Gabriela nació en Minas Gerais (Brasil) y si bien estudió enfermería en su país, decidió venir a la Argentina a cumplir su sueño de estudiar medicina. Alguna de sus amigas ya contaba con la experiencia y le había recomendado hacerlo. Hizo los números y estimó que, si no tenía que pagar por la universidad, podía alquilar un lindo departamento en Buenos Aires y vivir por menos de lo que hubiera gastado pagando por sus estudios en su país de origen. Hoy hace 5 años que esta aquí y se encuentra terminando la residencia luego de haber cursado la carrera en la UBA y si bien es cierto que fue clave para la elección los costos también lo fue el hecho de que la UBA es de las universidades con mayor prestigio de Latinoamérica. En su español perfecto nos cuenta que “en Brasil es muy difícil entrar en la universidad pública y la universidad privada es muy costosa”. Vive en Recoleta donde alquila a precios más caros que a los nativos pero esta sumamente agradecida. Todas los sábados por la mañana viaja a las 6 de la mañana a Lomas de Zamora donde atiende la guardia de un hospital barrial. Son casi todos extranjeros allí y por eso no dejan de compenetrarse con las realidades de pacientes que en general viven situaciones de extrema necesidad. Como si fuera poco al mismo tiempo prepara un examen para dar la convalidación de su título en Brasil, de manera de poder ejercer la medicina allí. Debe dar toda la carrera en portugués por lo que pasa la mayor parte de sus días estudiando. Cree que va a volver, es el plan original, pero se siente tan a gusto que no cierra la puerta a quedarse en estas tierras.
Gabriela es una de las tantos, que han venido de otros países a estudiar a la Argentina. Son aquellos destinatarios de aquello de que “con nuestros impuestos pagamos la universidad gratuita y las plazas que ocupan los extranjeros que podrían ser destinadas a alumnos nacionales”.
Pero la realidad es que si bien es cierto que la matrícula de extranjeros en el país viene creciendo y se duplicó desde 2015, onjabet ,en términos porcentuales, aún resulta un número reducido: representan menos del 5% del total de estudiantes (pública y privada). Aunque es cierto que Medicina en particular tiene un porcentaje mucho mas alto (24%) las derivaciones y externalidades de su presencia es altamente favorable al simbólico costo fiscal.
La evidencia de los datos
En 2021, según estadísticas nacionales, se registraban un total de 117.820 estudiantes extranjeros en todas las universidades argentinas (públicas y privadas) sobre un alumnado total de 2.730.754. Esto significa que representaban un 4,3% del total de la matrícula: 4% en las universidades de gestión estatal y 5,5% en las de gestión privada. Es decir, era mayor en las universidades privadas. Esos extranjeros en el 95,9% de los casos provenían de países de América; un 2,90%, de países de Europa, y el 1,17% restante, de Asia, África y Oceanía.
Para 2022 a cifra se mantuvo similar con un total de 122.769 estudiantes extranjeros en las universidades argentinas, de los cuales 104.998 cursaban estudios de pregrado o grado, y 17.771 ofertas de posgrado. Esta población representó el 4,1% del total de los estudiantes de pregrado y grado, y el 9,9% de los estudiantes de posgrado. Según el tipo de gestión, su participación alcanzó el 4,3% de la matrícula en el sector estatal y el 5,5% en el sector privado, continuando siendo mayoritaria
Es decir que a nivel general no llegan al 5% contando las universidades privadas y los estudios de posgrados que sí son arancelados.
¿El problema está en la UBA?
A mediados de este año la Universidad de Buenos Aires (UBA) informó que el porcentaje de estudiantes internacionales en carreras de grado asciende de 9,5%, lo que ciertamente es el doble de la media del sistema.
La Facultad de Medicina de la UBA es por lejos donde más estudiantes extranjeros 11.393 concentra, frente a 39.201 argentinos, lo que representa casi el 23% de su población estudiantil. Le sigue Odontología, con un 12,7%; e Ingeniería, con un 8,2%. Luego, Arquitectura y Diseño, con un 6,4%. Las facultades de Farmacia y Bioquímica, Ciencias Económicas y Ciencias Exactas y Naturales, y Sociales muestran porcentajes similares, con un 5,6%, 5%, 4,8%, y 4,8, respectivamente acordes con la media.
Otras universidades públicas nacionales
Según un informe de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), en 2022 el 7% (un punto más que en 2021) de los estudiantes provenían del exterior, siendo esta proporción más alta en Ciencias Médicas (24%), al igual que acontece en la UBA. Según datos de noviembre y diciembre de 2023, cuando estuvo abierta la inscripción en Medicina de La Plata, se registraron 9.715 ingresantes de los cuales los foráneos representan el 37% del total. El año pasado el número de anotados totales fue 6.750 y quienes eran extranjeros fueron 2.778 (más del 40%). Siempre en Medicina.
En tanto la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), de acuerdo con sus propios datos, en el 2021 había 20.246 estudiantes en total, de los cuales 1.088 eran extranjeros. Esto representa el 5,6%.
Y en relación a la Universidad Nacional de Rosario (UNR), según su propio anuario del año 2022, los estudiantes extranjeros eran 6.107. Esto representaba el 7% del total de 85.381 estudiantes.
De todo esto se infiere que es medicina la carrera donde ampliamente acuden extranjeros a estudiar, tanto en las universidad privada como la publica. En el caso de los estudiantes brasileños, de gran impacto en estas carreras, mucho se explica por los altísimos costos de la carrera en un universidad privada de su tierra natal y que si bien hay facultad de medicina en la universidad pública, a diferencia de la UBA, el examen de ingreso es con cupos muy restringidos.
Sí, un factor a tener en cuenta para regular el cupo, podría ser el caso de que una gran demanda de alumnos extranjeros impida efectuar el proceso de aprendizaje en las aulas de manera eficiente por falta de cátedras, carencias edilicias o disponibilidad de bienes y muebles. Pero siendo la misma menor al 5% no parece ser el caso más allá de las carencias y limitaciones presupuestarias que desde hace décadas aquejan a la Universidad Pública.
Inconstitucionalidad y marco legal
Hasta 1949, todas las universidades argentinas (Buenos Aires, Córdoba, Cuyo, La Plata, Tucumán y Del Litoral) eran públicas y aranceladas. Fue Perón a través del Decreto Presidencial N° 29337, que estableció la gratuidad de todas las universidades públicas del país y el compromiso gubernamental para su financiamiento.
Sin embargo, la gratuidad constituyó un principio en disputa, ya que fue anulado en los gobiernos de facto para ser recuperado definitivamente con la apertura democrática de 1983 y reforzado con su estatus constitucional en 1994, que se mantiene vigente hasta nuestros días (inciso 19 del artículo 75, que establece que el Congreso deberá sancionar leyes que “garanticen los principios de gratuidad y equidad de la educación pública estatal” y “la autonomía y autarquía de las universidades nacionales”)
En esa línea existe la Ley Nº 27.204 de 2015, (que modifca la Ley 24.521, “de Educación Superior de 1995) que estableció que las carreras de grado en las instituciones de educación superior estatales deben ser gratuitas, prohibió el arancelamiento y definió el ingreso “libre e irrestricto” a la educación superior.
Y si bien hay quienes cuestionan esta perspectiva, al entender que el hecho de que el Estado deba promover la educación gratuita que no significa que esa ‘gratuidad’ lo sea automáticamente para todos los ciudadanos; solo traigo a colación el asunto porque sin duda cualquier propuesta arancelaria tendrá reparos de inconstitucionalidad.
¿Pero y si es solo arancelamiento para los extranjeros? La visión liberal plasmada por Juan Bautista Alberti en la Constitución Nacional, a quien este gobierno considera Alma Mater, es clara al respecto: «La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre ni de nacimiento; no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas» (Articulo 16 CN). Nada más progresista, en el buen sentido, y liberal, también en el buen sentido, que dicha afirmación (recordemos el imperativo inmigratorio de aquellos tiempos también)
¿Y pero porque tenemos que darles ese derecho si en Bolivia o Uruguay no tenemos esos mismos beneficios? Porque el espíritu magnánimo y liberal de nuestra Constitución así lo exige. Y no es un defecto, al contrario.
El requisito de la residencia
Respecto a la admisión, y tomando el caso de la UBA, si bien es cierto que los extranjeros no tienen que efectuar examen de admisión, al igual que los argentinos nativos, para entrar al CBC hay que acreditar que se completaron los estudios secundarios en sus países de origen. Y validarlos con la autoridad competente.
Pero lo que deben acreditar es la residencia, aunque sea «precaria» de tres meses. Sólo así puede dar el paso inicial para tener igualdad con estudiantes argentinos. En el caso de los inmigrantes del Mercosur, la obtención de una residencia permanente con 2 años de residencia temporaria se adquiere. Al resto, se le exige 3 años,
En este punto es donde el gobierno cree puede encontrar la rendija para el arancelamiento: según la idea original, tal como estaba plasmada en el artículo 392 de la ley Bases, original los estudios de grado en las instituciones de educación superior de gestión estatal seguirán siendo gratuitos para todo ciudadano argentino nativo o por opción, “y para todo extranjero que cuente con residencia permanente en el país” pero no para quienes no cumplieran con estos requisitos, como la residencia precaria. Se puede analizar que no es tan objetable esta distinción en tanto que son estudiantes de los primeros años de la carrera que tienen mayores chances de abandonar la misma, siendo en ese caso un costo hundido. Sobre todo si la sobredemanda de cupos afecta la calidad educativa. Aun así esta propuesta más equilibrada puede ser objetada de discriminativo y anticonstitucional.
Grandes externalidades positivas a un costo bajo: El caso de la medicina
Al caso inicial de Gabriela podemos agregar muchos más. El aporte técnico y/o profesional, y humano, de estos extranjeros estudiantes en las universidades públicas es de un impactó positivo en nuestra sociedad. En ese sentido es valioso el testimonio que nos da Mariana, una médica argentina egresada de la UBA, con amplia experiencia encima, quien enfatiza que el aporte de estos médicos residentes extranjeros es fundamental en un sistema sanitario fragmentado . “Hoy nos cuesta llenar cupos de residencia en todos los sanatorios y hospitales públicos y privados, y sino estuvieran los médicos extranjeros estudiando (residencia) no se podía trabajar bien por falta de personal”. Y es que hay pocos médicos residentes argentinos que quieran hacer la residencia por el alto esfuerzo y el bajo salario que reciben, sobre todo los casos que no se necesitan para tener una especialidad. Incluso este problema se vincula fuertemente con otro fenómeno que se está viendo en los últimos años en Argentina: el gran número de médicos argentinos graduados que buscan mejores oportunidades en el exterior, incluso para hacer la residencia. “Que haya médicos extranjeros para residencia es muy importante porque aún con ellos quedan vacantes sin cubrir, siendo la residencia el motor de los hospitales y sanatorios, además de una oportunidad fundamental para el aprendizaje”, señala Mariana.
También es cierto que se trata de residentes que pagan impuestos, alquilan y pagan su renta (incluso a mayores precios que a los nativos), consumen servicios públicos e intercambian bienes y servicios con el privado, promoviendo la actividad económica. Incluso hay quienes argumentan que con esta razón ya es suficiente ya que la misma educación pública se financia de esos impuestos generales, que los residentes pagan.
Aún así hay otro argumento más que no quiero dejar de señalar. Me refiero al impacto en el soft power que tiene la universidad pública gratuita para extranjeros. Este es un término usado en relaciones internacionales para describir la capacidad de un actor político, como por ejemplo un Estado, para incidir en las acciones o intereses de otros actores valiéndose de medios culturales e ideológico. Es ese impacto geopolítico que se genera a través de acciones consideradas blandas como puede ser el caso de la promoción de inmigración estudiantil extranjera. Y si bien es cierto que no fue pensada con esa idea, de hecho cumple ese efecto. ¿O acaso hay mejor diplomacia que atraer estudiantes de nuestros países cercanos, impregnarlos en nuestra cultura y valores, volverlos parte de nuestra vida cotidiana? ¿No serán acaso nuestros mejores embajadores al volver a sus países de origen? Incluso se llevarán amigos y cuando no familias si es que incluso no deciden quedarse aquí. ¿Y sus familiares no tendrán acaso la mejor consideración de un país que acogió con las manos abiertas y educó a sus hijos? Hablamos de gente que formada profesionalmente mañana tendrá quizás relevancia, o no, pero guardaran a Argentina en su corazón. Gente que viene a estudiar, e incluso a trabajar. Que seguramente no está en contra de pagar algún arancel, pero que sin dudas la gratuidad les es un atractivo, a la par de la calidad de enseñanza que debemos preservar.
Reitero que el costo fiscal es bajo e insisto que las incidencias e impactos positivos, directas e indirectos son ampliamente más positivas. Tampoco quitan lugares a los argentinos, no vienen a disputar camillas de hospital sino “ambos” y “estereoscopio”. Incluso nuestros estudiantes argentinos se enriquecen con el bagaje e impronta cultural de los extranjeros. Quizás sea un arancel a residentes precarios, quizás no sea necesario. Lo importante es que dejemos de ver el asunto de los estudiantes extranjeros en la UBA como un problema, como un costo y , por el contrario, valoremos este activo, en todo sentido, que tenemos.