Cuando de inversión-producción-empleo se trata, resulta esencial entender que, cuando la rueda de dicho circulo virtuoso esté trabada (entre otros problemas por la actual y persistente inflación que atenta contra todo plan previsor) resultaría efectivo el incentivo de compra de equipos, máquinas, instalaciones y bienes símiles para desarrollar, de este modo, mayor actividad del desarrollo de la producción local, sobretodo en materia de importación de las tecnologías del momento. De lo dicho se concluye que sería tanto mas razonable el establecimiento de alicientes en la creación de empleos que aportasen estabilidad antes que medidas como la prohibición de despidos establecida por el gobierno, por ejemplo. Dicho aliento podría ser perfectamente posible y realizable a través del fomento a la actividad e inversión en todas las cadenas de valor. Amortizaciones fiscales aceleradas
Particular relevancia para que la rueda económica comience a funcionar y retroalimentarse tienen los bienes de capital, aquellos que son, a su vez, los que sirven para producir otros bienes. Su impulso generaría un efecto derrame y multiplicador para la producción de mas bienes y servicios razón que los hace esenciales en materia de inversión. Redundante pero imprescindible es para todo proceso económico su apalancamiento, esencialmente en activos que permitan mayor producción tanto de bienes para consumo personal como para la exportación y su consecuente generación de nuevos puestos laborales.
Para incentivar la inversión en los mismos, resulta importante señalar un mecanismo, sin costo fiscal, factible de potenciar tanto aquellas actividades con rápida respuesta para el consumo, como para la generación de nuevos empleos: «las amortizaciones fiscales aceleradas». Se trata de establecer que el que invierte y arriesga en actividades, pueda contabilizar en el momento del gasto toda la amortización. Este recurso asegura que todo aquello que las grandes empresas como las pyme o emprendedores independientes tengan como recurso atesorado, puedan optar por acceder a algún financiamiento posible que les permita y aliente a incorporar mas activos en la rueda local de producción y generación de inversiones.
Darle a quien invierta su capital, la seguridad de transformar el gasto con la amortización que recuperaría en tal sistema será imprescindible para generarlo. Por ejemplo si alguien compra hoy un tractor de 50.000 dólares lo puede deducir en su primer año de su balance fiscal. Invierten, utilizan fondos atesorados y al año siguiente, cuando ya no tiene amortización, compra otro bien.
Recelosos de recaudar, los funcionarios públicos sostienen que este proceso resta capacidad de cobrar impuestos. Detenerse en “la foto”, y no la “película”, no resulta funcional a ningún proceso de desarrollo económico menos aun en aquellos de materia industrial o agroindustrial. La recaudación se vería incrementada por el aporte que dicho productor, alentado, realice al mercado y paralelamente ese circuito traería como resultado puestos de trabajos nuevos generando, pues, mas mano de obra por la que aportar cargas sociales.
La amortización fiscal acelerada de bienes de capital es pues un mecanismo multiplicador de todas sus aristas productivas, generador de mayor recaudación y empleo al largo plazo.
Para implementar medidas como la propuesta, se necesita una visión del Estado en la cual, además de administrar con eficiencia y distribuir lo que ya existe, impulsé continuamente la generación de riqueza en el sector privado teniendo en cuenta todos los factores intervinientes en la cadena económica y muy en particular los bienes de capital. A largo plazo resulta ser una claro e infalible camino para un desarrollo económico inclusivo y sostenible, distribuyendo desde una economía más rica y productiva.