorrer un camino para lograr la industrialización con ayudas mutuas.

Fue recibido en Bangkok por el rey de Tailandia y disertó ante la Cámara de Comercio, donde expresó los logros de su gobierno e invitó a los comensales a entablar acuerdos comerciales entre ambas naciones. La gira finalizó en Japón con un hecho transcendental que quebró el protocolo milenario, cuando el emperador Hirohito fue a recibirlo al aeropuerto. El mandatario argentino leyó un mensaje radial y televisivo al pueblo nipón, en el que hizo hincapié en las excelentes relaciones de ambos países. Ante la Dieta manifestó la intención de intercambiar maquinarias y herramientas por productos alimenticios. Lo que finalmente se concreto a través de un tratado.

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El presidente Arturo Frondizi en Japón. / Archivo General de la Nación

La estrategia del gobierno desarrollista en materia de acuerdos comerciales e inversión extranjera rindió sus frutos en los sectores petrolero, petroquímico, siderúrgico y automotriz. El resultado fue más de una década de estabilidad y expansión económica, que trágicamente se interrumpió tras el golpe de 1976. La inserción inteligente en el mundo y el desarrollo fueron de la mano durante el gobierno de Frondizi. Como van de la mano hoy el atraso y el aislamiento internacional.