Si bien actualmente, los productos alimenticios procesados brindan información nutricional en sus envases, divresos estudios demostraron que solo la mitad de los argentinos lee la información nutricional de las etiquetas; y de ellos muy pocos tienen un entendimiento pleno de la información expresada en ellas. Si a esto le agregamos el dato de que el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados ricos en azúcares, grasas y sodio se asocia a las enfermedades no transmisibles que más afectan a la población: sobrepeso u obesidad, diabetes, hipertensión arterial, enfermedades vasculares, cardíacas, cerebrales y renales, la cuestión es relevante y preocupante. No es menor la cuestión de que América Latina se está convirtiendo en una de las regiones más obesas y sedentarias del mundo.
En este contexto se debatirá en las próximas semanas(*), en la Cámara de Diputados, el proyecto de ley de etiquetado de alimentos que ya cuenta con media sanción del Senado desde hace un año. El proyecto no solo obliga poner, a ciertos productos, una etiqueta con forma de octógono negro y letras blancas de advertencia sobre compuestos no del todo saludables para la alimentación, sino que contemplan otras aristas sumamente interesantes como la prohibición en recintos escolares de dichos productos. Se busca así menguar el efecto de gran diversidad de enfermedades que nos afectan producto de la mala alimentación. Se trata de una iniciativa que trasciende la grieta, ya que fue presentado por Julio Cobos de JxC y cuenta con el aval del oficialismo, sin embargo no por eso esta exento de oposición: los legisladores de las provincias del norte, productoras de azúcar, que temen la medida sea perjudicial a dicha industria y de la Cámaras de Alimentos (COPAL).
Concientizando sobre malos hábitos alimentarios
Precisamente, el etiquetado frontal obligatorio lo que busca es informar explícitamente al consumidor a la hora de elegir sus productos en la góndola. Se trata de sellos negros octogonales con letras blancas ampliamente visibles en el envase que identifican a los productos que tengan una cantidad excesiva de azúcares, grasas o sodio.
No prohíbe ni obliga, sino que pretende orientar las decisiones de compra hacia hábitos más saludables. Está en el consumidor tenerlo en cuenta o no. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), esto es mucho más eficiente que las campañas de de concientización en los medios de comunicación. Que sea obligatorio es debido a su impacto directo en la protección de la salud pública.
Además el proyecto contempla la regulación de la publicidad dirigida a niños, adolescentes y jóvenes prohibiendo el uso de figuras agradables como animalitos o superhéroes en sus paquetes. También se prevé regular la prohibición de ingreso de estos productos a los entornos escolares.
Otra medida que se contempla es la de que los productos que contengan entre sus ingredientes edulcorantes o cafeína tendrán que informar que su consumo no se recomienda en niñas y niños.
Por otra parte, la iniciativa determina que, ante iguales condiciones, el Estado deberá priorizar la compra de alimentos sin estos sellos de advertencia.
Otros países latinoamericanos ya han implementado el etiquetado frontal demostrando los primeros estudios el impacto que producen. En Chile, el 64% de sus habitantes consideró disminuir el consumo de alimentos altos en nutrientes críticos, mientras que el 41% ha modificado sus hábitos después de la Ley de Etiquetado Frontal. Por su parte, el 50% de los mexicanos aseguró que la ley ayuda a tomar una decisión de compra. Mientras que el 89% de los uruguayos consideran que esta regulación ayuda a identificar claramente productos poco saludables.
La resistencia de los sectores productivos
Así como la propuesta logro superar la grieta aunando el apoyo de oficialismo y oposición, lo mismo ocurrio con su oposición. Fueron las senadoras tucumanas Silvia Elías de Pérez (UCR) y Beatriz Mirkin (Frente de Todos) las que, dejando de lado sus diferencias políticas, ofrecieron resistencia a s aprobación denunciando que el proyecto perjudicará a la industria azucarera, principal fuente de producción de la provincia norteña.
«Acá se van a cerrar industrias. No estamos en una situación fácil para el etiquetado. Falta (que pongan) una calavera, como si el azúcar fuera lo que mata», dijo Mirkin. «El azúcar es un producto natural, como tal es bueno para la salud siempre que se lo consuma como corresponde. Es triste cuando vemos que se lo demoniza», se quejó Elías de Pérez. Se prevé que diputados del norte de pais promuevan introducir modificaciones al texto aprobado en el proyecto del Senado para aminorar el impacto de la medida.
En tanto las Cámara de industrias alimentarias (COPA) y la AmChan también manifestaron su rechazó a la ley considerando que traerá “inconvenientes al comercio y la producción” y consideran la medida “inequitativa y punitiva”. También critican que los criterios de perfiles nutricionales se basan en los pautados por la OPS, que son sumamente exigentes en su consideración, y no se ha adaptado a particularidades de los diversos productos y del propio perfil del ciudadano argentino.
En relación al criterio de evaluación del perfil nutricional, se utilizan globalmente distintos sistemas de etiquetado. Algunos se enfocan en los nutrientes y otros presentan un resumen. Además del sistema de advertencia (los octógonos negros) , mayormente usado en América Latina, existen otros complementarios como el de «conteo de estrellas» que evalúa de 1 a 5 la calidad de los alimentos con estrellas. Cuantas más estrellas tiene, más saludable es el producto. Nutri-Score en tanto, muy usado en la UE, trata de un semáforo nutricional que califica a los alimentos de más a menos saludables (de las letras A a la E y del verde al rojo). Quizás una buena respuesta a las demandas de las Cámaras sería la de integrar estos otros indicadores de modo de hacer más precisa la información nutricional.
La OPS, que promueve internacionalmente esta medida, argumenta al respecto que “el sector de alimentos y bebidas tiene que cumplir con regulaciones externas para la exportación, por lo que debería estar preparado para cumplir con las normas internacionales, regionales o nacionales”. Al mismo tiempo argumenta que el perfil nutricional por ella propuesto se basa en los de la OMS “El hecho de que los productos no satisfagan las recomendaciones de la OPS y la OMS, no significa que la recomendación sea demasiado rigurosa; significa que los productos sobrepasan proporcionalmente las metas de ingesta de nutrientes recomendadas” explican.
Producción, trabajo comercio o salud pública y calidad alimentaria pareciera ser la falsa antinomia que presenta la cuestión. Promover hábitos alimenticios más saludables impacta directamente en la calidad de vida de las personas y por ende en su propio desarrollo. Si bien la concientización no impide el consumo, seguramente afectará la demanda de estos productos. Para sortear este dilema deberán contemplarse los mejores sistemas de etiquetados y criterios de perfil nutricional de cada uno de los productos afectados para no afectar en exceso. Sin embargo, la verdadera repuesta superadora a la inquietud respecto a la demanda de estos productos, pasa por la capacidad de las empresas productoras de innovar para producir nuevos productos que no requieran etiquetado frontal y que impliquen nuevas opciones de consumo para una población que cada vez más desarrolle hábitos alimentarios más saludables, algo sumamente loable pues, en gran medida, somos lo que comemos.
(*) El debate en Diputados estaba previsto para este martes 5 de octubre pero la oposición no dio quorum al considerar que el oficialismo llamó a una sesión especial sin consensuar con ella la agenda de temas. La cuestión excede el asunto del Etiquetado Frontal por lo que no haremos análisis al respecto. Se prevé la próxima semana se debate y apruebe el proyecto aunque con modificaciones que la harían retornar al Senado.