El nuevo desarrollismo es una teoría basada en el desarrollismo clásico de Raúl Prebisch y Celso Furtado y en la macroeconomía poskeynesiana. Es una evolución teórica y práctica de estas teorías. Para el nuevo desarrollismo, el régimen de la política económica o es desarrollista o es liberal. Que sea desarrollista no depende tanto de lo que haga el Estado en el plano microeconómico y en la política industrial —aunque son instrumentos que debe usar—, sino más bien de lo que haga en materia macroeconómica para mantener los cinco precios macroeconómicos en valores adecuados: una tasa de interés baja, un tipo de cambio competitivo para las empresas industriales que emplean la mejor tecnología disponible en el mundo, un nivel salarial que aumenta con la productividad, una tasa de ganancia de las empresas industriales suficiente, que las estimula a invertir, y una tasa de inflación controlada.
Para lograrlo, es necesario que el Estado mantenga las cuentas fiscales equilibradas. No tiene sentido endeudar y debilitar a nuestro principal instrumento de acción colectiva. Y es fundamental mantener la cuenta corriente equilibrada o con un pequeño superávit. Esto significa, contraintuitivamente, que Argentina o Brasil no necesitan capitales extranjeros. Si estos vinieran al país sin consecuencias negativas, sería genial. Pero hay un efecto que todos olvidan y el nuevo desarrollismo subraya: cuando el país tiene déficit en cuenta corriente, la entrada de capitales necesaria para financiarlo provoca una apreciación cambiaria. La estrategia de crecimiento con endeudamiento externo, por lo tanto, es autoderrotista. Los liberales, naturalmente, la defienden, porque es la manera de mantener el país dependiente. Los nuevos desarrollistas la rechazan firmemente. Por un lado, porque al final acaban generando una crisis de la balanza de pagos. Pero principalmente porque hace que las empresas sean menos competitivas y las desincentiva a invertir.
La economía de Cambiemos
El gobierno de Macri es un gobierno liberal. Pagó la deuda con los fondos buitre para acceder al crédito internacional y volver a contar con capitales extranjeros. Ya expliqué por qué esta política es equivocada. Existe una alta tasa de sustitución del ahorro nacional por el ahorro externo. Argentina no retomará el desarrollo por este camino.
A esto se añade una política de intereses altos. Esto solo beneficia a los capitalistas rentistas y a los financistas que administran la riqueza de ellos y defienden la ideología neoliberal. Los intereses altos atraen capitales que el país no necesitan y son un obstáculo para la inversión.