Por primera vez en su historia México tendrá una mujer presidente. La lucha electoral se centra en dos candidatas diferentes y opuestas en lo ideológico. Por un lado, la progresista y candidata del oficialismo Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) Claudia Sheinbaum, que apunta a continuar con la cuarta transformación planteada por el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO por sus iniciales, que considera la continuidad histórica de los tres grandes sucesos que transformaron a México: la independencia de España en 1821, la lucha entre el liberales y conservadores, entre 1858 y 1861, que dio origen al periodo de reformas como la separación de la Iglesia y el Estado y donde destaca la figura de Benito Juárez, admirado por AMLO, y la Revolución Mexicana acontecida entre 1910 a 1921. Del otro extremo apoyada por una amplia coalición de carácter conservador y heterogéneo en lo ideológico nuclea a los partidos históricos de México: la centroderecha Partido de Acción Nacional (PAN), con mayor presencia en la coalición, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que atraviesa una larga crisis de identidad, y el minoritario y progresista Partido de la Revolución Democrática (PRD), todos ellos bajo la marca Frente Amplio por México, son la plataforma política de Xóchitl Gálvez.
En un país considerado machista es todo un logro que sea gobernado por una mujer el próximo sexenio. Durante la campaña fue un tema recurrente a través de encuestas, debates y por varios medios de comunicación, incluso las redes sociales, saber si el país estaba preparado para que una mujer se haga cargo del Ejecutivo del país.
Además, de estas dos opciones electorales aparece una tercera fuerza política con cierta relevancia el Movimiento Ciudadano de centroizquierda, que encabeza el exdiputado federal, Jorge Álvarez Máynez.
Siendo la segunda economía de América latina, casi 100 millones de mexicanos están llamados a las urnas el próximo domingo, en las mayores elecciones de la historia del país por el número de cargos en disputa, que incluyen la renovación del Senado y la Cámara de Diputados, así como de ocho gobernaciones, la jefatura de la Ciudad de México y la gran mayoría de congresos locales y gobiernos municipales.
La campaña estuvo marcada por una constante que sufre México en décadas que es la violencia narco. Las intimidaciones, amenazas y asesinatos a candidatos fueron la marca registrada de esta campaña considerada una de las más sangrientas de la historia. Las ideas para prevenir y luchar contra los intereses del narcotráfico se tiñeron con la sangre de sus víctimas. Un total de 36 personas postulantes a cargos fueron asesinadas tanto del oficialismo como opositores. El color político da lo mismo, el límite para los cárteles narcos son preservar y ampliar sus intereses. Sin embargo, AMLO minimiza lo acontecido en la actual campaña, una manera de mirar para el costado su responsabilidad de brindar seguridad de cara a los comicios.
Continuidad o cambio
La victoria de AMLO en 2018 generó una fuerte expectativa por el cambio que representaba en el país tras siete décadas de gobiernos consecutivos del todopoderoso PRI, incluido el insípido interludio del PAN de 2000 a 2012, una fuerza de izquierda con políticas progresistas y sociales para terminar con el flagelo de la desigualdad social y los altos grados de corrupción en los organismos públicos y luchar contra la violencia incontrolable del narcotráfico.
A pesar de las fuertes críticas a su personalidad, su postura y su avance contra grupos de poder, AMLO, de 70 años, con políticas sociales hacia los sectores medios y menos pudientes a través de subsidios sociales masivos supo obtener de la ciudadanía altos niveles de aprobación. Para mantener ese electorado, AMLO a meses de dejar la presidencia envió al Congreso elevar a rango constitucional programas sociales ya en vigor, reformar el sistema de pensiones o garantizar incrementos adecuados anuales del salario mínimo, que no fueron efectivas por no contar con la mayoría en el Parlamento.
Provocativo en sus acciones, López Obrador tuvo varios cruces contra la prensa, organismos estatales y del poder económico. A nivel exterior tuvo roces con gobierno s de la región como Estados Unidos, Canadá, Ecuador y Argentina; fuertes cuestionamientos con España, entre otros, y fijó un alineamiento con países como Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Si bien varias de sus iniciativas para promover la economía con grandes proyectos de infraestructura entre ellos el Tren Maya y el Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, la construcción del aeropuerto internacional Felipe Ángeles y la refinería Olmeca en su estado natal, Tabasco, tuvo fuertes críticas por sus métodos y malos logros. El avance contra organismos públicos como el Instituto Nacional Electoral fue considerado por muchos analistas un ataque contra la democracia. Pero como todo buen maestro populista el libreto esta al orden del día “nosotros contra ellos” que polarizó a la sociedad mexicana.
En el ámbito de seguridad propuso su política de “abrazos y no balazos” en contraposición a la llamada “guerra contra el narco” declarada por el expresidente Felipe Calderón en 2006. Si bien se considera que tuvo cierto éxito en la lucha contra el narco, aunque los números muestran 180.000 muertes en lo que va del sexenio. Aunque la creación de la Guardia Nacional, un híbrido que combina elementos policiales y militares, fue efectiva y logró el mayor éxito de AMLO contra el narco que fue la captura del “Narco de narcos”, y uno de los fundadores del Cártel de Guadalajara, Rafael Caro Quintero.
Independientemente la violencia y presencia de estas organizaciones delictivas sigue estando presente.
Dos mujeres con visiones opuestas
Apadrinada y aprovechando la popularidad de AMLO, Claudia Sheinbaum parte como favorita para ser la próxima inquilina del Palacio Nacional, según las encuestas que la ubican con el 56% de intención de votos. Sheinbaum, de 61 años, oriunda de la Ciudad de México, de familia de ascendencia judía de clase media acomodada, se doctoró en física en la UNAM y continuó con sus estudios en los Estados Unidos. Durante su etapa académica siempre militó en agrupaciones estudiantiles de izquierda. De carácter serio, medida y reservada fue jefa de Gobierno de la Ciudad de México (2018-2023) con logros en materia de educación y en la gestión de la pandemia.
Sheinbaum durante la campaña mantuvo un discurso progresista como señala su partido Morena y se mostró como la continuación y garantía de las políticas adoptadas por AMLO, además, de iniciativas propias como una beca universal para estudiantes hasta la secundaria, y aumentar las disciplinas extracurricular como educación física y artística, mantener la Guardia Nacional y busca reforma el sistema judicial para hacer frente al crimen organizado. En materia de salud plantea vincular la salud pública con la privada. En lo económico prometió “austeridad republicana” y aseguró mantener y profundizar los programas sociales y en sintonía avanzar en las propuestas que remitió AMLO al Congreso, aunque dependerá si obtiene mayoría o la difícil tarea de negociar con la oposición, que fue un déficit en la gestión de López Obrador.
Al otro extremo desde lo ideológico y en su historia personal, la candidata del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez, cuenta con una intención en votos del 33%. Nació hace 61 años en Tepatepec, en el estado de Hidalgo, en una familia humilde e indígena, sufrió violencia física de parte de su padre y una de sus hermanas terminó presa por estar vinculada a un secuestro.
Gálvez, que habla fluido la lengua indígena otomí, de chica trabajó de vendedora ambulante y con esfuerzo y sacrificio se marchó a la Ciudad de México para estudiar en la UNAN donde se licenció en ingeniería computacional. Trabajó como ingeniera para varias empresas y en 1992 fundó su propia compañía, High Tech Services, que diseña edificios inteligentes.
En el ámbito público en el 2000 fue la titular del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas y en 2018 fue elegida senadora por el PAN. A pesar de ser parte de una formación de centroderecha, Gálvez se siente y se mueve más hacia el centro y nunca estuvo dentro de la cúpula partidaria lo que la posiciona como una política no tradicional, es más dentro de sus filas murmullan que esta más cercana a la izquierda. Ese perfil no solo atrajo a las bases del partido que le permitió obtener el apoyo, al no contar con la venia de los jerarcas del PAN, para encabezar el Frente Amplio, sino también al electorado menos pudiente más identificado con Morena. Estos extractos sociales de clase baja ven en Gálvez una más de ellos.
A pesar de representar un partido conservador, Gálvez es una ferviente defensora de la causa feminista y apoya el derecho al aborto. De carácter afable, amigable y chistosa en sus modos difiere con Sheinbaum que es tímida y reservada. Descarada en una protesta contra el gobierno, Gálvez se disfrazó de dinosaurio en el Senado para llamar la atención de las cámaras y hacer visibles sus reclamos. Durante la campaña fue acusada por AMLO de ser la candidata de las empresas. La respuesta de Gálvez a esa difamación fue sencilla “a mí no me ha puesto nadie”, en alusión a la elección Sheinbaum y su origen.
Gálvez en nada coincide con las políticas adoptadas por AMLO, salvo en las ayudas sociales hacia los pobres, cree en un cambio profundo desde lo socioeconómico que lleve a México hacia el camino de la prosperidad. Dentro de sus propuestas apuesta a una economía más enfocada en una alianza con empresarios para sacar adelante al país, apoyo a las pymes, la creación de una Agencia Nacional para el Emprendimiento para todos, en especial para jóvenes y mujeres. En materia educativa plantea escuelas abiertas a tiempo completo donde participen los padres y hace hincapié a actividades extracurriculares. También, busca contratar más maestro y aumentar sus sueldos. En seguridad propone que las fuerzas armadas enfrente al crimen organizado y la construcción de una cárcel de máxima seguridad. Vinculado a la salud quiere crear un sistema integral donde se pueda a acceder a cualquier establecimiento clínico y reconstruir el sistema de distribución de medicamentos y atención psicológica gratuita.
Sin dudas, México encara la próxima elección con dos mujeres que representan modelos diferentes y opuestos. Ante un panorama complejo socioeconómico, Gálvez ha dicho que para estos tiempos “se requieren ovarios” o como dijo Sheinbaum es “tiempo de mujeres en México”. A quien le toque gobernar de las dos tendrá la ardua tarea de luchar contra la pobreza y hacer frente al flagelo del narco problemáticas que arrastra México hace décadas.