El día martes 26 de diciembre se publicó un importante cambio en la regulación de nuestro comercio exterior: la eliminación de las Licencias No Automáticas (LNA) de importación. ¿Qué significa? ¿Qué consecuencias tiene sobre nuestra industria?
Recordemos que entre 2012 y 2015 (con las entonces DJAI), así como en 2023 (las SIRA), todo producto que se quería importar necesitaba autorización previa. Este requerimiento de Licencias no Automáticas casi no se había usado hasta 2007, pero pronto se convirtieron en nuestro principal instrumento de protección comercial.
Los instrumentos típicos de la política comercial son los aranceles, los acuerdos preferenciales y los instrumentos de defensa comercial como el antidumping. Pero nada de eso casi cambió desde 2007. Fue el manejo de las LNA lo que fluctuó desde entonces.
El uso intensivo de las LNA marcó el cierre creciente de la economía hasta 2015. Después se fue abriendo con Mauricio Macri y luego cerrando de nuevo con Alberto Fernández hasta llegar a tener una economía ultracerrada, ultraprotegida, lo cual es disruptivo y malísimo para el crecimiento. Además, como instrumento de protección comercial las LNA son pésimas ya que su aplicación es discrecional y poco transparente. Eso no es bueno para la previsibilidad. Y por sobre todo favorece la corrupción. De hecho, esta ha sido la queja generalizada de las empresas que importaron durante estos últimos años!
Contrapesos para moderar una medida acertada
La reciente eliminación de las LNA implica mayor apertura. Es decir, las importaciones que antes se trababan discrecionalmente ahora estarán todas autorizadas de manera automática.
Esto es una buena noticia. Sin embargo, la vigencia operativa de las LNA durante estos 4 años indujo la producción de muchos bienes locales, los cuales actuaron como sustitución de importaciones frente a las trabas impuestas por las Licencias No Automáticas. Un crecimiento en gran parte fofo, artificial, solo viable bajo un esquema inviable. Pero lo concreto es que esa producción ahora existe, así como los empleos asociados. ¿Cuánta producción y empleo entonces serían desplazados por las mayores importaciones, ahora permitidas? No olvidemos que otras aperturas en el pasado (M. de Hoz, Cavallo, Macri) terminaron con crisis y desempleo.
En general, toda la evidencia muestra que el reacomodamiento a una economía más abierta (que es algo bueno, aunque eso no lo vamos a discutir ahora acá) implica costos sociales de transición importantes. Por eso hay que hacerlo de a poco, en forma prudente.
¿Volverá a ser esta vez como lo fue en los casos anteriores? La buena noticia es que hay tres contrapesos que las otras veces no estuvieron presentes y que dan resguardo. El primero es que hubo una devaluación mayor al 100%. Fundamental. Crucial que en el futuro esto no se revierta.
El segundo es que pusieron un sobrearancel (impuesto PAIS) del 17,5% a casi todas las importaciones, por arriba del arancel del nomenclador. 17,5% es bastante. Implica que se cambia protección discrecional, opaca e imprevisible por protección previsible y transparente.
El tercero es que no se liberaron del todo los pagos al exterior. En el caso general, se deberá pagar en cuartos desde el primero al cuarto mes. Esto también restringe importaciones, aunque la medida se debería ir sacando pronto en la medida en que se vaya regularizando el frente cambiario.
Por estos tres contrapesos, el impacto neto en la producción y el empleo esta vez puede ser distinto. No se puede predecir fácil pero sí se puede monitorear. Y llegado el caso actuar. El impuesto PAIS incluso se podría subir. El instrumento está, como resguardo.
También hay un impacto sectorial. Esta apertura puede no pegarles a todos igual. Por ejemplo, puede pegarle más al sector textil, que es más sensible a la competencia importada. Muchos se relamerán, pero el sector emplea a más de 200.000 personas que pueden correr el riesgo de perder su trabajo. Difícil para la transición.
Pero acá también los instrumentos se podrían ajustar mañana, tal vez no por sector sino por tipo de producto. En particular, el impuesto PAIS podría bajarse para insumos y subirse para bienes finales, aunque a costa de la uniformidad actual que permite resistir mejor el lobby.
A muchos esta discusión les resultará herética. Yo lo pienso como un manejo prudente de la transición hacia una economía más abierta. Cuando en unas semanas se profundice la recesión, tal vez esto se lea con otros ojos.
Con más tiempo, quizás ya superada la crisis y reactivándose la economía, se podrán ir eliminando los plazos de pagos y el 17,5% extra de impuesto a las importaciones. Quedará la protección regular y el desafío de ir bajándola, que seguirá siendo alta.
Por lo pronto, la eliminación de las Licencias No Automáticas debe ser celebrada porque implica transparencia y previsibilidad en las importaciones y además se acompaña con medidas de resguardo para capear la transición durante la crisis. Lo que sí, en un contexto social vulnerable, hay que estar sumamente atentos al nivel de actividad y empleo y ajustar inmediatamente estos contrapesos si hiciera falta.
https://twitter.com/juancahallak/status/1740022140769075473?s=20
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