Qué, como popularmente la denominaban sus lectores a la revista Qué sucedió en siete días, tuvo su etapa de oro entre 1956 y 1958, cuando alcanzó un tiraje de 200.000 ejemplares semanales —según el recuerdo de Rogelio Frigerio, su director de entonces—, y se financiaba con la venta. Su impacto político fue muy grande en los años de la Revolución Libertadora. Los estudiantes la llamaban «la Biblia», escribió Silvia Sigal en el libro Intelectuales y poder en la década del sesenta (1991). Perón citó la revista como fuente de información en Los vendepatrias (1957). En algunos de los testimonios que recogí de antiguos militantes peronistas y antiperonistas, hacia fines de la década de 1980, el recuerdo de la revista estaba fuertemente asociado a la candidatura presidencial de Arturo Frondizi y a la campaña que culminó con su triunfo en las elecciones de febrero de 1958.
Qué, propiedad de Baltazar Jaramillo, apareció en 1946, editando 57 números, pero el tono crítico y desobediente al poder político llevó a su clausura en 1947 por el primer gobierno de Juan Domingo Perón. Luego del golpe de Estado de 1955, Delia Machinandiarena de Jaramillo, viuda del fundador y director, se propuso continuarla y convocó a un destacado colaborador de entonces, Rogelio Frigerio, para que la dirigiera. Juntos decidieron continuar la numeración interrumpida. Por eso el primer número de la nueva etapa, en cuyo editorial se historiaba sucintamente la experiencia anterior y se aludía a las colecciones de los antiguos lectores, se inicia en el 58. Su lanzamiento coincidió con el primer quiebre político del gobierno provisorio, concretado en la renuncia del general Eduardo Lonardi y en la designación de Pedro Eugenio Aramburu como presidente de la Nación.
La empresa conformó su equipo con los periodistas y colaboradores de la etapa anterior, al que se sumaron colaboradores esporádicos. Siguió siendo una revista de opinión, con editoriales y notas firmadas por reconocidos intelectuales del nacionalismo, el peronismo, el radicalismo y la izquierda que analizaban la coyuntura política nacional e internacional, algunos debates sobre la economía y el desarrollo, los partidos políticos, el mundo de los trabajadores. Contenía además un espectro de información amplio sobre cine, espectáculos, libros, novedades científicas y tecnológicas, deportes y un interesante espacio dedicado a cartas de los lectores.
Un miembro importante del staff de Qué, Narciso Machinandiarena, hermano de Delia y socio de Rogelio Frigerio en algunos emprendimientos inmobiliarios, como el de Alfar en Mar del Plata, había financiado los primeros números. Fue iniciativa de éste la cena organizada en su casa en enero de 1956 para que su socio y amigo y Arturo Frondizi se conocieran. Esa reunión, en la que el tema central de conversación fue el frustrado contrato petrolero intentado por Perón con la California Standard Oil. Este contrato había dado lugar al libro Petróleo y Política, que el futuro presidente había publicado en 1954 con notable éxito editorial y político, y que Frigerio impugnaba. Aquella reunión fue el comienzo de la larga sociedad política que se proyectó por más de treinta años. En lo inmediato, el resultado fue la invitación a Arturo Frondizi a incorporarse a la revista con algunos de los cuadros políticos de la línea Intransigencia y Renovación de la UCR. Lo cual otorgó a ésta un sesgo político partidario que no sería estrictamente el del radicalismo intransigente, sino el de sus nuevos aliados del naciente desarrollismo.
Esto fue visible, por ejemplo, en el tratamiento del proceso de escisión radical de fines de 1956, cubierto con expectativas y desde afuera, o en la campaña electoral para la Constituyente de 1957, donde los dos intelectuales del peronismo, Raúl Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche, argumentaban desde sus espacios permanentes en contra del voto en blanco promovido por Perón y alentando a votar «contra el gobierno de los libertadores», o en los largos reportajes a Frondizi donde expuso su posición frente al gobierno y, hacia fines de 1957, las líneas más resistidas de su programa de gobierno, opuestas al divorcio y al monopolio del Estado en materia educativa, que lo apartaban de la tradición radical y de la izquierda, y más específicamente acerca del armado de la estrategia política que condujo al pacto con Perón en 1958.
Un rasgo característico que nos permite advertir la elaboración y maduración de la propuesta desarrollista en sus primeros pasos en la Argentina fue la importancia otorgada por los analistas de Qué al ámbito internacional. En particular, a las relaciones de fuerzas en el contexto de la Guerra Fría en la etapa de tránsito hacia la «coexistencia pacífica», que ya no se caracterizaba por el enfrentamiento armado abierto, sino por la competencia económica y científico-tecnológica del Este y el Oeste para extender sus zonas de influencia. Esa coyuntura, argumentaban, debería ser aprovechada por el país para insertarse en el mundo y lograr el desarrollo acelerado de su infraestructura económica, recurriendo a las inversiones de capital extranjero.
Otro rasgo crucial del proyecto desarrollista, abrazado por Frondizi en su carrera a la presidencia y contenido en la revista Qué, se relaciona con la idea de integración del peronismo a la legalidad política y al movimiento nacional que pretendió liderar. Los analistas políticos de la revista comenzaron siendo críticos, desde comienzos de 1956, de las políticas desperonizadoras que alentaban los partidos herederos de la Unión Democrática de 1946, los más cercanos al gobierno del general Aramburu. Después de los fusilamientos de junio, esta posición fue girando hacia una solidaridad cada vez más explícita con el peronismo. Uno de los cuyos de esta buena sintonía fue el reportaje realizado en Chile a los fugados del penal de Río Gallegos —entre los que se encontraban John William Cooke, Jorge Antonio, Guillermo Patricio Kelly, Héctor Cámpora y José Espejo—, desafiando abiertamente los decretos de proscripción vigentes. Pero el reto mayor lo constituyó la gira de Rogelio Frigerio por los países latinoamericanos de exilio peronista: Uruguay, Brasil, Chile y, finalmente, Caracas en enero de 1958. Allí se entrevistó con Perón en lo que históricamente se caracterizó como la «firma del pacto con Perón».
La labor política de Qué en relación al proyecto desarrollista y a la carrera presidencial de Arturo Frondizi quedó transparentemente expuesta luego del triunfo electoral de febrero de 1958. En marzo, Rogelio Frigerio abandonó la dirección de la revista para asumir responsabilidades en el futuro gobierno, y el titular de tapa que lo anuncia decía en grandes letras «Misión Cumplida».