*) Por Carlos Espinosa (autor del blog perfilesespinosa.blogspot.com.ar)
Publicado en 2011 , con motivo de los 50 años de la visita de Frondizi.
Hace 50 años, el 28 de enero de 1961, se vivieron momentos históricos de gran trascendencia en Viedma y Sierra Grande. La llegada del presidente constitucional de los argentinos, Arturo Frondizi, le dio especial relevancia a aquellos actos, guardados en la memoria colectiva de toda una generación de rionegrinos.
La inauguración formal de la Casa Matriz del Banco de la Provincia de Río Negro, en Viedma; y el lanzamiento de los trabajos de exploración de los yacimientos ferríferos de Sierra Grande, como el puntapié inicial para lo que sería más de un década después la empresa Hipasam, son hitos de un modelo de provincia. Esa etapa fundacional, cuyos vestigios son hoy de dificultosa visibilidad, estaba conducida por el primer gobernador electo de la provincia: Edgardo S.N. Castello, un dirigente de clara visión desarrollista, muy cercano al presidente Fondizi, por la misma concepción del momento que vivía el país, y los antecedentes comunes de la militancia desde las filas de la UCR, primero, y la UCRI, después.
Que el jefe de Estado encabezara estas ceremonias, hace medio siglo, no fue un hecho casual; por el contrario respondía a una precisa compaginación de acciones que tenían un mismo objetivo: poner a la joven provincia en acción, con palancas financieras e industriales.
La llegada de Frondizi
A pesar de los intensos calores de aquel verano (similares a los que se vivieron en la zona en lo últimos días) la llegada del presidente Arturo Frondizi se aguardaba con enorme expectativa. Un importante grupo de vecinos se trasladó desde Viedma al campo de aviación de Carmen de Patagones, dado que la capital provincial no contaba todavía con aeropuerto propio. Allí, al norte de la estación ferroviaria, a las 11 de aquel 28 de enero de 1961, aterrizó el avión DC-3 de la Presidencia de la Nación.
En la máquina llegaron Frondizi y Castello, acompañados por el presidente provisional del Senado de la Nación, José María Guido (representante por Río Negro en la cámara alta); el titular de la cámara de Diputados de la Nación, Federico Fernández de Monjardín y otras autoridades.
La comitiva abordó varios vehículos y se desplazó a la plaza San Martín, en donde el ilustre visitante fue recibido por el presidente del Concejo Municipal, Guillermo Humble, y recibió simbólicamente las llaves de la ciudad.
Una de las excelentes fotos de archivo que ilustra esta crónica no deja lugar a dudas sobre la masiva concurrencia sobre la calle San Martín y el interés que despertaron las palabras de Frondizi, gran orador que en cada sitio del país sabía encontrar las expresiones justas.
Terminada esta concentración el gobernador Castello invitó a Frondizi y el resto de la comitiva de representantes nacionales y provinciales a desplazarse a pie por la avenida 25 de Mayo hacia la Casa Matriz del Banco de la Provincia de Río Negro. Esa escena, inolvidable para muchos viedmenses, también se presenta en estas páginas.
En el Banco
En el escaso pero material documental impreso que quedó sobre el gobierno de Edgardo Castello (publicación “Tres años de gobierno”, tomo 1, 1961) se le otorga un espacio importante al acto inaugural del Banco de la Provincia de Río Negro. Se citan varios fragmentos del discurso del primer gobernador electo, de los cuales se tomaron las siguientes líneas: “Desde ahora en adelante la provincia contará con su propio instituto bancario; y su carácter oficial en sus encisos hace más obligada una disciplinada política crediticia, que sirva sin distinciones ni preferencias de zona o sectores, a las justas exigencias de la comunidad rionegrina. La fundación del Banco de la provincia de Río Negro importa satisfacer, bien sabemos, un legítimo reclamo. El mismo sólo será cumplido si desde sus comienzos la índole de sus operaciones no se aparta de esa imparcialidad, que debe ser norma rectora que guíe a sus autoridades, en el desarrollo de la misión que se les confía”.
Agregó Castello, en aquel luminoso mediodía viedmense: “al margen de las posturas formales se ha querido reservar el principal resorte del sistema financiero, dándole carácter estatal, lo que acentúa la responsabilidad en el ejercicio de las importantes actividades que le son propias. Con todo, hemos de decirlo: será un banco oficial, pero un banco con influencia oficialista”.
El recuerdo de Salazar
Carlos Salazar, memorioso vecino de Viedma, estuvo presente en la ceremonia, pues acababa de incorporarse como empleado de la flamante institución crediticia. Sus recuerdos personales, sobre algunas circunstancias previas, esa histórica jornada y hechos posteriores, están contenidos en este relato, tomado de una amena entrevista con el cronista.
“A fines de 1960 hacía ya 13 años que yo trabajaba en la sucursal Viedma del Banco Nación. El doctor Castello, que había sido asesor legal del banco, me llamó una mañana y me dijo que quería que Orlando Mainini y yo pasaramos al banco provincia que recién se estaba formando. De la sucursal de Patagones del Nación pasaron Manuel Elvira y Raúl Elosegui, en tanto que por otra parte ingresó una jovencita llamada María del Carmen Génova, más conocida como Titi, que haría una larga y calificada trayectoria. El director ejecutivo era don Próspero Entraigas, cuñado de Castello, que se desempeñaba también en el banco Nación en un alto cargo en Buenos Aires. En aquel acto del 28 de enero don Próspero pronunció una frase que no me olvidaré nunca y fue cuando le dijo a Frondizi: el señor Presidente nos sabrá disculpar que lo recibamos así, a medio vestir. Esas palabras se entendían porque en el edificio (que había sido proyectado para hotel de turismo) algunas paredes todavía tenían el revoque grueso, porque faltaban el fino y la pintura. Pero el banco tenía que arrancar, y arrancó. Se trabajaba fuera de horario, a veces de noche después de la cena, en la organización de toda la papelería. El gerente general era don Carlos Alberto Giudici, otro gran hombre, de conducta muy recta, que de vez en cuando nos hacía alguna observación de procedimiento y terminaba su charla diciendo; no podemos defraudar al doctor Castello.
Es que el banco fue como la niña bonita del gobierno de Castello. Él fue el titular de la primera cuenta corriente, que abrió personalmente aquel día de la inauguración. Castello defendía la autarquía del banco y confiaba totalmente en las decisiones de don Próspero. Yo estaba en la sección de créditos y una vez recibí la llamada de un funcionario, no voy a decir quien era aunque ya murió hace mucho, que en alguna forma intentaba convencerme de que se le otorgara un préstamo a determinada firma, que no reunía las condiciones adecuadas. Yo le explicaba que no se podía, que la empresa beneficiaria no tenía capacidad de pago para la suma que pedía, y este hombre insistía, hasta que le dije: ¿debo tomar sus palabras como una presión?; y el otro, enojado, me contestó: voy para el banco y lo vamos a arreglar. Enseguida le informé de la situación al gerente general, Giudici; entonces fuimos los dos al despacho de don Próspero, que nos contestó: déjenlo que venga nomás, así le damos entre todos. Finalmente el funcionario vino a pedir disculpas, porque se había dado cuenta de su error.”
Rumbo a Sierra Grande
Volvemos a la crónica del 28 de enero de 1961. Después de las palabras inaugurales y un refrigerio servido en la misma Casa Matriz del Banco de la provincia de Río Negro, Frondizi y Castello, más otras autoridades, subieron a los autos de la comitiva y regresaron a la pista aérea de Patagones. Abordaron nuevamente la aeronave DC-3 presidencial y partieron hacia San Antonio Oeste, en cuyo aeródromo los aguardaba el intendente municipal de esa localidad, Celso Bresciano, junto a un grupo de vecinos, todos ellos honrados por la presencia del presidente de la Nación y el gobernador de la provincia.
El último tramo del viaje, de 130 kilómetros de extensión, fue cubierto en varios automóviles (aquellos fuertes y compactos Ford Fairline del ’56 y ’57) dado que el destino final, Sierra Grande, carecía de una pista adecuada.
Era la media tarde cuando la comitiva llegó a la pequeña localidad donde Manuel Reynero Novillo, en 1945, había descubierto el yacimiento de hierro. El acto tenía por objeto el lanzamiento político institucional de los trabajos de exploración del metal, por cuenta de Fabricaciones Militares y la Empresa Minera y Siderúrgica Patagónica Sociedad Anónima.
Novillo, que había muerto pobre y sin reconocimiento en 1955, fue el gran ausente, pero fue aludido en las palabras de un geólogo militar. Frondizi fue el orador central y expresó “para la Argentina comienza la batalla del acero, y lograremos la victoria. El acero significa la tecnificación del agro, la explotación intensiva del petróleo, caminos, ferrocarriles, camiones, aviones, barcos. Industria liviana e intermedia abastecida. Balanza de pagos equilibrada. Vivienda sana y bienestar para todos”.
Hubo aplausos, la posterior firma de un acta pergamino y el regreso hacia San Antonio Oeste antes que expiraran las luces del atardecer.
Epílogo en el 2011
El banco que era “la niña bonita del gobierno de Castello” (tal como recordara Salazar) sucumbió ante el modelo financiero neo liberal y se rifó en la kermese de los años ‘90. En la actualidad hasta el Estado de la provincia está cautivo de la banca privada y paga elevados intereses cuando necesita efectivo para cumplir con sus obligaciones salariales. La empresa Hipasam, impulsada por Fabricaciones Militares, fue clausurada por el Estado nacional por la misma década; abandonando el socavón a la inundación y una fantástica ilusión de turismo de aventura. Más recientemente una generosa concesión puso todo el complejo ferrífero, aquel que soñaba Arturo Frondizi en la jornada del 28 de enero de 1961, en manos de capitales chinos… ¡para llevarse el mineral hacia China, no para el sustento de la industria argentina!
El contraste entre las ilusiones y expectativas de aquellos actos de hace 50 años y la realidad presente tiene que servirnos para reflexionar. Ya no sirve encontrar culpables, sino caminos para la recuperación de los ideales perdidos.
Fuente: perfilesespinosa.blogspot.com.ar/2011/02/hace-50-anos-la-visita-del-presidente.html