Frondizi y el desarrollo, una fuente de inspiración

El próximo 23 de febrero se cumplen sesenta años del triunfo electoral de Arturo Frondizi en 1958, motivo por el cual se realizará un acto de homenaje, reponiendo una placa conmemorativa en el Hotel Tunquelén de Bariloche, donde fue confinado luego de su derrocamiento y prisión en 1962. También se realizará una serie de mesas redondas en las que se debatirá sobre su figura y su obra de gobierno, en las que participaré.

Es paradójico que en los últimos años presidentes argentinos de extracción política opuesta, como Néstor C. Kirchner y Mauricio Macri, reconozcan la figura de Frondizi como inspiradora de su obra de gobierno. ¿Por qué hoy la política desarrollista que puso en marcha Frondizi de 1958 a 1962, con el apoyo intelectual en el campo económico-social de Rogelio Frigerio, goza de esta aceptación pública? Sin duda la respuesta está en la política de cambio de estructuras que se practicó y que se expresó en cifras que nunca se volverían a repetir: se multiplicó por tres la producción de petróleo, por dos la producción siderúrgica, por cinco la industria del caucho, por tres la inversión en carreteras, por cuatro la producción automotriz y se creó la industria petroquímica.

Fue espectacular el impulso que la política económica le dio a la inversión física, en particular a la inversión en máquinas y equipos (incluyendo equipos de transporte) que es lo que permite la ampliación de la capacidad productiva. El salto que este componente de la demanda agregada mostró en esos años fue inédito en nuestra historia. Un análisis de Guido Di Tella de las desviaciones respecto a la tendencia de la inversión en máquinas y equipos, para el período 1951/78, evidencia el comportamiento extraordinario de esta variable en 1960 y 1961. Por otro lado, la formación bruta de capital físico, que surge de sumar la demanda de construcción a la de máquinas y equipos, pasó del 17,7% del PIB en 1956/8 a 20,4% en 1959/61.

Se suele afirmar que de este proceso inversor vivieron muchos de los gobiernos que le sucedieron porque las mismas se terminaron de desenvolver y la producción maduró en los años posteriores. Así, el impacto de la tecnificación, el apoyo tecnológico de instituciones como el INTA, creado en esos años, y la puesta en marcha de la petroquímica (que permitió la provisión de agroquímicos) se hizo notar sobre el volumen de las exportaciones en el período posterior a 1963/5, luego de una década de estancamiento. A partir de entonces, las exportaciones superaron el tope de los US$ un mil millones y comenzaron un camino ascendente que las llevó a duplicar los valores en diez años. La producción de granos en 1965 se incrementó en más del 50%, ubicándose en niveles similares a sus máximos. También empezaron a tallar las exportaciones no tradicionales, cuyo impulso con mecanismos como créditos específicos, devolución de impuestos internos y derechos de importación a los insumos, y reembolso de impuestos internos pagados por los exportadores, son de este período. Así como entre 1952 y 1962 se verificó algo más de una década de déficit comercial externo, a partir de 1963 se inaugura una década de superávits comerciales que aligerarán la restricción externa.

¿Qué es lo que permitió estos resultados? Una estrategia que tenía una voluntad transformadora de las estructuras productivas y una claridad contundente sobre qué era lo principal y qué lo accesorio. En lo instrumental apuntaría los siguientes elementos como determinantes:

(I) el cambio de precios relativos que implicó la maxidevaluación de diciembre de 1958 (la segunda mayor para el período 1935/1971): el tipo de cambio real del período se ubicó en máximos de la serie.

(II) la política de atracción de inversiones extranjeras, con un marco jurídico que le dio amparo y acceso a los beneficios de la Ley de promoción industrial, ambas legislaciones de 1959; dos casos destacables lo constituyeron los contratos petroleros con empresas extranjeras que permitieron el autoabastecimiento petrolero, por primera vez desde la fundación de YPF, y la instalación de 22 empresas transnacionales en el sector de terminales automotrices.

(III) un conjunto de políticas activas de fomento de la inversión en sectores específicos (siderurgia, celulosa, petroquímica, forestación) y en regiones (Patagonia y Noroeste), bajo el paraguas de la Ley de promoción industrial que habilitaba beneficios en materia impositiva (desgravaciones o reducciones de impuestos), de comercio exterior, tanto de protección de mercado interno como promoción de exportaciones, de financiamiento, de provisión de insumos, entre los más destacables.

(IV) el manejo de las escasas divisas para destinarlas al equipamiento y tecnificación de las actividades productivas, utilizando la estructura arancelaria y la política de sustitución de importaciones: comparando la participación en las importaciones de los distintos tipos de bienes se observa que los combustibles disminuyen 8 pp y otros productos intermedios y materias primas casi 3 pp, en tanto los bienes de capital se incrementan 12 pp.

(V) la captación de cuantiosos fondos externos para aplicar al financiamiento de las importaciones, a través del FMI, bancos privados de EE.UU. y Europa.

(VI) la liberación de recursos públicos generados por la reorientación del gasto desde el financiamiento de las empresas deficitarias (caso los ferrocarriles) y la burocracia excedente para volcarlo a las obras de infraestructuras (carreteras, energía).

Ojalá el estudio de esta obra de gobierno sirva de inspiración a una estrategia de desarrollo productivo e industrialización, actualizada a los tiempos que corren, realmente ambiciosa.

(Fuente Perfil.com)

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Federico Poli
Economista desarrollista. Fue Jefe de Gabinete del Ministro de Economía de Argentina (2002-03) y Subsecretario de Pymes y Desarrollo Regional del Gobierno de Argentina (2003-06). Hasta 2019, fue Director Ejecutivo por Argentina y Haití en el BID. Es Director de la Consultora Sistémica para el desarrollo.