Prólogo, por Rogelio Frigerio.
En julio y agosto de 1967 dicté un cursillo sobre economía política en el Centro de Estudios Nacionales. La versión de esas conferencias, publicadas entonces en una edición mimeografiada y limitada, desarrolladas con mayor amplitud y actualizadas constituyen la base de este trabajo. La tarea de volcarlas al libro estaba pendiente prácticamente desde la época en que fueron pronunciadas. La rapidez con que se agotó aquella precaria edición, así como el reclamo de muchas personas por acceder a esos textos, me dejaron en mora durante muchos años.
Al dar a conocer ahora estas páginas asumo una tarea que en cierto sentido no es nueva para mi y que en otro sentido sí lo es. Siempre pensé que la acción política tiene que tener el máximo respaldo científico que sea posible, que la teoría y la práctica deben marchar de la mano. Eso me impulsó a elaborar a fondo. los problemas que plantea la lucha nacional en la que estoy comprometido y, en determinados momentos a publicar en forma de libro algunas de esas elaboraciones. Así surgieron varios trabajos míos que, entre otros, trataron temas de economía política y la política económica. La diferencia con éste está en que ellos abordaron temas más o menos vastos pero particulares, que presuponían las concepciones generales que ahora se compendian en las páginas que siguen. Como ejemplo puedo dar el caso de Crecimiento Económico y Democracia, en el cual se examinaban las cuestiones suscitadas por el nuevo tipo de relaciones surgidas en el final de la década del cincuenta entre las superpotencias y las implicaciones de ellas para los países subdesarrollados; cuestiones que habían sido tenidas en cuenta en nuestras posiciones políticas, pero que por una rutina de pensamiento no eran percibidas ni aceptadas en muchos círculos. Ahora he decidido, aun cuando de manera sucinta y dejando deliberadamente algunos claros en temas no demasiado centrales, abordar una exposición de tipo general sobre la problemática económica. Es decir, lo que estaba implícito como soporte de análisis particulares y de la práctica política aparece aquí de manera explícita.
¿Por qué he tomado esta decisión, por qué saldo ahora la deuda de tantos años publicando este libro? ¿Por qué un hombre como yo, no dedicado a la actividad académica, ha quitado un poco de espacio al reducido tiempo de descanso y un poco de espacio a la acción para abordar esta tarea? Creo que se justifica dado que el cuadro político e intelectual no escapa a la crisis argentina que es global. Hoy más que nunca resulta necesario precisar conceptos y profundizar la unión entre la teoría y la práctica.
En la lucha por la construcción de la Nación hay que enfrentar a dos tipos de adversarios, los manifiestos y los embozados; así como hay que enfrentar la confusión o la falta de firmeza en las convicciones de muchos que, sin embargo, están identificados con los objetivos nacionales. A ello se añade la insidia de los enemigos de la Nación y la acción deletérea de ideologías que les sirven a sus fines o son impotentes para dar solución a nuestros problemas, y que predominan en los medios de comunicación social y en los círculos académicos; predominan allí o bien por una penetración deliberadamente planeada o por una suerte de inercia, de sobrevivencia del pasado, que es frecuente en los procesos sociales.
Ese cuadro político e ideológico explica algo que nos ha ocurrido con mucha frecuencia y que ha retardado el esclarecimiento de las sucesivas y desgastan tes crisis que hemos tenido en los últimos lustros. Han aparecido durante ellos, como se sabe, diversos programas económicos en apariencia distintos y aun contradictorios entre sí; sin embargo, sometidos al instrumental de análisis del desarrollismo, se evidenciaban no sólo contrarios a nuestras posiciones sino contraindicados para encontrar las soluciones. Nosotros invariablemente cumplimos con nuestra responsabilidad e hicimos la crítica, mostrando el común denominador de todos ellos en cuanto a que tendían bajo diversas formas a mantener la estructura dependiente de la economía argentina. Las reacciones iban desde la acusación de agorerismo, que luego era prolijamente olvidada cuando nuestro pronóstico se cumplía, hasta la confusión y el interrogante por parte de quienes no veían ni las diferencias ni el fondo del asunto. «Este equipo económico adopta medidas muy diferentes al anterior y los desarrollistas también se oponen», se sorprendían en una y otra etapa quienes no comprenden la semejanza de esencia entre el populismo y el liberalismo monetarista; e incluso no faltaban quienes ,se sorprendían por nuestra crítica o por nuestra supuesta inflexibilidad diciendo: «¡Pero si algunas medidas son de corte desarrollista!». Asimismo, el llamado nuestro a que no se hicieran cambios de hombres sino de política y cambios de fondo y no formales caía en el saco roto de la incomprensión. El país, luego de cambios aparentes, volvía a transitar los mismos caminos equivocados.
No es vano todo esfuerzo que se haga para que esto no vuelva a ocurrir. Es preciso ir a fondo en los análisis y en las explicaciones y en lo posible no hay que considerar nada como valor entendido. Y es necesario profundizar el método de mostrar la interdependencia de los fenómenos, de mostrar a los procesos sociales en su unidad y su movimiento y de distinguir lo esencial de lo aparente y lo fundamental de lo accesorio.
Y por cierto que ello no apunta solo a la finalidad crítica. El movimiento nacional, como instrumento político de la alianza de clases y sectores (obreros, empresarios, profesionales, intelectuales, estudiantes, militares y sacerdotes) y como expresión de los intereses y aspiraciones de quienes conforman su base social, tiene que estructurarse en torno de un programa concreto, que cuanto más hondamente asumido esté evitará las frustraciones del pasado; para ello, para llegar al punto de la formulación de propuestas compartidas, hay que ir a fondo en los análisis teóricos. Después se harán o no sin apartamiento de los principios, las concesiones y las transacciones que impongan el grado de coincidencia y el grado de desenvolvimiento de la lucha; pero en lo posible hay que evitar las confusiones y los falsos valores entendidos que o bien perturban las coincidencias o les confieren una inconveniente fragilidad.
Estas reflexiones permiten inferir fácilmente la variedad de destinatarios que tiene este libro. Ha sido redactado con el máximo rigor científico posible, pero también con la máxima sencillez y llaneza de lenguaje. Está destinado al lector especializado y al que no lo es. Entre los primeros he pensado especialmente en los estudiantes, que no tienen alternativas a los textos que les ofrece el establishment, y también en muchos profesores y economistas dispuestos a salirse de ciertas rutinas académicas que en el fondo poco tienen que ver con la ciencia. Entre los segundos están los dirigentes de los diversos sectores de la sociedad sin exclusión, están los militantes políticos y están los hombres y mujeres preocupados y sensibilizados por los golpes de la realidad.
Naturalmente quiero aclarar que este libro sólo pretende ser una aproximación, el señalamiento de un camino de análisis que es preciso profundizar. Con ser incitante en orden a ese propósito tendrá ya su razón de ser. Ojalá así ocurra, porque como he dicho no hace mucho en un libro dedicado al examen critico de nuestra historia económica no hay en estos trabajos ninguna jactancia teórica sino el deseo de contribuir a una doctrina nacional sin la cual no puede haber lucha nacional.
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