Arrollador. Donald Trump superó con amplitud las primarias del Grand Old Party demostrando su dominio dentro del partido y encara una campaña a todo o nada frente a Joe Biden para volver a la Casa Blanca. Si bien todavía falta oficializar su nominación, Trump cuenta con unos 800 de los 1250 delegados necesarios. Virtualmente ya es el candidato republicano.
No fue su única victoria. El pasado lunes, Donald Trump recibió una gran noticia por parte de la Corte Suprema de Estados Unidos. Tras un fallo de la Justicia de Colorado, se decidió que esté habilitado a participar en las elecciones presidenciales en dicho estado, lo que despeja cualquier maniobra jurídica para bloquear su candidatura.
Envalentonado, soberbio y polémico Trump comenzará una carrera donde acentuara las supuestas debilidades y fracasos de su contrincante, Joe Biden, al que considera ser el culpable de la “decadencia” actual que sufre Estados Unidos.
La mirada del expresidente Trump se centra que el gigante del norte desde el fin de su mandato carece de una política inmigratoria la cual considera pésima por la entrada indiscriminada de inmigrantes como una “invasión” a suelo americano sumado a los indocumentados considerados los causantes de los todos los males del país.
También, Trump en cada mitin agrega con un tono xenófobo que los inmigrantes “están envenenando la sangre de nuestro país” y señaló que no solo vienen de América latina sino también de África y Asia. Todas teorías refutables que representa todo lo contrario. Pero así es Donald Trump. Desafiante, el líder republicano buscará cerrar las fronteras y perseguir a los extranjeros sin documentación con deportaciones masivas, y continuará con la idea del muro de contención frente a México. En esa misma sintonía el magnate encontró un cómplice ideal que es el gobernador de Texas, Greg Abbott, ferviente crítico de la política inmigratoria de Biden y admirador del expresidente. Algunos analistas vaticinan que podría ser parte de la boleta junto a Trump. Ambos celebraron un mitin en la frontera con México donde insistieron que había que “asegurar” los pasos limítrofes para frenar la oleada de extranjeros. Movimientos de campañas coincidieron, pero en diferentes lugares, con Biden que considera como un desafío aprobar un acuerdo migratorio pactado con los republicanos en el Congreso.
Sin vueltas y miramientos el magnate replicará lo actuado en su administración con una férrea barrera proteccionista apelando al sentimiento nacionalista cerrando el mercado y marcando una férrea lucha por el predominio mundial con China.
Sediento de revancha, Trump apelará, como ha dicho más de una vez en campaña, al uso indiscriminado de utilizar al Departamento de Justicia para perseguir a sus enemigos políticos representando un verdadero peligro para la democracia. También, manifestó que quería hacer uso de la Ley de Insurrección para poder usar soldados en la frontera para detener e interrogar a migrantes. En su presidencia quiso invocar dicha ley para reprimir a los manifestantes después de la muerte de George Floyd a manos de la policía en 2020, sin embargo, no lo logró.
Pero la frutilla del postre que buscaría Trump y su entorno es aumentar el poder que tiene el presidente sobre las agencias federales que le daría un poder mayor a la Casa Blanca. En esa idea quiere imitar al ex-vicepresidente Dick Cheney, que en la administración de George Bush hijo invocó la teoría del ejecutivo unitario, que representa que el presidente tiene autoridad directa sobre la burocracia federal y es inconstitucional que el Congreso cree reductos de autoridad independiente en la toma de decisiones. Un poder casi absoluto para un presidente.
En el ámbito internacional existe el peligro latente que Trump se retire de la OTAN generando un desaire a sus socios europeos históricos, y cierre la ayuda militar y económica a Kiev dando rienda suelta a Vladimir Putin, dejando al descubierto la admiración de Trump hacia al autócrata ruso.
En cambio, el apoyo a Israel se mantendría sin restricciones. Si bien Biden logró introducir nuevamente el predominio de Estados Unidos en la esfera mundial como garante de la libertad apoyando a Ucrania frente a la agresión rusa, el apoyo del público estadounidense viene disminuyendo porque consideran que ya han hecho demasiado, según señala varias encuestas mensuales de Gallup. También, hay un cierto malestar por el apoyo a Israel y la política del presidente en Oriente Medio, según Fox News con un 65% de desaprobación. Atento al humor de la gente, Biden viene buscando una salida pacífica al conflicto, pero choca con la intransigencia del primer ministro, Benjamín Netanyahu y sus socios políticos ultraortodoxo y nacionalistas.
A pesar de que la economía ha salido a flote con los programas de Biden, que tuvo que hacer frente a la herencia recibida de Trump por los pésimos manejos en época de la pandemia, la administración del demócrata muestra que la inflación cedió al 3% con una tasa de desempleo récord desde hace décadas de 3,7% creando empleos 37 meses consecutivos y con un crecimiento económico del PBI interanual del 3.1. Con estos números no se discutiría la reelección del demócrata, pero la carencia de liderazgo y carisma de Biden sumado a sus 81 años que es cuestionada al igual que la de Trump, que tiene cuatro años menos, hay una percepción de un sector de la sociedad norteamericana que cree que el presidente no está haciendo un buen trabajo con la economía y con el rumbo del país.
La preocupación de una posible vuelta al poder de Trump enciende las alarmas del equipo de campaña de Biden por los buenos números en los denominados estados pendulares que suele decidir las elecciones como Arizona, Georgia, Nevada, Pennsylvania y Michigan. En cambio, Wisconsin los números son favorables a Biden.
Si bien se sabe de antemano que un sector de los votantes blancos de clase trabajadora y de ingresos medios que constituyen la base de Trump, asombra la intención de votos considerable de hispanos (42%) y afroamericanos (29%) que históricamente es un electorado demócrata.
Muchos estadounidense, alrededor del 60%, creen que Trump manejaría mejor la economía. Sorprende de verdad esa cifra y aún más la poca memoria de las imágenes del asalto al Capitolio del 6 de enero del 2021, las 91 causas judiciales, sus dos juicios políticos en su administración, su constante provocación al que piensa distinto y su populismo agresivos desmedido con ingredientes xenófobo.
Sin embargo, hay que detenerse que si bien Trump superó a sus rivales en las primarias, de antemano se percibe que no solo alcanza con el movimiento “Make America Great Again” (MAGA), también, la figura de la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, que se mantuvo con vida hasta la derrota del denominado supermartes señala que el electorado independiente, moderado y liberal dentro del partido le dijo no a Trump y así lo muestran los números de Haley en estados como Massachusetts y Virginia con 35%, en Colorado 34% y al menos el 23 por ciento en Maine, Minnesota y Carolina del Norte. Son datos para tener en cuenta, porque Haley en su discurso donde anunció que se bajaba de la contienda no le dio el apoyo a Trump e inclusive si la exgobernadora decide presentarse como candidata independiente con No Labels. Hay un antecedente en los comicios presidenciales de 1992, donde emergió la figura independiente de Ross Perot, que en palabras de George Bush fue la causa de su derrota frente a Bill Clinton.
Con los resultados del supermartes, Trump es el primer presidente que se presenta tras dejar el cargo desde que Herbert Hoover, quien gobernó entre 1929 a 1932, hizo el intento 1940 pero no logró la nominación del partido. Ya con la nominación asegurada iguala en ser nominado presidente tres veces distintas desde Richard Nixon (nominado en 1960, 1968 y 1972). Además, Trump es la primera persona en ser el candidato presidencial republicano en tres elecciones consecutivas. En caso de ganar las elecciones, sería el segundo presidente con mandatos no consecutivos desde Grover Cleveland, que logró su segundo mandato en 1892.
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El último sondeo de Siena College para ‘The New York Times’ arroja que el 48% de los encuestados elegirían a Trump, frente al 43% que votarían a Biden, aunque como señalan las experiencias recientes las encuestas no son confiables.
A partir de ahora con los candidatos definidos habrá una campaña larga de cara a noviembre sin precedentes, encarnizada con ataques cruzados y la imposición del miedo de quién pueda ganar, se verá hasta qué punto la sociedad norteamericana tolerara una contienda con altos grados de negatividad.