La minería ganó peso en las últimas dos décadas en la economía argentina. Las exportaciones del sector se multiplicaron por 4,9 entre 1999 y 2019, según los datos de Centro de Información Minera Argentina. El pico máximo, sin embargo, fue en 2012, cuando las exportaciones alcanzaron 5.057 millones de dólares; desde entonces, se han reducido un 36%. El minero es el cuarto mayor complejo exportador del país, por encima del bovino y solo por detrás de los complejos oleagionoso, cerealero y automotriz, según datos del INDEC. El sector aportó en 2018 a las arcas federales y provinciales 29.176 millones de pesos y generó a 81.500 puestos de trabajo.
El oro es el principal metal extraído, aporta casi la mitad de la producción minera y el 65% de las exportaciones del sector, según el Informe de Cadenas de Valor del Ministerio de Hacienda de 2019. El precio de este metal no ha dejado de aumentar desde que la epidemia del coronavirus azotó los mercados y desató una crisis en la economía global. La previsión es que la cotización del oro siga subiendo a lo largo del año por la incertidumbre económica. Esto aumenta el atractivo del sector, más cuando son pocas las inversiones prometedoras en un contexto adverso.
La industria y el comercio están sufriendo el impacto de la pandemia del COVID-19. La minería, en cambio, tiene una mayor capacidad de adaptarse a esta situación mundial. Eso no significa que no sienta el golpe, pero las características de la actividad le permite continuar operando y garantizar el distanciamiento social. Los yacimientos están en lugares remotos y los muchos procesos están automatizados. Si a esto se suman los equipos de protección personal, capacitaciones para los empleados y protocolos de seguridad e higiene, la minería puede continuar la producción.
Es importante destacar que la producción de minerales es utilizada en la fabricación de piezas y herramientas para hospitales y centros de salud, por lo que la demanda aumentó debido a la pandemia.
Producir en cuarentena
El presidente, Alberto Fernández, dejó en claro en varios discursos que ha optado por la salud antes que por la economía. Por eso decretó una dura cuarentena, que ya lleva más de 50 días. Esta decisión política adhiere a los lineamientos de Organización Mundial de la Salud (OMS), pero acentuará los efectos negativos de la crisis que Argentina atraviesa desde hace años.
Frente a este escenario, se espera que la reactivación económica llegue recién a fines de 2020. Y para enfrentar esta etapa, Argentina tiene como ventaja el potencial minero, que puede captar inversiones, generar ingresos de divisas y apuntalar el crecimiento.
La industria minera adoptó rápidamente medidas para la prevención y contención de casos de COVID-19 en los yacimientos, en línea con las recomendaciones del Ministerio de Salud de la Nación y la CAEM. Estas están plasmadas en protocolos para los cuidados en las zonas aledañas a las minas, el aumento del distanciamiento social, la reducción de los desplazamiento de personal, la toma de temperatura del personal previo al ingreso y egreso de los lugares de trabajo, la disminución del número de personas en el comedor del campamento, la definición de turnos rotativos de 14 días para las actividades de control y supervisión ambiental, entre otras medidas.
Los gobiernos provinciales y nacional deberán trabajar coordinadamente en la promoción de la minería, un sector dinámico que está en condiciones de reactivarse rápidamente, el control del cumplimiento de los protocolos y el diseño de políticas públicas que aseguren un crecimiento equitativo, integral y permanente a largo plazo.