El campo es un eje central del modelo productivo argentino. Es así desde la época del granero del mundo, cuando el país exportaba materias primas y luego importaba las manufacturas elaboradas a partir de las mismas. El sector cambió mucho desde aquel entonces. «La agroindustria es más que el campo», aclara Ricardo Negri en la Usina Desarrollista. Abarca la genética, la producción primaria, la industrialización posterior, la logística y la comercialización, explica el exsecretario de Agricultura de la Nación. «Soy un convencido de que la agroindustria es el motor más importante de desarrollo que tiene Argentina. Y es un motor que siempre está encendido», afirma Negri, que también fue titular del SENASA.
La agroindustria genera el 70% de las exportaciones del país y más del 16% del PBI, señala el exfuncionario, contiene 251.000 unidades de producción a lo largo del país, de las cuales el 80% son PyMEs. Negri subraya que solo 17.800 empresas participan en la producción primaria mientras que el 97% son industrias de alimentos y bebidas. «La alta productividad natural del campo no sirve demasiado si no está toda la cadena de valor armada», afirma Negri. La cadena agroindustrial incluye los eslabones de alimentos y bebidas, forestal, maquinaria agrícola, biotecnología y bioenergía. También los servicios basados en conocimiento.
El Estado tiene un papel fundamental en la agroindustria, según Negri, porque tiene que generar condiciones favorables para le inversión. Aunque critica las políticas de estímulo por tiempo indefinido, a las que calificó como «falso desarrollismo». Para el exfuncionario, los subsidios o rebajas fiscales deben tener un principio y un fin, con la mira puesta en competir en los mercados globales. «Nuestras cadenas son competitivas realmente cuando empiezan a exportar, porque estás obligado a ganarle a otro allá afuera», enfatiza.
Uno de los principales obstáculos del sector, señala Negri, es la elevada presión fiscal. Mientras otros países subsidian la agroindustria, en Argentina se le cobra impuestos por el equivalente al 2% del PBI, critica y precisa: «El Estado se queda con el 50% del valor agregado».
Durante su gestión como secretario de Agricultura, Negri impulsó una rebaja de las retenciones del maíz. «Me jugué todo a que en 24 meses el aumento del volumen iba a compensar la caída en la recaudación, pero lo hizo antes, a los 12 meses», sostiene. Negri considera que la producción aumentó de 30 millones de toneladas a 50 millones debido a las políticas del gobierno, tanto de rebaja impositiva como por la disminución de la incertidumbre y la intervención.
Radiografía del sector
La balanza comercial de la agroindustria es fuertemente superavitaria. Las exportaciones son 15 veces superiores a las importaciones, señala Negri. Entre los 15 complejos exportadores más importantes del país, 11 son agroindustriales, destaca el exsecretario. Los complejos oleaginoso, cerealero y bovino lideraron las exportaciones argentinas en 2020.
Un 75% de la superficie cultivada en Argentina se destina a cereales y oleaginosas, indica Negri, el resto se distribuye en actividades más intensivas en el uso de suelo como la producción de frutas, la horticultura, la caña o la forestación Las frutas y hortalizas, por otro lado, generan casi el 60% de la mano de obra directa en la cadena alimenticia.
Al analizar el valor agregado por cada cadena productiva, Negri diferencia la agricultura extensiva, donde la mayor parte está concentrada en la producción primaria, de otras como la forestal donde el principal valor agregado está en la manufactura. Los productos hortícolas, en cambio, concentran una parte importante del valor agregado en el empaque, que es clave en la generación de empleo, y en la fase comercial, agrega.
Cuatro factores condicionan la posibilidad de agregar valor en la agroindustria, según Negri: el margen de ganancia, las reglas de juego estables, la incorporación de tecnología y el involucramiento de jóvenes. «Con los cuatro factores la rompés, con tres tenés crecimiento vegetativo, con dos estás complicado y con uno estás fuera», sentencia.
Con respecto a los sectores con potencial, Negri plantea que todo depende del plazo. «En cinco años no hay muchos más allá de los cerdos, la horticultura y de intensificar la ganadería. Con más plazo son interesante las actividades que generan empleo de baja calificación, como la fruta, las cerezas y los arándanos. La clave es tener certidumbre porque las inversiones son grandes», enfatiza. Para Negri, que la agricultura extensiva sea la actividad más desarrollada es el resultado de la incertidumbre, ya que tiene ciclos de inversión cortos y el capital queda expuesto al riesgo menos tiempo.
El principal desafío de Argentina, para Negri, no es aumentar el volumen de exportación, sino generar empleo. «Todos los años entran 80.000 jóvenes a la población económicamente activa y hoy no generamos ni 25.000 puestos de trabajo», advierte.
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