La política exterior ocupó un lugar central en el gobierno de Arturo Frondizi. Desde su concepción desarrollista, las relaciones internacionales eran una herramienta que debía servir al interés de la nación y al programa de desarrollo. Por eso, abordó la agenda diplomática con energía y pragmatismo. Para Frondizi, el proceso de integración debía concretarse primero a nivel nacional, luego continental y por último a escala mundial.
Las relaciones internacionales fueron ejercidas como una verdadera acción de Estado. Frondizi fue el primer presidente argentino que visitó Estados Unidos, donde fue recibido con honores. Un video registra el momento: una multitud lo recibió en enero de 1959 en la ciudad de Nueva York, donde el presidente paseó en un descapotable por las calles de Manhattan repletas. Allí concretó reuniones con el presidente Dwight Eisenhower en la Casa Blanca y disertó en el Capitolio. Con posterioridad, en marzo de 1959, Argentina recibió la visita del presidente estadounidense. La reunión entre los mandatarios se celebró en el hotel Llao Llao y allí se firmó la Declaración de Bariloche, referida a la protección de los parques nacionales.
Frondizi visitó también India, donde fue recibido por el primer ministro Jawaharlal Nehru; en París se reunió con Charles De Gaulle; en Alemania, con Konrad Adenauer; en Corea del Norte, con Kim Il Sung; cuando visitó Japón, el emperador Hiroito en persona salió del palacio para saludarlo. En abril de 1959, visitó las capitales de Uruguay, Brasil, Chile y Perú; en todas ellas se lo dispensó con una excelente acogida. Nunca antes un primer mandatario había viajado tanto. Frondizi inauguró lo que luego sería conocido como la diplomacia presidencial.
Por primera vez en la historia argentina se llevaron a cabo acuerdos económicos con la Unión Soviética. Se impulsó una política internacional basada en los principios de la no intervención y autodeterminación de los pueblos. Claramente, la actitud de Frondizi fue la de abrirse al mundo y buscar relaciones con nuevos mercados que beneficiaran a Argentina en tiempos de posguerra y Guerra Fría, sin que condicionase la ideología.
El reconocimiento de esta política, que era una consecuencia del prestigio del país, se ve reflejado en los títulos de doctor honoris causa que otorgaron a Frondizi las universidades de Waseda (Japón), Miami, Ottawa, y Madrid, entre otras. Eran el fruto de su férrea decisión de colocar a la Nación en el escenario internacional.
La estrategia desarrollista respondía tanto a la búsqueda de acuerdos comerciales beneficiosos para el país y la atracción de inversiones extranjeras. El diagnóstico de Frondizi y Frigerio coincidía en la incapacidad del país para generar una tasa de capitalización suficiente para desplegar un proceso de desarrollo. Los resultados en materia petrolera, petroquímica y automotriz, que atrajeron cuantiosas inversiones extranjeras, son ejemplos del éxito de esta estrategia. Una política que sentó las bases de más de una década de expansión económica y estabilidad. Y que mostró un camino posible de integración y desarrollo.
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