En el marco de la presentación de su nuevo libro, titulado “Más allá del liberalismo y el populismo: la necesidad de una síntesis desarrollista para la Argentina”, a publicarse en febrero, el economista Federico Poli dialogó con el medio rionegrino Pulso sobre la coyuntura económica y Visión Desarrollista transcribe:
Federico, ¿por qué Argentina acumula diez de estancamiento económico?
Argentina es desde hace varias décadas una hoja al viento, no tiene un norte. Una muestra de ello es la alternancia de conducciones populistas con conducciones liberales ortodoxas. Ninguna de las dos entiende que el centro de la política tiene que ser la generación de valor y la producción. Hay mucho por hacer, desde la estabilidad macroeconómica, políticas productivas, integración de Argentina al mundo, pero todo se ordena si uno sabe a dónde está yendo.
¿Se debe primero estabilizar la macro o implementar políticas productivas sectoriales?
Es simultáneo. En Argentina hay una gran demanda por estabilización porque con este nivel de inflación no hay registro de crecimiento económico. Lo que tampoco debe pasar es que se logre una estabilización que no sea de largo plazo o que vaya en contra de la producción. Fue lo que pasó con la convertibilidad, Argentina crecía y crecía el desempleo, fenómeno novedoso. La estabilización no se sostiene en el largo plazo sin una dinámica de desarrollo, y el desarrollo no puede existir si no hay un marco lógico de estabilización.
¿Un gran ingreso de divisas por Vaca Muerta podría apreciar el tipo de cambio y afectar la competitividad de otras ramas?
Podría ser, pero hay maneras de evitar ese impacto de largo plazo, generando por ejemplo un fondo soberano para financiar importaciones de bienes tecnológicos que necesita la producción. Es un fenómeno muy deletéreo sobre las ramas productivas. Hay que administrarlo para evitar que destruya capacidades tecnológicas y productivas.
¿Cómo se administró la presión a la apreciación cambiaria durante la gestión de Roberto Lavagna, de la cual formó parte?
Con un tipo de cambio elevado hay presiones inflacionarias y, por ende, a la apreciación. La gestión de Lavagna lidió correctamente con esas presiones. Pero después se destruyó la competitividad cambiaria por el incremento del gasto público durante los años de Cristina Kirchner. El financiamiento de ese gasto público generó el desequilibrio macroeconómico y el atraso cambiario, que llevó al cepo en 2011 y posteriormente. Lavagna, cuando se va, dejó varias iniciativas. La primera era que, como empezaba a haber presiones inflacionarias de demanda, debía implementarse una política de subas de tasas de interés. La segunda era un fondo fiscal anticíclico, para poner ahí los recursos del superávit en momentos de auge y poder utilizarlos cuando la actividad caía, y evitar un recalentamiento de la economía en el corto plazo. Y la tercera, para aumentar la oferta y no tener presiones inflacionarias en el largo plazo, planteaba bajarles a las pymes el impuesto a las ganancias si había reinversión de utilidades. Había políticas de oferta y de demanda para que no hubiera mayor inflación y que eso comiera la paridad cambiaria.
En cuanto al escenario internacional, ¿el viento viene a favor o en contra de Argentina?
Se están viendo dos tendencias contrapuestas. Por un lado, la disrupción de la oferta de commodities que genera la guerra provoca un aumento de los precios. Pero la otra tendencia que se está viendo y que se va a afianzar es que en los países desarrollados, por su lucha antiinflacionaria, se está instalando la recesión, y esto provoca una caída de los precios de commodities. Por ahora el primer fenómeno parece imponerse, pero mucho me temo que, si la recesión avanza como es previsible, vamos a tener un problema con los commodities, no los veo sosteniendo estos niveles de precios.
Una baja de precios de la energía podría representar también un alivio para Argentina, ¿no?
Sí. A la Argentina precios de commodities altos le significa una oportunidad en términos de productos agropecuarios que exportamos y, cuando tengamos terminado el gasoducto, también en términos de exportación de productos energéticos. En el corto plazo, el impacto es negativo porque la balanza energética es muy deficitaria, y eso pesa más que la mejora que nos genera en productos agropecuarios.
¿Qué opinión tiene del acuerdo con el FMI?
Lo único que está haciendo el Gobierno con la deuda con el FMI es pagar intereses, que son bajos. No entiendo cuando dicen que la deuda externa es una restricción, si no están afrontando ningún compromiso. Dicen que el Fondo le dio un tratamiento especial a Macri. No, se lo dio a al Gobierno con la deuda que se negoció en estos años. Lo que hizo el FMI es un acuerdo inédito, que es patear 4 años el pago de la amortización de todo el capital, se patean para adelante todos los vencimientos. Más generoso que este acuerdo no podía haber.
¿Qué balance hace del 2022 y qué proyecta para 2023?
El equipo del ministro Massa es lo mejor que puede dar esta alianza gobernante en términos de manejo de la economía. Pero dada la situación política y económica, lo único que se atina a hacer es poner parche sobre parche. El punto crítico son las reservas y la inflación. Si no hay suficientes reservas para comprar los insumos necesarios para la producción, vamos a tener una caída del nivel de actividad. El tema es si con este esquema cambiario se puede llegar, recesionando la economía, a la entrega del poder al nuevo gobierno, y falta mucho tiempo.