política
Entrada de la Casa Rosada

La sociedad argentina envió el domingo un mensaje claro en las urnas. Es momento de cambiar un modo de hacer política endogámico, más pendiente de los problemas de la dirigencia que de resolver los problemas del país. La honda crisis económica y social que atraviesa Argentina exige políticas que lleven alivio y seguridad a los miles de argentinos que sufren una situación dura y angustiante. La sociedad espera que la política esté a la altura, no que envíe más señales de que se encierra en sí misma. La alternativa es el diálogo entre los distintos sectores políticos y sociales, la búsqueda de consenso y la construcción democrática. Todo lo contrario a lo que vimos este miércoles.

El contexto que atraviesa el país es lo suficientemente crítico como para agravarlo con pujas de facciones, presiones innecesarias y demostraciones de poder que nada aportan al clima de máxima responsabilidad institucional con el cual el Gobierno Nacional debe analizar los resultados electorales. El presidente prometió «escuchar el mensaje de las urnas» y dar respuesta a las «demandas insatisfechas». Eso es lo que los argentinos esperan y la solución no necesariamente incluye un cambio de gabinete. El presidente tiene las facultades para reemplazar los ministros que considere que debe reemplazar, pero es inadmisible que sea presionado por sectores que pretenden condicionarlo. 

Alberto Fernández tiene el deber y la responsabilidad de conducir el país en un momento difícil. En el último año y medio los trabajadores vieron caer con fuerza su poder adquisitivo, las escuelas estuvieron cerradas durante meses y la pobreza escaló en forma vertiginosa. Esos son los problemas que debe atender y es ahí donde tendría que estar enfocada la energía del primer mandatario. No en administrar el equilibrio interno de la coalición de gobierno, que debe actuar con responsabilidad y apoyar al presidente en un momento de debilidad.

Cuando las internas y luchas partidarias se anteponen a los intereses nacionales no solo corre riesgo nuestro sistema institucional sino la misma democracia y la salud de la república.