Federico Poli, economista en jefe del MID, tiene su programa de Radio AM Ciudad 1100 los sábados de 11 a 12h
Federico Poli, economista en jefe del MID, tiene su programa de Radio AM Ciudad 1100 los sábados de 11 a 12h

El flamante Secretario de Política Económica y Productiva del MID, el economista Federico Poli, responde nuestras consultas respecto a los problemas estructurales de nuestra economía y, sobre todo, nos ofrece una visión desarrollista de cómo encarar la crisis del modelo económico argentino.

Federico, ¿por qué Argentina está tan mal? ¿Cuál es el diagnóstico?

El origen de la crisis no es la pandemia, la guerra de Ucrania, ni mucho menos la deuda contraída por Macri. Viene de mucho antes, de cuando el gasto público pasó de ser 25 puntos del PIB a más del 40%. Ese incremento se dio en los 8 años de CFK y esa es la verdadera hipoteca de Argentina. Como quedó demostrado, la deuda se puede renegociar, no sin costo reputacional para el país, y se lo ha hecho en condiciones favorables. Es un stock de deuda que se puede administrar perfectamente, si ordenamos nuestra economía, volvemos a crecer y a los mercados voluntarios de deuda. En cambio, reducir 10 puntos del PIB del gasto público es una tarea muy compleja porque detrás de cada peso hay un interés concreto con el que hay que negociar.

Lo que está generando el estado de estanflación y falta de empleo genuino es justamente la presión impositiva que requiere el enorme gasto. Y como tampoco alcanza con lo recaudado se emite o se contrae deuda. Atraso cambiario y brecha, falta de reservas internacionales, inflación, riesgo país a nivel defaul, a pesar de una reestructuración favorable de la deuda… Eso repercute en que no haya inversión productiva ni generación de empleo privado. Entonces se tienen que otorgar planes sociales o empleo público. Aumenta el gasto y aumentan los impuestos y ahí tenemos el círculo vicioso en que se encuentra atrapada la economía.

¿Qué opinas de la receta liberal para salir de la crisis: la dolarización?

Hoy no es una alternativa viable; en cualquier caso, sería desastrosa. En su momento compramos la convertibilidad, que significó parar la hiperinflación de cuajo pero que después implicó una hipoteca con consecuencias muy dañinas para el aparato productivo y, por ende, para todos los trabajadores. Hay que evitar esos atajos. . No sirve resolver el problema de la inestabilidad macro, si se bloquea el desarrollo de nuestras fuerzas productivas. No debemos tomar atajos que, encima, ya vimos que no funcionan.

¿Cómo se sale de esa situación desde una perspectiva desarrollista?

Equilibrando las cuentas públicas. Bajar el gasto público, de modo contundente, es una tarea prioritaria, aunque compleja. Este no debería exceder los 30 puntos del PIB. Luego se debe bajar la presión impositiva. Esto sería una política desarrollista porque permitiría liberar las fuerzas productivas del país, disparando la inversión.

Hay una experiencia reciente: lo logramos tras la crisis del 2001. Argentina debería tender un superávit fiscal, luego del pago de intereses. Esto lo que permitiría es que el BCRA deje definitivamente atrás la dominancia fiscal, es decir, que el BCRA no sea la caja de financiamiento del Tesoro y que emita dinero solo de acuerdo con el crecimiento de la economía y con su nivel de actividad. Y hacer operaciones de mercado abierto para tener una paridad cambiaria competitiva. Argentina necesita un tipo de cambio competitivo y estable, y eso se logra con superávit fiscal, comprando dólares, y realizando, por otro lado el banco central operaciones de mercado abierto.

¿Y el rol de las políticas específicamente orientadas a promover sectores productivos? modelo económico argentino

No hay ninguna posibilidad de hacer ninguna política de desarrollo en este contexto macro. Cualquier política sectorial que se haga tendrá impactos muy reducidos, si los tiene. Hay que ordenar el marco macroeconómico para poder dar incentivos a la inversión. Pero, a su vez, es central tener en cuenta que el ordenamiento macroeconómico se tiene que llevar adelante considerando el desarrollo productivo. No cualquier estabilización es pro-desarrollo. El objetivo último de la política económica debe ser expandir los sectores prioritarios como el energético, el campo, la minería, la economía del conocimiento, pero también las pymes industriales y las economías regionales, fundamentales para el empleo en todo el país.

Hablás de un desafío de cambio estructural como le tocó al gobierno de Frondizi…

Es que sí, el modelo económico argentino está agotado. Hay que hacer cambios copernicanos muy profundos, estructurales. No sólo se deben reducir el gasto público y el nivel de carga impositiva, sino que también se debe cambiar la estructura impositiva, que, así como está, atenta contra la inversión, contra las exportaciones y contra el empleo. Hay que pasar a una estructura impositiva que sea pro inversión pro empleo y pro exportaciones, aparte de bajar la carga tributaria.

También es clave reformar el régimen laboral, modernizarlo. No puede ser que cuando un empresario contrate a un trabajador empiece a correr un reloj de un pasivo contingente que, año tras año, se va haciendo más grande. Hay que cambiar el sistema, no en detrimento del trabajador sino alentando a los empresarios pequeños y medianos a contratar formalmente. Precisamente es la gran informalidad del trabajo que muestra la economía argentina la evidencia de que hemos fracasado en lo fundamental del desafío del desarrollo: la generación de empleo genuino y la equidad.