Cuando salía de la salita de cinco, Juan Pablo Carrique no iba a la plaza; iba al comité del MID de Pigüé (provincia de Buenos Aires). En vez jugar en las hamacas, se divertía con boletas y padrones electorales y cantaba el jingle de la campaña del 83, que todavía recuerda de memoria. Comenzó a militar en la adolescencia, repartiendo volantes por debajo de las puertas y protestando contra el neoliberalismo en los noventa. En junio pasado completó el largo cursus honorum que había empezado antes de aprender a caminar: con amplio consenso, fue elegido presidente del Comité Nacional del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID). “Es un honor, una enorme responsabilidad y un gran desafío”, resume. Carrique llega a la conducción del partido con 40 años y metas ambiciosas. Su elección ya implica el primer cambio, el generacional: tiene 30 años menos que el presidente saliente. Propone una mayor apertura política, participación interna y horizontalidad en la conducción. También dar mayor protagonismo a la juventud e incorporar la agenda feminista a la vida interna y las propuestas del partido. Se cuida mucho a la hora de definir qué rumbo político va a tomar el MID. “Es una discusión que el partido no dio”, aclara. Aunque tiene una afinidad públicamente reconocida por Cambiemos —y es funcionario nacional—, opina que el Gobierno debería abordar la inflación con “menos ortodoxia” y un mayor foco en la producción. Así piensa y esto se propone el nuevo presidente del partido desarrollista.
PARTE 1 | PRIMEROS PASOS EN EL DESARROLLISMO
¿Por qué te acercaste a un partido tan extraño como el desarrollismo?
[Se ríe] En principio, por una cuestión familiar. Mis abuelos paternos fueron militantes de la UCRI y trabajaron en la campaña presidencial de Frondizi. Mi abuelo Juan Carlos y mi abuela María Inés fueron en el 54 y en el 60 candidatos a concejales en Espartillar, un pueblo de la sexta sección electoral de la provincia de Buenos Aires. Es muy cerquita de Pigüé. Mi papá también es dirigente del MID y fue presidente del Comité Provincia de Buenos Aires y de la Convención Nacional. Y mi hermano Juan Manuel también estuvo en el partido.
¿En tu casa se hablaba de desarrollismo?
En mi casa siempre hubo discusión política en torno a la mesa. Cuando almorzábamos y cuando cenábamos. Pero siempre dentro de un marco de total libertad de pensamiento. Mi papá nunca me dijo: «Vos tenés que ser desarrollista».
¿Cuál es tu primer recuerdo del MID?
La primera imagen que se me viene es cuando salía del jardín, en la salita de cinco. Me pasaba a buscar mi hermana con su novio de ese momento en una estanciera que tenía una de esas bocinas arriba del techo que iban pasando el jingle de la campaña presidencial del 83.
¿Te acordás cómo era el jingle?
Sí. [Canta, casi afinado] «Sepa qué hacer: ¡Vote al MID! ¡Vote al MID! Vote con criterio, vote a Frigerio, una respuesta a su esperanza va a tener. Sepa qué hacer…». Era una marcha del estilo del 83. Hoy muy cómica, pero en ese momento eran todas así. Y bueno, íbamos hasta el comité desde las cinco de la tarde hasta las nueve o diez. Jugábamos entre las boletas, entre las pilas de padrones que llegaban desde Capital Federal.
¿Cuándo comenzaste a participar en política?
Ya de adolescente mi papá me pedía que repartiera boletas por debajo de las puertas de las casas. Pero mi primera participación más de compromiso social fue a los 15 o 16 años, en una marcha durante el gobierno de [Carlos] Menem. El MID convocó junto a una multipartidaria a un rotonzado en el partido de Saavedra para reclamar contra la apertura indiscriminada de importaciones que había puesto al borde del cierre a la fábrica GATIC, muy importante en Pigüé. También pedíamos que se frenaran los remates de campos que había entonces. De todos modos mi participación todavía era esporádica. Mi participación activa comenzó después, a los tres años de cursar en la facultad.
Estuviste toda la vida dentro del partido. ¿Qué sentís ahora que sos el presidente del MID?
Lo primero que pensé cuando arrancó este proceso [la campaña para la renovación de autoridades] fue que en esta silla estuvieron sentados nada menos que Frondizi y Frigerio. Es una carga emocional importante. Y una enorme responsabilidad: este no es cualquier partido, hay una historia detrás. Una vez que fui presidente, pensé: «Qué honor». Y después, que es un desafío. Un desafío tanto para mí como el gran grupo de personas que me acompaña: dirigentes provinciales, jóvenes profesionales y viejos dirigentes que estaban alejados y ven con buenos ojos que el partido tome nuevos aires. Estamos muy entusiasmados con ese desafío porque creemos que podemos hacer una refundación que termine depositando las ideas del desarrollo donde tienen que estar, que son los espacios de Gobierno.
PARTE 2 | LA ERA ZAFFORE
Más allá de tu familia, hubo otro dirigente de Pigüé que te influyó dentro del MID: Carlos Zaffore. Fue tu referente en el partido y luego lo enfrentaste. ¿Cómo lo definirías como dirigente político?
Se lo dije el día que asumí como presidente: es alguien que dejó la vida por las ideas del desarrollo nacional. Es como un maestro, no se lo puede definir de otra manera. Y es el responsable de que el partido todavía tenga personería política. Independientemente de que hayamos tenido una etapa en la que no hayamos pensado igual y la pelea política nos haya enfrentado, el partido le debe un reconocimiento permanente a su figura.
En 2003 se vivió una especie de resurgimiento del MID. Por primera vez en 20 años se presentó a las elecciones sin alianzas y con candidato propio para la presidencia de la nación. ¿Cómo viviste esa etapa?
Recuerdo dos grandes hitos. El primero fue la recuperación de la casa, que había sido tomada. Fue entre 1998 y 1999. Y después la vuelta del MID a las urnas como boleta N° 1 en 2003. Muchos lo consideraron un suicidio político, una locura o una aventura, pero a mi modo de ver eso revivió una mística en torno al partido de Frondizi y Frigerio. ¡Fue la vuelta del MID a las urnas!
¿Hubo en ese momento un replanteo de la doctrina?
Se hicieron un par de congresos nacionales donde el MID volvió a discutir su doctrina. El último fue en 2005, en el Palacio San Martín. Fue el último momento en el que partido se juntó a debatir sus ideas.
A pesar de los puntos que rescatás, sos crítico de la etapa que acaba de terminar, con Zaffore al frente del partido. ¿Por qué?
El partido venía de dos liderazgos muy fuertes con Frondizi y Frigerio, con una metodología de conducción muy verticalista. Ese verticalismo perduró demasiado tiempo. Además, se fue alejando de las esferas de poder. Esos dos factores hicieron que cada vez hubiera menos participación en el MID. Y una cosa era el verticalismo con Frigerio a la cabeza y el partido insertado en los círculos de poder y otra muy distinta fue con Zaffore, donde el verticalismo solo sirvió para que permaneciera al frente de Ayacucho 49 [se refiere a la sede del Comité Nacional] y cada día más lejos de los centros de poder.
¿Por qué se fue alejando el partido de los centros de poder?
Durante toda mi militancia de juventud hubo un cierto tabú sobre la participación en los espacios de poder. Sobre todo ejecutivos. No se podía formar parte de un gobierno si no era un gobierno desarrollista. Cuando el partido hizo una alianza con el menemismo en los noventa, hubo una diáspora importante de dirigentes. De joven asocié esa etapa como una mala experiencia para el partido.
¿Qué consecuencias tuvo ese tabú?
A varios se los ha acusado de no ser desarrollistas por ocupar espacios en un gobierno que no se definía como tal. A mí, por ejemplo. Aclaro que mi primera experiencia pública es la que estoy ocupando en este momento [es consejero del Fondo Fiduciario Federal de Infraestructura Regional]. Siempre militamos a la par que trabajamos en el sector privado.
Lo decís como si eso fuera un error…
No es malo no estar cerca del poder. Tampoco se trata del poder por el poder mismo. Lo malo es ese tabú que se había generado y esa condena de antemano a cualquier desarrollista que ocupara un espacio de poder. Además, ese rechazo nos ponía en desventaja: nosotros arrancábamos ocho horas más tarde que el resto de los militantes de todo el arco político. Los partidos que estaban cerca del poder militaban profesionalmente y nosotros militábamos a la par que trabajábamos. Cuando llegábamos a una mesa de discusión, ya se había discutido mucho antes. Llegábamos tarde. Era otra preparación, otra información.
¿Que el presidente del partido forme parte de un gobierno condiciona políticamente al MID?
El MID es un partido nacional y tiene una mesa de conducción con representación de todas las provincias. El presidente es el representante de esa mesa, pero las decisiones se toman a raíz de un consenso entre dirigentes que tienen visiones distintas de la política nacional y sobre la marcha de este gobierno. Por eso la autonomía del partido está garantizada. Yo tengo que representar a las 10 provincias, no hablo a título personal. Por otro lado, el órgano máximo del partido es la Convención Nacional y es ella quien delibera y decide. Nosotros ejecutamos la política que define la Convención.
PARTE 3 | EL MID Y CAMBIEMOS
¿Vas a impulsar el ingreso del MID a Cambiemos?
Es de público conocimiento que en 2015 fui parte de un sector del partido que propuso ingresar en esa alianza, que todavía no se llamaba Cambiemos. Lo que planteábamos era que había que disputarle el poder al kirchnerismo, que era muy fuerte en ese momento, y que la única alternativa que podía ganar era la que encabezaba Mauricio Macri presidente. Nosotros lo dijimos en la convención partidaria de 2015. Después el partido tomó otra decisión y apoyó a Sergio Massa. Ahora las condiciones cambiaron, la conducción del partido cambió, pero tampoco es una decisión que hayamos analizado ni discutido hacia adentro.
¿Qué tipo de relación tenés con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio?
Es una relación de confianza de varios años. Me acerqué a Rogelio Frigerio cuando la conducción del MID, encabezaba por Gustavo Puyó, tomó contacto con él en 2012. En ese momento yo estaba alejado del partido, pero me llamaron y me pidieron que fuera interventor del comité de Capital Federal. El partido empezó un camino que no terminó como nosotros queríamos, pero mi relación con Frigerio siguió. Cuando Cambiemos ganó las elecciones de 2015, me convocó para que formara parte del Fondo Fiduciario Federal de Integración Regional (FFFIR). Agradezco enormemente esa oportunidad y la responsabilidad que me dio.
¿Por qué te habías alejado del partido?
Me alejé en 2008, cuando fue intervenido el comité de la Ciudad de Buenos Aires. En esa conducción [la del comité de CABA] yo era el único defensor de Zaffore, pero no estaba de acuerdo con la intervención. Sabía las consecuencias que habían esas decisiones en pasado. Una mañana de 2012 abrí el diario y me encontré con la noticia de que el partido de Frondizi y Frigerio había dejado de existir en la Ciudad de Buenos Aires. Esas son las consecuencias de las intervenciones. La verdad, no encontré otro espacio que me convenciera para militar. Cuando el partido me volvió a convocar, me atrajo el proyecto que había en esa conducción nacional.
Mencionaste a Sergio Massa, que compitió contra Mauricio Macri y Daniel Scioli en las presidenciales de 2015. Los tres se identificaron como desarrollistas en algún momento de la campaña. ¿Qué opinás?
A uno siempre le molesta que sea otro el que levante la bandera y no el propio partido del desarrollo. A mí me molesta. Pero eso proviene de la incapacidad del partido de decir: “Acá está el partido del desarrollo, estas son las consignas y este es el país que queremos”. Tenemos que hacer una autocrítica en ese sentido. Si las banderas las levantan otros es porque uno no las ha sabido mantener firmes y levantadas.
En una entrevista con VD el presidente del PRO, Humberto Schiavoni, dijo que ya no hace falta que exista un partido desarrollista porque es una bandera de la que se apropiaron todos los partidos. ¿Tiene razón?
Mientras el desarrollo sea una cuenta pendiente en el país, hará falta un partido desarrollista. Me parece que no hay un partido que plantee la producción de la manera integral en la que lo plantea el desarrollismo. No solo que lo declame como una bandera política, sino que analice la realidad con el método desarrollista y proponga una salida distinta. No hay una fuerza política discutiendo cuáles son las prioridades, un proyecto que diga: Argentina se tiene que insertar en el mundo de esta manera y tenemos que poner el foco en estos cuatro, cinco o diez sectores, y con base en eso hay que educar a la población.
Mencionaste a los que los que solo declaman el desarrollo como una bandera política. ¿A quiénes te referías?
Muchos sostienen que el gobierno anterior era desarrollista. Parecía desarrollista porque era un gobierno que se decía progresista, promotor de la industria nacional y defensor de la mesa de los argentinos. Pero los controles de precios caprichosos no defienden la mesa de los argentinos, la intervención arbitraria de la economía va en contra del proceso de acumulación de capitales y, en definitiva, en contra del trabajo. En 12 años no hubo un cambio en la estructura productiva. Fue todo declaración. Tanto fue así que cuando los números de la economía empezaron a mostrar que ese no era el camino, tocaron el INDEC para mostrar otra realidad.
El Gobierno actual también dice que está inspirado en Frondizi. ¿Lo definirías como desarrollista?
Es un gobierno de coalición. En este gobierno hay desarrollistas; también liberales, peronistas y radicales. Humberto Schiavoni es desarrollista, Rogelio Frigerio es desarrollista. Dante Sica, el nuevo ministro de Producción, está relacionado al mundo de la industria y tiene afinidad con el desarrollismo.
¿Macri es desarrollista?
No sé si el presidente es desarrollista, pero se dice admirador de Frondizi. Ojalá la coyuntura le permita implementar políticas desarrollistas, que seguramente son las que hicieron que admire a Arturo Frondizi.
Más allá de los nombres, ¿considerás que el Gobierno está llevando adelante una política desarrollista?
Creo que faltan algunas cosas. En principio, menos ortodoxia a la hora de resolver la cuestión de la inflación.
Menos ortodoxia, ¿en qué sentido?
El tratamiento del tema de la inflación como una cuestión netamente monetaria es el principal cuestionamiento. Por otro lado, estamos todos preocupados por el gasto público —dónde recortar—, pero nadie está hablando sobre cómo generar los dólares que le faltan a la economía argentina. Y eso es hablar de producción. ¿Cuáles son las políticas que vamos a implementar para incentivar la producción y generar los dólares que nos faltan para hacer frente al gasto público? Es un debate que está pendiente y que se debe dar a la par que pedimos el enorme esfuerzo de reducir el gasto público.
PARTE 4 | COYUNTURA ECONÓMICA Y DESAFÍOS DE LARGO PLAZO
Dentro del propio Gobierno hay sectores que sostienen que alcanza con “sacar la pata de encima” al sector privado…
Eso puede pasar en otras partes del mundo, pero no en un país como Argentina. El Estado tiene que generar el clima para que el que produce en el país produzca el doble y el que está interesado en poner un peso en Argentina lo haga en la producción y no en la renta financiera. Las PyMEs, por ejemplo, tienen hoy problemas de capital de trabajo, financiamiento y competitividad. Hay muy buenas intenciones de este Gobierno para con las PyMEs, pero a las PyMEs no solo hay que largarlas a competir con el resto del mundo, necesitan ayuda.
¿Por qué necesitan ayuda?
Las PyMEs tienen que competir con empresas globales que tienen otras condiciones en sus países de origen. Si las empresas argentinas tienen costos de logística mucho más altos, acceso a la tecnología mucho más caro, acceso al crédito que le absorbe toda la rentabilidad, ¿cómo pueden competir? Hay que generar las condiciones para que las PyMEs puedan insertarse al mundo y vender nuestros productos, que en su mayoría tiene la calidad requerida por el mercado global. El problema es que están produciendo en condiciones desfavorables, y eso se resuelve con política económica. No se trata de cerrar la aduana, sino de la protección inteligente de la industria nacional.
¿Qué políticas propondrías?
Hay que darles capital de trabajo barato y generar condiciones para que reinviertan. Con la volatilidad de los mercados financieros, hoy una PyME va al banco y se encuentra con tasas que le absorben toda su rentabilidad. Absolutamente toda. La rentabilidad se la absorbe otro sector. Y eso cuando pueden ir al banco. Hoy un gran porcentaje de las PyMEs tienen restringido el acceso al crédito en las entidades financieras y para conseguir financiamiento deben pagar tasas aún mas caras que las oficiales.
¿La devaluación no mejoró la competitividad?
Muchos dicen que con un dólar a 30 pesos las economías regionales van a ser más competitivas. Lo que tenemos que tratar de generar es que la competitividad se produzca antes del tipo de cambio. Que la competitividad sea en costos: en costos de logística, en costos de producción, en costos de mano de obra. Porque si no estamos en lo mismo, era muy fácil: devaluábamos y listo. La competitividad se tiene que generar antes del puerto. La competitividad de tipo de cambio es efímera.
¿Cuáles son los principales desafíos del país?
En principio, un mayor enfoque en la producción. Otra gran preocupación es la educación. Todos los países están transitando la era del conocimiento y nosotros estamos con grandes problemas para terminar el primario. La educación siempre tiene que ir de la mano de un proyecto de desarrollo: para qué educamos a nuestros jóvenes.
¿Creés que hay un modelo de país, de qué tipo de país queremos ser?
No sé si lo tenemos muy claro. Tampoco tenemos muy claro qué modelo de desarrollo queremos para nuestro país. En ese contexto debería darse este acuerdo que está intentando el Gobierno. Cuáles son las prioridades, cómo quiere insertarse Argentina en el mundo y con base en eso, qué va a vender, qué va a producir y cómo va a generar los dólares para resolver el principal problema, que es el problema de la balanza de pagos.
¿Qué opinás de la convocatoria del Gobierno a un gran acuerdo nacional?
Creo que es fundamental, hace falta un acuerdo nacional para el desarrollo. Todos los espacios políticos están esperando esa convocatoria. Pero no debería solamente limitarse al presupuesto de 2019. Debería aprovecharse esa instancia para consensuar cinco, seis o siete políticas públicas de acá a 20 años para decir qué país queremos ser.
¿Qué rol va cumplir el MID en ese acuerdo?
Nosotros aspiramos a participar de ese acuerdo y en las propuestas de políticas públicas. Para eso nos estamos organizando y discutiendo internamente para dar esos debates necesarios: qué modelo de desarrollo queremos, qué tipo de la educación, cuáles son los empleos del futuro y qué ramas van a suplantar los empleos que desaparezcan, cuáles son los incentivos para atraer capitales y qué rubros son prioritarios, qué tipo de minería queremos, qué matriz energética.
Un ejes es la producción, otro la educación. ¿Qué otras prioridades tiene el país?
La pobreza estructural. Nosotros creemos que la única manera de resolver la pobreza estructural en Argentina es a través del empleo genuino. Y no hay otra manera de generar empleo genuino que no sea producir más.
¿Qué opinás de los planes sociales?
Son necesarios en este estado de las cosas en el país, con una pobreza estructural que oscila entre el 25% y el 30%. Pero la pobreza estructural no va a descender si no es con empleo genuino. Tampoco con inflación.
Hay quienes sostienen que son un desincentivo para el trabajo. ¿Coincidís?
No, no considero que sea un desincentivo para el trabajo. El programa social más alto es de 4.800 pesos; nadie puede vivir con esos ingresos. Es una deformación de la discusión pretender que porque cobra un plan la gente se queda sentada en su casa. La gente quiere trabajar y, cuando se le da la oportunidad, trabaja.
PARTE 5 | CAMBIOS EN EL MID
¿Qué cosas del partido querés cambiar durante tu presidencia?
Hay que actualizar las ideas. El mundo cambia a una velocidad que nos pasa por arriba a todos. Y es inevitable rediscutir nuestra doctrina. Todavía quedan en algunos rincones del país dirigentes que repiten con puntos y comas la propuesta del desarrollismo del 62. Nosotros tenemos que sentarnos y ver si realmente lo que estamos diciendo tiene sentido. Nuestra doctrina defendía la industria pesada; hoy la industria pesada es una realidad. Las prioridades cambiaron.
¿A quién convocarías para pensar en el nuevo desarrollismo?
Hablando con muchos amigos, llegamos a la conclusión de que había más desarrollistas afuera que adentro del partido. La idea es volver a convocarlos y rediscutir hacia adentro y hacia afuera las ideas del desarrollo. En ese camino habrá que convocar a instituciones, dirigentes y académicos que tienen mucho para decir, tomar esas ideas y discutirlas.
¿Cómo pensás hacer para que el MID vuelva a generar interés en la sociedad?
Nosotros no abandonamos el concepto del partido de las ideas. Si la política no tiene ideas detrás, los resultados se ven después en las obras de Gobierno. Eso, para mí, no ha cambiado. Ahora, sí han cambiado el escenario político y la manera de comunicar. Y la manera de ganar elecciones: hoy las ideas no ganan elecciones. Hay un disociación entre la generación de ideas y la transmisión de ideas con un fin electoral. Si el partido no entiende esto, va a seguir cometiendo los mismos errores que hasta ahora.
¿Creés que hacen falta cambios en el funcionamiento interno del partido?
El partido tiene que cambiar su manera de conducir, de formar a sus dirigentes y de comunicar hacia adentro. Hay una crisis no solo de representación política, sino de participación en los partidos políticos. Pero hay mucha gente que aún quiere participar. Hay que buscar la manera, que tiene que ser innovadora, para canalizar toda esa inquietud que hay en la calle y hoy no se vuelca en los partidos políticos.
De acá a dos años, ¿con qué partido soñás?
Hoy tenemos 10 provincias con personería política, la idea es pasar a 15 en mis dos años de gestión. Recuperar la provincia de Buenos Aires, que es una de las provincias más importantes y más productivas del país. No puede ser que el partido del desarrollo, que defiende la producción y el trabajo, no esté en la provincia de Buenos Aires. Volver a generar cuadros políticos jóvenes que hablen de desarrollismo. Y ocupar espacios de poder, recuperar esa lícita aspiración a ocupar espacios de poder. Legislativos o ejecutivos. Porque, otra vez, estamos pensando en generar ideas. Si esas ideas quedan acá adentro del partido no le sirven a nadie. Las ideas son para aplicarlas en los espacios de Gobierno.
¿Cuál es tu mayor desafío como presidente del MID?
Volver a insertar el partido en el debate nacional con la la generación de nuevos cuadros y la actualización de la propuesta política. Hoy vemos el desarrollo diseminado y diluido en el debate público. Cualquier cosa es desarrollo. Aspiro a volver a encausarlo dentro del partido del desarrollo. Y no hay manera de entrar en el debate nacional si no es con dirigentes que se conviertan en representantes del pueblo, ocupando espacios de poder.
El feminismo ha cobrado mucha fuerza en la agenda política y el MID es un partido muy masculinizado, por no decir machista. ¿Tenés algún plan al respecto?
Durante el debate del aborto, una diputada dijo: «Este es el siglo de los derechos de la mujer». Bueno, eso realmente es una novedad. El rol de la mujer viene cambiando hace tiempo, pero sobre todo en estos últimos años ha cambiado radicalmente. La mujer tiene un rol fundamental, pero no porque la ley lo exija, sino porque fue ganándose ese espacio. Se están rediscutiendo la cuestiones de género, cambiando muchos chips que vienen de generación en generación en todos nosotros. La discusión de género no es cuestión solamente de las mujeres. Precisamente, el gran cambio lo hacemos si lo discutimos entre todos. Tiene que generarse el debate dentro del partido.
¿El MID tiene que tener una posición con respecto al aborto?
Es un debate. El partido tuvo en su momento una posición en contra del aborto. Frondizi la tenía, Frigerio la tenía, y la posición del partido era un poco la posición de Frondizi y de Frigerio. Hoy creo que hay que sacarle la naftalina a esa posición y discutirla realmente. No se ha dado el debate interno. Hay posiciones personales, pero no una postura como partido. Es uno de los debates pendientes. Como también la despenalización de las drogas.
¿Estás dispuesto a dar esos debates dentro del partido?
La sociedad reclama esos debates. Y nosotros como parte de la sociedad estamos obligados a darlos. Creo que hay que generarlos, sí. No sé si para llegar a una postura única, pero hay que abrir las puertas a la discusión. Aún cuando haya ideas que no nos gusten.
El desarrollismo tenía un sesgo a reducir todos los problemas nacionales al subdesarrollo y tendía a menospreciar el resto de los debates políticos. ¿Es algo que debería cambiar?
Bueno, es parte del proceso histórico del partido. Nosotros hablábamos de las cuestiones del desarrollo y el desarrollo todo lo resolvía. Siempre nos ufanamos de que la teoría del desarrollo era una cuestión integral que abarca la cultura, la educación, la producción y el trabajo. Pero hay cuestiones que no las aborda y hay temáticas que aparecieron después. Eso tiene que cambiar. El MID es un partido político y tiene que ser receptor de las necesidades de la sociedad para elaborar propuestas que les den soluciones.
Sos colaborador activo y miembro de Visión Desarrollista. ¿Qué opinión tenés del proyecto?
Me parece que el gran aporte que hizo Visión Desarrollista fue acercar a esos viejos maestros con nuevos cuadros, jóvenes que de otra manera no se hubieran enterado de que alguna vez hubo un grupo de gente con una visión distinta para el país. Y supo dar un paso más hacia la generación de nuevo contenido. Logró ocupar un espacio que estaba vacío. Espero que podamos seguir trabajando juntos.
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