Se cumplen hoy 60 años de la jura y asunción del Presidente Arturo Frondizi, ocasión de su célebre discurso inaugural, en el cual expuso —basado en un diagnóstico profundo de la realidad argentina— su programa de gobierno: “legalidad, paz social y desarrollo económico”.
De su lúcido mensaje quisiera rescatar lo que considero primordial para que hoy Argentina alcance su desarrollo integral: el primado del Estado de Derecho y de la legalidad para todos: “El establecimiento del orden jurídico y de una justicia independiente que proteja al ciudadano contra los excesos del poder administrador, son condiciones indispensables para el progreso económico. Lo mismo, el respeto por las obligaciones contraídas. No debemos apartarnos de esos principios, ni aún en aquellos casos excepcionales en que la violación de la norma jurídica pareciera justificarse en la defensa de un concreto interés nacional puesto que el simple quebrantamiento de la juridicidad origina la incertidumbre, promueve la inestabilidad y concluye causando al país más daños de los que se pretendieron prevenir”. Instituciones fuertes, independencia de los Poderes del Estado, seguridad jurídica, respeto por nuestra Constitución Nacional, extirpando de raíz toda arbitrariedad.
Legalidad para todos se construye entre todos: “Por su magnitud, la empresa que nos aguarda no puede ser de un hombre ni de un grupo de hombres. Es tarea de todo el pueblo argentino, e implica, también, una responsabilidad compartida por todos”.
Legalidad para todos para alcanzar no sólo el desarrollo económico. Porque el desarrollo económico no es un fin en sí. En definitiva, la base política fundamental es, para Frondizi, la sacralidad de todo hombre y el reconocimiento de sus derechos. “Respetaremos los derechos humanos porque así lo ordena la Constitución y las leyes, pero, además, porque ese respeto forma parte de nuestra concepción del hombre como ser sagrado”.
La legalidad para todos no sólo inauguró su gobierno: fue también su testamento político, escrito en momentos aciagos, un día antes de su derrocamiento. Frondizi fue un abanderado de la legalidad y del Estado de Derecho, al punto de padecer la ilegalidad a costa de enfrentarla con legalidad. Pese a haber sido derrocado ilegalmente, soportó con temple la injusticia de la prisión en Martín García y del confinamiento y la soledad luego en el Tunquelén, mientras sostenía: “defenderé los derechos del pueblo con las armas de la ley… Procederé frente a mis adversarios políticos en forma exactamente contraria a la que ellos adoptaron para combatir y derribar a un Gobierno surgido de una mayoría incuestionada. En el llano, como antes en el Gobierno, los intereses superiores de la Nación y las aspiraciones de legalidad, paz, justicia social y desarrollo de todo el pueblo serán para mí mucho más importantes que los intereses parciales de cualquier sector”.
Hoy Frondizi nos interpela: “Los argentinos estamos retrasados en la tarea común de construir una gran nación”. ¿Cómo contribuir en esta tarea común? Respetando sin concesiones su piedra basal: la legalidad para todos, y el sagrado valor de todo hombre y sus derechos inalienables. Así, entre todos, levantaremos esa gran Nación que soñó y por la cual luchó Frondizi.