Ni la decadencia de los ferrocarriles comenzó con el Plan Larkin ni los obreros del frigorífico Lisandro de la Torre fue reprimido brutalmente, sostuvo Héctor Valle
Fue uno de los cuadros más destacados del desarrollismo, pero no apoyó a Frondizi cuando estuvo en el poder. De hecho, fue un firme opositor. Héctor Valle contó en la entrevista con Visión Desarrollista que en ese entonces era socialista y, como miembro del gremio bancario, participó en una «huelga espectacular» contra el gobierno. Con los años cambió de opinión y pasó a reivindicar a Frondizi como el presidente más progresista de la historia argentina. Fueron años de alta conflictividad social, aunque Valle consideraba que existían mitos instalados contra el desarrollismo, en particular sobre la represión contra los trabajadores del frigorífico Lisandro de la Torre y el Plan Larkin. Parte de la conflictividad de aquellos años fue, según Valle, culpa del mismo Juan Domingo Perón. «Perón empezó la rosca contra él [Frondizi] desde el primer día», sostuvó en la entrevista de 2015.
La imagen de un gobierno que reprimió ferozmente a los trabajadores es falsa, defendió Valle. Y al contrario de lo que sostienen los críticos del frondizismo, opinó que fue Perón el que traición al expresidente. «Las cosas que pidió el peronismo, como la recuperación de la CGT, se aprobaron en los primeros meses. El aumento de salarios, que armó Frigerio, se realizó en los primeros 90 días. Y mientras tanto, Perón le daba cuerda a las huelgas», argumentó.
Las tensiones políticas y sociales son inevitables en un proceso de desarrollo, advirtió el economista. Y aunque el objetivo sea mejorar el ingreso y las oportunidades de los trabajadores, apuntó que los cambios que se desenvuelven provocan fricciones con el mundo obrero. Y también con los sectores empresarios. «Es un proyecto de cambio estructural, y todo proyecto estructural desata contradicciones. Y flor de contradicciones. Con el capital financiero, con los intereses de los importadores, del campo más concentrado. Si no tomás en cuenta esas contradicciones o las ignorás, no estás siendo desarrollista. Por algo al desarrollismo se lo combatió como se lo combatió. Y se lo combate», planteó.
«Mitología contra el desarrollismo»
Entre las críticas hacia el desarrollismo, tal vez la más difundida sea la de la represión en el frigorífico Lisando de la Torre. «Es todo una mitología contra el desarrollismo», según Valle. «Había un frigorífico que era manejado por el Partido Comunista y era un foco infeccioso. Había que sacarlo. El plan no era pasárselo capitales extranjero, sino a la Corporación Argentina de Productores (CAP, un ente mixto). Pero había una interna tremenda. [Eleuterio] Cardozo, que era el secretario del gremio de la carne y había pactado con el frigerismo, quería sacar al sindicalista que estaba en el frigorífico. Entonces el tipo se atrincheró en el frigorífico y toda la oposición aprovechó y se alió con él. Puro oportunismo. Hubo una toma en el frigorífico para pedir que no se interviniera. Ese frigorífico ahora es una plaza», resumió.
Otro gran mito, opinó Valle, es la idea de que el Plan Larkin fue el comienzo de la destrucción del ferrocarril argentino. Una posición que incluso sostuvo en un discurso la expresidenta de la nación, Cristina Fernández. «El Plan Larkin era un programa integral de desarrollo del transporte de Argentina, hecho por un tipo contratado por las Naciones Unidas que había trabajado en la reconstrucción de Europa con el Plan Marshall. Y todo el equipo era de primer nivel. Lo que planteaba era que había que modernizar toda el área urbana y verificar de ahí en más que servicios conviene manejar con camión, por barco o por tren», explicó.
El plan impulsado por el gobierno de Frondizi preveía, sin embargo, la eliminación de 10.000 de los 44.000 kilómetros de vías férreas. Pero Valle defendió el proyecto: «Había muchas líneas inútiles, como la que va Tigre, que son dos ramales paralelos. Lo que ahora es el Belgrano Cargas era un ferrocarril para traer leña de Chaco. El plan señalaba que la leña ya no se utilizaba más y que ya no tenía más sentido ese ferrocarril. Lo que Larkin no podía saber era que después iba a venir la soja».