Todos sabemos que Arturo Frondizi al comenzar su gestión de gobierno, implementó un plan de estabilización y desarrollo. Por un lado, sinceraba tarifas, precios y tipo de cambio aunque decretaba un aumento de emergencia del 60 por ciento en los salarios, financiando el incremento para que los patrones pudieran absorberlo. Simultáneamente, anunció la firma de los contratos para la explotación de petróleo, que, dada la urgencia y para eludir los impedimentos burocráticos y las taras ideológicas de la oposición, celebró en forma directa con las empresas. El resultado fue que Argentina logró, por primera vez en la historia, el autoabastecimiento, aunque luego le valió que junto con Frigerio y Arturo Sábato, el ex presidente tuviera que comparecer ante una Comisión Investigadora promovida entonces, con fruición, por los “campeones del aislacionismo”. Es sabido que el sinceramiento generó un incremento de la inflación ( mas del cien por ciento el primer año) pero que el mismo fue decreciendo hasta llegar a poco más del 20 por ciento, en 1961.
Máximo Merchensky publicó hace un tiempo en Visión Desarrollista, un enjundioso trabajo de investigación señalando que la hipertrofia burocrática del Estado constituye quizá, una de las principales dificultades que tendrá el Gobierno de Milei , varias veces superiores a la que existían en 1958.
Ese es el país que recibió el Presidente; a quien hay que ayudarlo porque estratégicamente ”le apuntó al hígado» al populismo, pero le falta un plan de desarrollo, como el que inspiró a Frondizi.
Cuarenta años atrás, cuando Rogelio Julio Frigerio nos instruía y nos instaba a combatir “la trampa del tipo de cambio” del Ministro Cavallo, le contestábamos que éramos muy pocos para convencer a la gente que el mantenimiento de la convertibilidad le iba a explotar en las manos al Gobierno. Y Frigerio nos respondía: – Nosotros no, va a ser la realidad quien los convenza. Y así sucedió aunque fue tarde: La convertibilidad le explotó a De la Rua con las consecuencias que todos conocemos
Más allá de nuestro deber como desarrollistas, exhortados por aquel ejemplo del Tapir, creo que va ser la misma realidad la que induzca al Presidente Milei a entender que el ajuste por sí solo resulta insuficiente y lo va a compeler a adoptar medidas que impidan el decaimiento de la actividad económica y amortigüe el necesario ajuste que está implementando. Por eso, hay que ayudar al Presidente, aunque sin bajar la guardia y no hacer la de quienes en algún momento fueron primos hermanos, que se rasgan las vestiduras en defensa de la formalidad democrática – que nadie objeta- insistiendo en ser los campeones del aislacionismo como con talento los calificó, el memorable Ramón Prieto.