A Chile se lo consideraba una joya en la región por su estabilidad política y económica, sin embargo, por debajo de la alfombra se escondía desigualdades sociales y económicas que estallaron en las masivas protestas del 2019, en plena presidencia de Sebastián Piñera. El pueblo chileno exigía cambios profundos. De cara a los comicios del 2021, la polarización entre la izquierda y la derecha se respiraba en todo el país. Finalmente, parte de la sociedad eligió al izquierdista, Gabriel Boric, siendo el mandatario más joven en gobernar el país.
Con la llegada de Boric a la Casa de La Moneda el 11 de marzo de 2022, Chile había girado a la izquierda. Se auguraba un país más justo e igualitario. Las políticas del gobierno de Boric estaban destinadas a la búsqueda de una mayor equidad social en un país con desigualdades latentes en salud, pensiones y educación. Acompañado, además, al cuidado del ambiente, impuesto a las grandes fortunas, los derechos de las mujeres y diversidades sexuales. Boric quería convertir a Chile en un estado de bienestar similar a las socialdemocracias europeas.
La agenda de su gestión en materia de educación y salud apuntó a un acceso universal. Sin embargo, chocó con un muro de cierta intransigencia en ambas cámaras del Congreso, donde el oficialismo no contaba con la mayoría necesaria para llevar a cabo sus programas de gobierno, y tuvo que negociar constantemente con la oposición. La falta de experiencia en varios funcionarios de la administración fue una traba importante en la agenda del día a día que se fue suplantando con políticos de formación tradicional que obtuvo resultados de menos a más.
Ante estas condiciones políticas, Boric fue pragmático para superar adversidades y logró implementar una reforma en las pensiones y en temas vinculados al trabajo y salud. En materia de derechos humanos el estado chileno por primera vez se hizo cargo del paradero de más de mil personas desaparecidas durante la dictadura de Augusto Pinochet. También, puso punto final a los privilegios en Punta Peuco, la cárcel creada en 1995 para violadores de los derechos humanos durante la dictadura, que levantó polvoreada en la arena política en especial en los sectores de la derecha nostálgicos del pinochetismo, entre ellos los candidatos José Antonio Kast, Johannes Kaiser y Evelyn Matthei.
Pero no pudo cumplir con sus promesas de educación y salud universal y la tan ansiada reforma impositiva. Aunque logró algunas mejoras en el sistema. Tras dos intentos fallidos no pudo cambiar la Constitución por ende se mantiene vigente la de la dictadura.
Boric termina su mandato con un sabor agridulce. En medio de una apatía general, con apenas 29% de apoyo, pese a una inflación del 3% anual y a un débil crecimiento de la economía, de solo el 2%. Sus promesas de transformación, moldeada entre sus reconocidas buenas formas, pasará a la historia por dos constituciones rechazadas, una reforma impositiva inconclusa y la aparición del crimen organizado como nunca se había visto en Chile.
El reto de la izquierda chilena para mantenerse en el poder
Ante la compleja situación que atraviesa el país trasandino, la candidata del oficialismo Jeannette Jara, perteneciente a las filas del Partido Comunista y exministra de Trabajo de Boric, en el transcurso de la campaña se diferenció del gobierno por considerar que no se cumplió con las promesas de campaña y añadió que en su administración tendrá su propia impronta progresista. Jara, de 51 años, fue la responsable de los mayores éxitos de la gestión de Boric como la Ley Karin contra el acoso laboral, de la nueva ley laboral que reduce de manera gradual la jornada de trabajo de 45 a 40 horas semanales y de las mejoras en las jubilaciones.
Durante la campaña su discurso fue moderado y centrista, Jara se presenta en los próximos comicios dentro de una coalición heterogénea denominada Unidad por Chile, que reúne a varios partidos de centroizquierda y centristas como el Partido Demócrata Cristiano, siendo la primera vez en la historia chilena que una amplia alianza política lleva a un integrante del Partido Comunista como candidato presidencial. Independientemente es sabido que hubo roces y diferencias dentro de la alianza.
Aunque, Jara anticipo que en caso de llegar al Palacio de La Moneda se desafiliará del PC. Con una mirada progresista prometió «trabajo decente y salarios buenos» y un Chile más seguro ante la oleada de inseguridad.
La mirada en la derecha
Al igual que hace cuatro años, Chile llega a estos comicios presidenciales en un clima de polarización extrema. El oficialismo dirimió en una gran interna a su candidato que ganó por amplio margen Jara. En cambio, en el sector de la derecha chilena presentan una oferta electoral con tres candidatos diversos con ciertas similitudes, pero con diferentes postulados.
El líder del Partido Republicano, José Antonio Kast, se presenta por tercera vez a la presidencia de Chile. Hace cuatro años estuvo cerca de acceder a La Moneda, pero perdió en segunda vuelta con Boric. Hijo de un inmigrante alemán, que se lo asocia al nazismo e integrante de Central Nacional de Informaciones en la última dictadura militar, comenzó su carrera política de la mano de Jaime Guzmán, el ideólogo del texto final de la constitución de Augusto Pinochet. Además, su hermano Miguel fue parte del grupo de los “Chicago Boys” que fueron los técnicos que idearon el programa económico del régimen de Pinochet. Kast, que actualmente es diputado, se presenta como el garante de la “ley y el orden” propone una reducción del gasto público, de la burocracia e impuestos. Mantener algunas conquistas sociales como las pensiones y hacer frente al creciente crimen organizado con cárceles de máxima seguridad y el endurecimiento de penas, y pone el ojo en la inmigración irregular con más controles con posibles deportaciones.
Con un perfil más radical, Johannes Kaiser, diputado de 39 años, comparte una alianza parlamentaria con Kast, pero no hubo un acuerdo para realizar una interna de cara a los comicios. Kaiser, líder del Partido Nacional Libertario, considerado por la prensa chilena como el “Javier Milei chileno”, por sus similitudes en su actuar, es un ferviente defensor de la dictadura de Pinochet y crítico del gobierno de Boric. Propone mano dura para combatir a la inseguridad y una economía abierta con reducción del estado. Se mostró a favor del servicio militar obligatorio, de expulsar a los inmigrantes que considera uno de los grandes males de los problemas que atraviesa la sociedad chilena y prometió indultar a policías y militares condenados por casos de represión durante las protestas de 2019 y a violadores de derechos humanos de la dictadura de Pinochet.
En el ala de la derecha tradicional chilena, la candidata es Evelyn Matthei, hija de Fernando Matthei, miembro de la Junta Militar de la última dictadura. Matthei, de 72 años, tiene una larga trayectoria política siendo alcaldesa de Providencia, senadora, diputada y ministra de Piñera. Se la considera heredera del piñerismo, mantiene una posición más moderada en varias temas que la diferencia con Kast. Matthei considera que no basta combatir la delincuencia y la inmigración, sino se pone hincapié en otros temas como empleo y salud.
¿Posible giro a la derecha?
Desde la vuelta a la democracia en 1990 dos fuerzas políticas se habían alternado en el poder. El entendimiento entre la centroizquierda y la centroderecha chilena fue protagonista durante más de 30 años de la escena, lo que se vio reflejado en la continuidad de las políticas de Estado. Sin embargo, la sociedad chilena mostró cierto hartazgo de la política tradicional del país y optó por un candidato de izquierda. Cuatro años después, un candidato de derecha puede ser el nuevo inquilino de La Moneda.
Todas las encuestas coinciden que el próximo domingo 16 de noviembre, Jara se impondrá en la primera vuelta con una intención de voto que oscila entre 20% al 29%, seguido por Kast con el 25%, Kaiser con el 15%, Matthei con el 13% y el resto se lo reparte los otros candidatos restantes.
Ninguno de los candidatos superará el 50% de los sufragios en consecuencia, los dos más votados deberán disputar un balotaje el 14 de diciembre. Con estos números la realidad demuestra que los votos de la oposición rondan al 60%. Por eso, quien de la derecha pase al balotaje contra Jara, quedará en una posición inmejorable para convertirse en el nuevo presidente de Chile. Será fundamental ver la conformación de la Cámara de Diputados que se renueva en su totalidad y la mitad del Senado, que condicionará al próxima gobierno.
Tras la reforma constitucional de 2023, el voto en Chile es obligatorio. Un total de más 15 millones de chilenos están llamados a las urnas el próximo domingo donde determinarán si habrá continuidad o un cambio profundo.

