El radicalismo se dividió en 1957. La ruptura definió la disputa electoral entre dos bandos, que representaban dos visiones de país. Por un lado, los radicales del pueblo en acuerdo con el gobierno de la Revolución Libertadora; antiperonistas y anacrónicos, pretendían dar continuidad a la política de la dictadura. En la otra vereda, Arturo Frondizi con la UCRI y Rogelio Frigerio con los equipos de la revista Qué sucedió en siete días promovían un programa para el desarrollo nacional que destacaba la relevancia de los trabajadores. El peronismo estaba proscrito y su militancia más comprometida había pasado a la resistencia. Esta militancia era esquiva a candidatos neoperonistas como Juan Atilio Bramuglia — ministro de Relaciones Exteriores ente 1946 y 1949— y Alejandro Leloir, que había sido el último presidente del Partido Justicialista.
Las elecciones de convencionales constituyentes de 1957 fue la primera batalla entre la UCRI y la UCRP. Servía para medir fuerzas antes de las presidenciales del año siguiente. La estrategia de la UCRI era captar el voto de la clase trabajadora. No través de acuerdos con la dirigencia peronista, que, por otro lado, era reacia al diálogo, sino apelando a un programa y una ideológica afín al movimiento obrero. El politólogo Alain Rouque afirma que la campaña buscó peronizar el mensaje de Frondizi. Frigerio y el equipo de la revista Qué fueron fundamentales para dicho objetivo. Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz intentaron explicar a las masas trabajadoras que el voto en blanco no aportaba nada a sus intereses de clase y que era funcional al antiperonismo. En cambio, explicaban, Frondizi estaba dispuesto a luchar por sus intereses y devolverles sus organizaciones y derechos.
Las elecciones fueron en julio; el resultado fue contundente. El electorado peronistas votó masivamente en blanco y fue la primera minoría con 2.100.000 sufragios. Había desoído el llamado frondicista. El frente antiperonista de la UCRP salió segundo, con solo 10.000 papeletas menos que el voto en blanco. La UCRI quedó en tercer lugar con 1.800.000 votos. Este fue el llamado «recuento globular» de fuerzas. El frente continuista entre el gobierno de facto y la UCRP se sintió vencedor.
Hacia el acuerdo con Perón
Los sectores más reaccionarios de la UCRI compartían el análisis superficial de los números. Sintieron la dura derrota y encontraron en Frigerio y su revista el chivo expiatorio: los acusaban de haber confundido al electorado y alejado el mensaje de la campaña del clásico programa de la Declaración de Avellaneda, que Frondizi y Moisés Lebensohn habían impulsado 10 años atrás.
Frigerio planteó una lectura diferente del resultado en las urnas: «En la medida que los próximos encuentros se hagan sobre un frente menos confuso, estas conciencias ciudadanas serán clarificadas y se polarizarán de tal manera, que no solo habrá una suma de votos, sino que se producirá un proceso dinámico de argentinización electoral, expresado en cifras, cuya calidad no deberá dejar dudas respecto de su significado definitorio. Entretanto, el Frente Nacional tiene intactas sus mayores reservas. La multitud que se abstuvo de dar un voto significativo, cumplió con sus convicciones y sentimientos. Con la misma lealtad, transformara su actitud pasiva en gesto positivo tan pronto lo requieran los términos en que se plantee la lucha” (1). El enorme caudal de voto en blanco estaba el alcance de la UCRI. Frondizi compartía esta visión y, lejos de alterar el rumbo, redobló la apuesta.
El razonamiento de Frigerio era lógico. La elección presidencial iba a estar polarizada entre los candidatos y eso sin duda favorecía a la UCRI. Incluso en esa misma línea se podía inferir que si apenas un 15% del voto en blanco apoyaba a Frondizi espontáneamente, la UCRI ganaría la elección. Era algo muy posible. El voto en blanco, de alto valor emocional pero neutro a nivel político, ya había sido expresado por el electorado en una elección constituyente. En 1958 se debía votar un gobierno para los próximos seis años. La opción era entre un frente antiperonista o un candidato que los reivindicaba. La elección matemáticamente estaba ganada si se mantenía la estrategia anterior, incluso sin un acuerdo formal con el peronismo. Años después, Frigerio analizó así la elección de 1958: “El triunfo electoral del doctor Frondizi estaba asegurado por tres razones: por el enorme prestigio del candidato, por la adhesión que despertaba su propuesta desarrollista, y porque los peronistas, luego de la elección de constituyentes, no querían seguir con el’ votoblanquismo e iban a votar contra el candidato del gobierno». (2)
Si el triunfo estaba prácticamente asegurado, ¿por qué decidió Frondizi pactar con Perón? Oscar Camilión en su libro Memorias políticas, da una interpretación: «Creo que Frondizi buscó el pacto por una razón pragmática. Se acercó al acuerdo con el peronismo por la necesidad de lograr una victoria electoral contundente”. Lo de la victoria contundente no es un dato menor. Para poder llevar adelante el programa de transformación que tenía preparado, Frondizi necesitaba la legitimidad del voto y la fuerza del apoyo popular. Los militares desconfiaban de él y existía el riesgo de que no le entregaran el gobierno si triunfaba. Una oposición de la UCRP, que se sabía que iba a ser muy dura, perdería mucho poder de fuego con una derrota contundente en las elecciones. La amenaza de una UCRP fuerte y aliada con los militares era el peor de los males. Los militares podrían derrocarlo al gobierno en cualquier momento y poner a los segundos ganadores. Una victoria electoral contundente rompía de cuajo esa posibilidad.
La relación con los balbinistas era ya de rivalidad explicita. A pesar de provenir del mismo partido, los programas de gobierno eran muy diferentes y no había unidad ideológica. Con el peronismo, en cambio, no existía esa animosidad. Es cierto que Frondizi y la UCRI profesaban valores altamente republicanos y repudiaban el autoritarismo del gobierno de Perón, pero la determinación de Frondizi de acercarse al peronismo hizo que los viejos resquemores quedaran de lado, al menos provisoriamente.
Un acuerdo con Perón, por otra parte, serviría para desactivar la resistencia peronista, que había resultado un factor desestabilizador durante el gobierno de facto. O incluso, ¿por qué no?, lograr así el apoyo de la clase trabajadora y cumplir el verdadero propósito del Frente Nacional.
Estas fueron las razones de Frondizi para acordar con la dirigencia peronista, que también necesitaba una acción contundente para recuperar protagonismo político.
Las necesidades de Perón
En el libro El Pacto, Ramón Prieto Bernier hace una evaluación realista sobre la situación en la que se encontraba el peronismo, que estaba inmerso en su estrategia de insurrección popular: «Si aceptamos como válida la división del país en peronistas y antiperonistas nuestro aislamiento era evidente. Frente a nosotros estaban los gobiernos sudamericanos, todos los partidos liberales del continente, todos los órganos de opinión, el imperialismo británico, y el pueblo, el gobierno, los monopolios y el Pentágono yankee». Aún así, mantenía un valioso capital: «Contábamos con la clase obrera, un sector mayoritario de trabajadores rurales, un jirón de la clase media y uno que otro empresario». (3) Esto abría el camino al entendimiento.
Este entendimiento no era tampoco natural, pues ni el Perón tenía simpatía por Frondizi, ni este hacia el caudillo justicialista. A pesar de ello, Perón consideraba que «Frondizi podrá ser un adversario, pero nunca un enemigo» (4). Frondizi, por su parte, no había sufrido la tara gorila que había invadido toda la UCRP liderada por Ricardo Balbín. El acercamiento entre ambas fuerzas, sin embargo, no fue directo entre los líderes. Los puentes los tendieron Frigerio y las segundas líneas peronistas, especialmente Prieto, que fue fundamental en las negociaciones que se llevaron a cabo con John William Cooke, en Santiago de Chile, y con el propio Perón en Caracas, donde estaba exiliado.
Al principio, Perón sopesaba el panorama y, bien a su estilo, daba señales favorables tanto a los votoblanquistas como los acuerdistas. Con el avance de la campaña, no obstante, «los adeptos al peronismo no tenían dificultad alguna en percibir que Frondizi les estaba ofreciendo una rama de olivo y que Balbín les mostraba su mano lista para golpearlos. Perón sabía que se encontraba ante el riesgo de que, aun en el caso de que ordenara el voto en blanco, muchos de sus simpatizantes podrían decidirse en votar a Frondizi». (5)
Después de las elecciones constituyentes, según el análisis de Frigerio, “rápidamente fue creciendo una presión favorable al voto positivo dentro del peronismo. La autocrítica de la actitud votoblanquista fue impulsada desde la base hasta la cúpula”. Un triunfo de la UCRP institucionalizaría la facción más violenta del antiperonismo. La dispersión del voto, además, comprometía el mando estratégico que Perón ejercía desde el exilio. La alternativa de apoyar a un candidato neoperonista significaba potenciar un frente interno y exponerse a eventuales traiciones. Los militares podían incluso usar ese frente para fomentar un «peronismo sin Perón». Apoyando a Frondizi, en cambo, solo prestaba los votos y mantenía viva la relevancia política de Perón. Con el acuerdo, el líder justicialista conseguía compromisos que de ninguna manera obtendrían de otro candidato; ni siquiera de los neoperonistas.
Un acuerdo con Frondizi no era para el peronismo un puente para retornar al poder, como temieron los militares, sino un mero instrumento de supervivencia, de necesidad vital, un reaseguro de la unidad contra los neoperonistas y para que Perón recuperara protagonismo. ¿Podría ser acaso también el gran Frente Nacional con el que se ilusionaban Frondizi y Frigerio?
La resistencia interna
Las negociaciones comenzaron con un viaje de Frigerio a Santiago de Chile. Allí estaba exiliado Cooke. Frigerio logró convencerlo de la conveniencia del pacto en esa primera entrevista. Al día siguiente, el Comando Avanzado emitió un comunicado que anunciaba: «Valorando toda la decisión, determinación y heroísmo anónimo de la resistencia, se sostiene la necesidad urgente de preparar al Movimiento para la batalla en las urnas». (6)
Aquel primer documento produjo diversas reacciones. Perón, desde Caracas, se mostró de acuerdo con el avance de las negociaciones. Los grupos más extremistas del peronismo se irritaron. No fueron los únicos. Ante los rumores de entendimiento con Perón, en la disidencia se expresó con vehemencia en la UCRI. Por un lado estaban los que rechazaban la política frentista, como Alejandro Gómez, entonces candidato a vicepresidente y uno de los más contrarios a Frigerio y su equipo de la revista Qué. Emilia Menotti cuenta que Gómez anhelaba que los los dos radicalismos se volvieran a fusionar luego de las elecciones. Pero incluso muchos de los que habían apoyado la división, insistían en que las elecciones se podían ganar sin necesidad de un acuerdo con Perón. Les resultaba un trago difícil de digerir.
Tal era la resistencia interna al pacto con Perón que los aliados afines al peronismo rechazaron esa idea. José Gimenez Rebora cuenta en su entrevista con VD que «Jauretche, al contrario de Frigerio, sostenía una tesis que después sostuvo Alfredo Vítolo: Frondizi gana solo». El historiador Edgardo Cardone va incluso más allá: «[Jauretche] se peleó con Frigerio por este tema. Cuentan que siempre decía que tenía un facón en la cintura, por si se lo cruzo a Frigerio». El autor del Manual de zonceras argentinas cuestionaba a Frigerio porque, decía, el pacto pondría más agresivas a las las FFAA contra Frondizi, pero, sobre todo, porque iba a «resucitar un cadáver político». Es cierto que el caudillo exiliado se encontraba cercenado en su poder y prestigio, luchando por su sobrevivencia. También lo es que después del pacto, Perón se convirtió en un verdadero arbitro de la política nacional hasta su muerte. Jauretche fue desde entonces acérrimo detractor de Frigerio.
Frente a este panorama, Frondizi no se inmutó. Mantuvo la estrategia frentista y logró manejar las disidencias internas durante el resto de la campaña. Perón, en tanto, continuó jugando con la ambigüedad. Cooke y Frigerio viajaron a Caracas para negociar directamente con él los términos del acuerdo. Ramón Prieto cuenta los entretelones de esa negociación en el libro El Pacto..
El contenido del pacto
A cambio del apoyo electoral, Frondizi debía asumir ciertos compromisos. ¿Cuáles eran esos compromisos? Años después, Frondizi lo explicó así: «Desde luego [el Pacto] tenía contenidos concretos, como lo demostró la política del gobierno desarrollista. Baste citar el aumento general de salarios, la ley de Asociaciones Profesionales, la amnistía, la anulación de la legislación antiperonista sancionada por el gobierno de la Revolución Libertadora, la devolución de los sindicatos y la CGT a sus legítimos titulares, el levantamiento de las proscripciones que afectaban al partido peronista y de las inhabilitaciones a millares de sus dirigentes». (7). Frigerio coincidía con esta interpretación y destacaba que lo acordado estaba formaba parte del programa de la campaña electoral: «La reconstitución del movimiento obrero organizado era un prerrequisito de la alianza de clases y de sectores sociales que se necesita para el desarrollo nacional; como a su vez la integración del peronismo al proceso político era un prerrequisito del Frente Nacional representativo de esa alianza. Es decir, la legalidad para el peronismo, la devolución de la CGT y de las organizaciones sindicales al movimiento obrero y la ley de Asociaciones Profesionales que sancionó el gobierno desarrollista, formaban parte de nuestro programa». (8) Eran medidas que iban a implementar con o sin acuerdo. Objetivamente, los logros enumerados eran necesidades imperiosas para el peronismo, así como también baluartes para el desarrollismo. Al punto de que forman todavía hoy parte de su doctrina.
¿Pacto electoral o alianza de gobierno?
El Pacto tenía una dimensión electoral, de eso no quedan dudas. Ahora bien, ¿fue un pacto meramente electoral o también tenía una dimensión frentista?
Desde el punto de vista desarrollista, los testimonios y evidencias confluyen en que, sin desmerecer la motivación electoral, creían también en la conformación del Frente Nacional como un instrumento fundamental para impulsar el programa de desarrollo. El propio Frondizi lo explica: «Buscamos abiertamente un entendimiento con Perón para incorporar lo más orgánicamente posible dadas las condiciones políticas que imperaban entonces ese movimiento al esfuerzo que se iba a realizar desde el gobierno. Este objetivo era muy importante porque, además del aspecto cuantitativo, se trataba del aporte cualitativo que supone sumar activamente a la clase obrera, cuya filiación política era manifiestamente peronista. Esa era ya entonces, la política del Frente Nacional que el desarrollismo ha venido sosteniendo con total coherencia» (9). Frigerio dice prácticamente lo mismo: «El triunfo de la candidatura de Frondizi no debía servir solamente para abrir las puertas del gobierno, debía ser el sello de la alianza de clases y sectores sociales sobre la que había de asentarse el desarrollo nacional» (10).
Una visión realista acorde con esta postura sugiere que el acuerdo electoral era el objetivo concreto e inmediato. La consolidación del Frente Nacional podía lograrse durante el gobierno desarrollista. Este frente era visto como el instrumento político para expresar el Movimiento Nacional, es decir, la unidad de los sectores sociales en torno a un programa de desarrollo. La confluencia buscada era, por lo tanto, con la clase obrera. Como los trabajadores se identificaban en forma mayoritaria como peronistas, el primer paso para formar esa alianza era el acuerdo con el conductor, Juan Domingo Perón.
El peronismo, sin embargo, tenía un enfoque distinto. En primer lugar, su líder se encontraba proscripto y necesitado. Era el menos beneficiado del pacto: Frondizi uba a ser presidente, no Perón. Era un acto casi de subsistencia política. Perón fue un pragmático por encima de cualquier idealismo.
La pieza más indescifrable es el apoyo inicial de Cooke al acuerdo entre Perón y Frondizi. Cooke sentía una animersión profunda y personal contra Frondizi. La idea del Frente Nacional y la alianza de clases, estuvieron siempre en las antípodas de su pensamiento. Era un insurrecto de la izquierda peronista. ¿Pensó acaso que era mejor tener a Frondizi como presidente para potenciar la resistencia peronista y llevar adelante la revolución?
En Perón no podemos ver otra cosa que pragmatismo. Estaba a miles de kilómetros, desconectado con la realidad nacional y desinformado. Su principal objetivo era la preservación física y política. Frigerio, que tenía cierta debilidad por Perón, confiesa que al principio el General «sin duda no estaba totalmente convencido de la política frentista y dejó hacer» (11). Aún así, la publicación por parte de Perón del documento La fuerza es el derecho de las bestias, de 1958, que estaba claramente inspirado en las notas de la revista Qué, convenció a Frigerio de que Perón comprendía el ideario desarrollista y confluiría tarde o temprano en la idea del Frente Nacional.
En mi opinión, Perón creía en la idea del Frente Nacional, pero como un movimiento bajo su conducción. Un gobierno liderado por Frondizi no era para él la expresión de un Frente Nacional.
El llamamiento y el triunfo electoral
Desde República Dominicana, donde continuaba su exilio, Perón dio una conferencia de prensa histórica. Era 3 de febrero de 1958, faltaban 20 días para las presidenciales en Argentina. Ante la prensa internacional pidió que el Movimiento Peronista votara la fórmula Frondizi-Gómez. La orden se completó con un mensaje al Comando Táctico Peronista, en el que llamaba a «votar por el doctor Arturo Frondizi, candidato que ha declarado solemne y públicamente su propósito de rectificar la política económica antinacional, restablecer las conquistas del justicialismo y permitir la libre expresión política y sindical de la masa popular». Perón cumplió así la dimensión electoral del pacto.
El mensaje al Comando Táctico Peronista expresa la expectativa y las razones que tenía Perón para acordar con la UCRI: «Esta decisión [la de promover el voto a Frondizi] no implica, en modo alguno, una unión con las fueras que respaldan al doctor Frondizi, ni tiene otro alcance que el de una norma de conducta a seguir en el momento de sufragar: es un acto de táctica política y una manera de expresar nuestro repudio por dos años y medio de opresión y vasallaje (…) El doctor Arturo Frondizi no puede dar soluciones de fondo a la problemática nacional: las consecuencias de la política reaccionar y neo imperialista desarrolladas a partir de la restauración oligarca de septiembre de 1955 demandan un enérgico programa de recuperación que solamente puede cumplir el Peronismo. Y a esa misión jamás renunciaremos, pues somos la única fuerza con sentido histórico, cohesión doctrinaria y operativamente apta para reimplantar la justicia social, recobrar el patrimonio entregado y restablecer las libertades conculcadas. Pero la elección del 23 de febrero nos pone en la disyuntiva de favoreces la Tiranía o votar por el candidato que más garantías ofrecer para quebrar la continuidad de las tendencias antipopulares”.
Queda claro que el sentido del acuerdo eran completamente distintos para desarrollistas y peronistas. Esta divergencia provocó graves conflictos durante la marcha del gobierno de Frondizi. Desde el punto de vista electoral, sin embargo, el pacto fue un éxito: el 23 de febrero de 1958, la fórmula Arturo Frondizi-Alejandro Gómez consigió una victoria contundente. Obtuvo 4.070.000 votos —más del doble de los obtenidos por la UCRI unos meses antes— contra 2.550.000 del candidato de la UCRP. La UCRI logró una amplia mayoría en diputados, unanimidad en el Senado y la totalidad de los gobiernos provinciales. Los votos en blanco, sin embargo, no fueron pocos: 800.000 peronistas que pese al llamado de Perón se opusieron al acuerdo.
Frondizi se consagró presidente de la República con un caudal de votos que mostraba un gran apoyo popular. ¿Hasta qué punto era genuino ese apoyo? Por más que Frondizi tuviera la profunda convicción de reivindicar a la clase trabajadora y hacerlos parte protagónica del programa de desarrollo, ¿era suficiente? ¿El peronismo se conformaba con eso? ¿O había otros intereses en juego?
(1)- Amato. Cuando Fuimos Gobierno
(2) Amato. Cuando Fuimos Gobierno pag33.
(3) Prieto, Ramón, El Pacto
(4) Page. Perón
(5).Page. Perón
(6) Prieto, Ramón, El Pacto
(7) Amato. Cuando Fuimos Gobierno pag 31
(8) Amato. Cuando Fuimos Gobierno pag 32
(9) Amato. Cuando Fuimos Gobierno
(10) Amato. Cuando Fuimos Gobierno pag 40