Frigerio

La inflación y el déficit fiscal son dos de los problemas recurrentes en la historia económica argentina. Y el debate sobre cómo abordarlos y cuál debe ser el rol del Estado tienen una larga trayectoria, que ha enfrentado las visiones de populistas, liberales y desarrollistas. Uno de los puntos más destacados de esta confrontación fue el debate entre Rogelio Frigerio y Álvaro Alsogaray, que polemizaron a través de una serie de artículos publicados en el diario Clarín en la década del 70. Aquí, algunas de las principales ideas subrayadas por el padre del desarrollismo.

Inflación

«La cantidad de moneda necesaria en una economía tiene que estar relacionada con la masa de bienes y servicios producidos. Si se emite más de lo que corresponde, se hace un fraude al pueblo. Si se emite menos, se obstruye el comercio y la producción por el fenómeno de la iliquidez (…). En la Argentina generalmente la inflación coexiste con la iliquidez, con la insuficiencia de moneda. Nuestro problema es la insuficiencia de la producción y de la oferta. La inflación destinada a cubrir los déficit presupuestarios propaga la inflación, pero no la origina«.

«La inflación  no es causa, sino que es efecto del subdesarrollo, de la insuficiencia de la estructura productiva para generar los bienes y servicios requeridos por la comunidad. La ineslasticidad de la oferta determina la tendencia alcista de los precios (…). De allí que las propuestas monetaristas sean contraindicadas. Ignoran el problema de producción y parten del supuesto de que los precios suben por la emisión sin respaldo, por el déficit presupuestarlo o por los aumentos de salarios. En consecuencia, proponen restricciones monetarias y crediticias, mayor presión fiscal y congelamiento de salarios. Esta política contiene artificialmente la demanda y, por un período, el alza de precios. Pero como deteriora la producción —es decir, agrava la causa de la inflación—, hace que la tendencia alcista reaparezca brutalmente agravada en el ciclo siguiente».

Déficit presupuestario

«En cuanto al déficit presupuestario, es obvio que hay que reducirlo drásticamente. Los desarrollistas tenemos autoridad moral para hacer esta afirmación, pues nuestro gobierno fue el único que logró avances significativos en esta materia. Pero sin cambios en la base productiva, el déficit será necesariamente recurrente. Con la actual estructura económica es limitada la posibilidad de obtener recursos fiscales. El empleo público tiende a asumir el carácter de desocupación encubierta. Solo con un plan de expansión puede reducirse el déficit y simultáneamente mantenerse el pleno empleo y bajarse la presión tributaria»

«El punto de encuentro entre populistas y liberales es que los primeros expanden el consumo sin cambiar la estructura productiva y los segundos la contraen, también dejando intacta la estructura. Ambos son pesos y contrapesos de un mismo mecanismo tendiente a conservar intacto el aparato productivo. La alternativa real es el desarrollismo que propone cambiarlo y abrir las perspectivas para la inversión y para el salario real, al tiempo que la inflación es atacada en su causa: la insuficiente generación de bienes y servicios».

El rol del Estado

«Consideramos que el Estado no debe ahogar la actividad privada asumiendo actividades para las que no tiene aptitudes financieras ni de gestión. Pero juzgamos también que el Estado debe fijar prioridades en relación del interés nacional y orientar hacía ella las inversiones privadas y públicas, locales y externas. No creemos en la mano invisible de Adam Smith, como ya no cree ningún economista serio. Si el Estado no utiliza mecanismos de política económica (impuesto, el crédito, los aranceles, etcétera) para orientar el proceso, es imposible el cambio estructural, porque la actividad existente induce la nueva —será más fácil fabricar zapatillas que acero— y a la vez el monopolio termina controlando el mercado y fijando él las prioridades de inversión conforme a la ecuación de beneficio y no, como es lógico y necesario, al interés nacional. Nosotros somos antiestatitstas, pero precisamente porque queremos un Estado fuerte, no un elefante herido como quieren los populistas, ni un pigmeo como quiere el liberal«.

En conclusión, los ejes desarrollistas se sustentan en:

  • «El cambio de estructura y la integración nacional de la economía»
  • «Que el Estado no aniquile la actividad privada y la inversión, como ocurre con el populismo estatista, pero que no deje liberada a la espontaneidad del mercado la marcha del proceso económico, como quieren los liberales»
  • «Que esa orientación del Estado debe apuntar a la consolidación de la Nación y debe regirse por el interés nacional, y no por la ecuación costo-beneficio del monopolio».
  • «Que la consolidación de la Nación debe asentarse en una alianza de clases y sectores sociales, a la cual debe articularse la política económica y, por lo cual, debe rechazarse tanto el clasismo de la izquierda, el electoralismo o el burocratismo de los populistas, como el elitismo de los liberales».

Fuente: Rogelio Frigerio: La polémica con Alsogaray (Reconstrucción)

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