Europa enfrenta varios frentes con desafíos puntuales que deberá sortear para mantener la unión y fortalecer aun más los intereses en común ante los avances nacionalistas y la nueva presidencia de Donald Trump. Desde su concepción la Unión Europea fue un proceso de integración socioeconómica y política exitosa que pudo dejar de lado conflictos y odios históricos para avanzar en la prosperidad y estabilidad del Viejo Continente.
El frente interno
La Unión Europea es una entidad supranacional en la que conviven 27 Estados con 450 millones de habitantes sumado a sus idiomas oficiales, cultura e historia. Sin embargo, en el ámbito político los éxitos del pasado como a nivel económico de la integración representa actualmente todo un desafío a futuro. Puntualmente en esta nueva década del SXXI la Unión enfrenta varios escenarios abiertos y adversos para su existencia.
El avance de los nacionalismos en los países miembros, puntualmente los de ultraderecha, se manifiestan abiertamente euroescépticos y ya se han integrado a la gran familia europea. Sus posturas extremas hacia la inmigración generaron varios roces dentro de la Unión, sin embargo, han logrado paso a paso imponer su agenda de cerrar las fronteras, acabar con el derecho de asilo y racionalizar la política migratoria. Además, en algunos casos puntuales la comisionada europea, Ursula von der Leyen, se comprometió a estudiar ciertos casos puntuales. Situación que irritó a más de uno de los socios europeístas su postura. La premier italiana, Giorgia Meloni, puso en marcha el macabro plan de deportar a inmigrantes a campos en Albania. También, estos campos funcionan en Túnez, en un acuerdo entre el gobierno italiano y tunecino, donde deportan a los indocumentados que ingresan a través de la isla de Lampedusa con la venia de von der Leyen. En el caso con Albania, la justicia italiana dio marcha atrás a la iniciativa de Meloni.
La verdad asombra la postura de los ultraderechistas dentro de la Unión sobre el tema de la migración cuando la estadística marca una realidad empírica: la caída del 42% de las entradas irregulares en la UE. La única propuestas de los ultras es la deportación masiva de los indocumentados. En sus análisis de la situación no hay un diagnóstico de la inmigración basado en cifras reales sino todo lo contrario, que se traduce en cero alternativas y mera represión.
A pesar de que el avance de la ultraderecha en los países miembros en un hecho, la partida por ahora inclina la balanza hacia los partidos europeístas de derecha e izquierda, que siguen sumando más escaños en el Parlamento Europeo. Los conflictos alrededor del planeta con cambio geopolíticos tambalean a todo el mundo y Europa no es la excepción.
El mundo actual es totalmente diferente al que dio nacimiento a la UE que estaba basado en normas y reglas claras respetadas por los principales actores mundiales. El final del siglo pasado fue testigo de la desaparición de la Unión Soviética que marcó el final de la Guerra Fría. Con el avenimiento del actual siglo dominado por la globalización, se integran como potencia en la lucha de la primacía mundial China integrada en apariencias a un orden mundial en función de reglas de juego occidentales. También, se incluye a Rusia. Parecía un escenario de cultivo ideal para UE para prosperar aún más. Sin embargo, la división entre dos extremos metió la cola. El enfrentamiento de Estados Unidos con China evidenció una vez más cierta dependencia de Europa del uno o del otro. Pero, a su vez, también representa ciertas ventajas económicas tanto positivas y en ocasiones negativas. El avance tecnológico de EE.UU superior a la UE evidencia la dependencia transatlántica. La competencia comercial desleal de los chinos choca con las normas europeas.
La invasión rusa a Ucrania en 2014, mostró una debilidad total europea con complicidad estadounidense. Afianzado el presidente ruso, Vladimir Putin lanzó una segunda invasión en suelo ucraniano, pero en esta ocasión la respuesta de Europa y Estados Unidos fue de total apoyo a Ucrania con armamento, ayuda económica y sanciones económicas a Moscú.
La UE transita una encrucijada en este nuevo orden mundial de la cual debe adaptarse para no quedarse atrás en la cola. Dentro de la Unión hay claros cambios estructurales demográficos, en las relaciones laborales y en los modelos productivos. Esos cambios se trasladan a la arena política que generó cambios en los mapas electorales de los países miembros. El duopolio histórico entre socialdemócratas y democristianos/conservadores se fragmento dando lugar a terceras fuerzas nacionalistas de derecha e izquierda que pone en discusión las reglas de Bruselas. Su presencia es notoria en varios países de la UE y encima ahora tendrán nuevamente un fuerte aliado cruzando el Atlántico con la segunda presidencia de Donald Trump.
El desafío Trump y sus amigos en el continente
La victoria arrolladora de Donald Trump en Estados Unidos puso en alerta al Viejo Continente y al mundo. La relación con Europa en su primera administración fue de constantes chispazos. Sus reiteradas amenazas de dejar la OTAN toman vida de nuevo con sus recientes declaraciones que van en ese sentido. El apoyo a Ucrania se tambalea. Trump más de una vez manifestó que tiene un plan para terminar la guerra en 24 horas. Sin embargo, Putin no aceptará ningún tratado que no sea la capitulación ucraniana. Pero Europa debe mantener su compromiso de apoyo a Kiev a pesar de la postura que tome Trump.
La guerra comercial que plantea Trump con aranceles a productos europeos y chinos serán un verdadero dolor cabeza para todos los involucrados, principalmente a los países miembros más exportadores. Peor no puede agarrar a la UE la llegada de Trump con las actuales crisis de gobierno en Alemania y Francia.
No obstante, para contrarrestar estas posibles medidas del magnate millonario, la opción es un cierre total de filas dentro de la UE y avanzar en las nuevas membresías de países candidatos. Europa debe depender de sí misma y no de otros. Sumar más competitividad al mercado con integración y competencia para mayor autonomía y aumentar el gasto en defensa. Sin embargo, el escenario muestra obstáculos con varios gobiernos europeísta débiles sumado al auge de los nacionalismos con admiración ciega hacia el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Trump cuenta con apoyos de los gobiernos en Italia con Meloni, Viktor Orban en Hungría y en Eslovaquia, Robert Fico. Los gobiernos suecos y finlandeses de centroderecha se sostienen gracias al apoyo parlamentario de los partidos de ultraderecha. También, ellos admiran al republicano estadounidense. Situación similar en Países Bajos, donde la extrema derecha de Geert Wilders domina la coalición de Gobierno, aunque él no es parte del gobierno neerlandés.
Sin dudas, la UE deberá afrontar con solemnidad los nuevos desafíos que tiene por delante quizás con alguna concesiones soberanistas mínimas para terminar con el fantasma del relato de los extremos. Los beneficios de pertenecer a este club son múltiples y quedó plasmado ante las crisis recientes, como la sanitaria por la pandemia de covid-19 o la energética por la guerra de Ucrania. La respuesta conjunta europea fue totalmente efectiva.