Según un informe en el Diario La Nación, el gasto del Gobierno nacional, las provincias y municipios trepó por encima del 42% del PBI en 2020,mientras que la inversión de capital fundamental para aumentar la productividad de nuestra economía y revertir nuestra crisis, ha llegado a mínimos históricos ese mismo año, con tan solo el 9,5% del PBI.
Los gastos innecesarios del Estado se ven desde la publicidad o la cartelería proselitista, en las radios, y hasta en las campañas de explicar todos los beneficios que pueden tener con un “estado presente”, y eso no ayuda. Capta votos, pero administrar el Estado, no es tratar de sostener un elenco gobernante, sino de lograr que se diferencie el Estado del Gobierno, y este que esta en funciones, lo haga mas eficiente.
Hay también quienes sostienen que en el problema del gasto público no es relevante el costo de la “estructura” super-burocrática, en todo el estamento del Estado (Nación, Provincias, y Municipios), y para ello usan el argumento, falaz, de señalar que el principal determinante es el gasto de las prestaciones sociales (que oscila entre 51% y 60% según formas de cálculo y comparación). Esa justificación no es procedente ni exime de responsabilidad al gasto en burocracia estatal. Son los dos rubros el problema.
Pensemos que solo la Jefatura de Gabinete tiene cientos de cargos directivos (directores, subdirectores, secretarios secretarias, sub jefaturas). Todos cargos que repiten las funciones que están en los Ministerios. Además, observemos que en las Provincias se copian los malos ejemplos. Existen hasta en pequeños Municipios, y Concejos Deliberantes, con “jefes o coordinadores de la jefatura de Gabinete”.
Si redujéramos la estructura innecesaria de 22 Ministerios y una Jefatura de Gabinete a solo 8 estructuras), podríamos generar ahorros en el “gasto corriente”, y transformarlos en gasto de capital (infraestructura + educación + salud + comunicaciones + caminos, esto es: activos físicos) que nos reportarían economías, y bajaríamos costos, por ende, también los precios, y ayudaríamos combatir la inflación. Pero además se daría, desde la cúspide del poder, un ejemplo, que es totalmente necesario para todos.
Funcionarios y consecuente estructuras innecesarias, generan continuamente costos improductivos, que paga el Estado con emisión, pero, además, a los privados le genera, con una serie de vallas o meandros burocráticos que justifiquen su nombramiento, con costos que aumentan la improductividad de la economía.
Mas Estado, no es generar mas puestos públicos más Estado, es tener una estructura ágil, eficiente, de bajo costo, que, “de un marco”, y controle los desvíos. No necesitamos mas leyes, ni reglamentaciones, si necesitamos administrar austeramente los escasos recursos del Estado, y evitar los gastos improductivos. También una premisa básica es no confundir el Estado con el Gobierno, o este con el partido (o militancia proselitista)
Es importante también aclarar que el gasto público no es malo en sí mismo. El Estado debe hacer eficiente su gasto al invertir en infraestructura: rutas, autopistas, escuelas, hospitales, caminos rurales, porque todas estas construcciones, además de constituir “capital” y aumentar la productividad, producirán menos gasto y por ende ayudarán a combatir la inflación, estructuralmente, porque tenemos en Argentina muchas ineficiencias que son costo. También puede ser usado, medida y cautelosamente, para promover el consumo y la demanda agregada frente a situaciones estancamiento de la economía. En cambio, abusar de esta cuestión, como ocurre en la Argentina, y promover deliberadamente el gasto improductivo no es gratis, lo paga toda la sociedad y la condiciona más al atenta directamente contra la generación de riqueza.
Ni Estado chico, ni Estado grande: Estado eficiente
Eficiente, no es un concepto o mensaje neoliberal, o libertario, quiere decir simplemente cumplir con la Constitución nacional que dice administrar: significa canalizar adecuadamente los recursos, en forma “austera”. Muy simple. En el gobierno desarrollista se acuño el termino «racionalización» para lograr esta eficiencia estatal. Al respecto el presidente Frondizi decía: «La administración pública es sólo un instrumento de la actividad que despliegue en favor de la comunidad. Si ese instrumento cuenta con organismos hipertrofiados que insumen una cuota desproporcionada de la renta nacional y que, además, son caros e ineficaces, desempeñara en forma parcial y deficiente sus funciones específicas».
La claves la “relación” entre costo y beneficio, criterio que se debe usar para el diseño en las políticas públicas, aunque no el único.. Si gasto, esa erogación debe producirme un mayor valor. O si quieren en términos marxistas un “plus valor” para que se lo apropie toda la sociedad. Pero si el gasto, no tiene una contrapartida de beneficio, o producción, o productividad, ese mal gasto, es gasto innecesario, es gasto improductivo. No es útil a nadie. Este gasto solamente le puede ser «útil», al corrupto, que logra un beneficio lateral, porque logró introducir un pago, innecesario, para obtener un lucro o beneficio personal o al político que lo dispone para fines electorales y perpetuarse en el poder.
Pues bien, además de “reducir” todos los gastos que son inconvenientes (y en las prestaciones sociales hay muchos que no responden a la relación costo-beneficio, por ejemplo, las pensiones no justificadas) hay que, en forma urgente, hacer lo mas simple que es “racionalizar” el Estado, y transformar parte importante de los gastos de funcionamiento en inversión de capital.
Aclaremos de paso, que hay cargos necesarios, y que deben existir, pero esos deben ser de “carrera” de la estructura adecuada del Estado (no del Gobierno). Por eso debemos distinguir necesariamente, que el Estado, necesita funcionarios permanentes de carrera, por escalafón, por merito, y no “acomodados” que llegan de la mano de la política o de la militancia. El Concurso debe ser la base, así tendremos un Estado eficiente, donde la máxima de costo-beneficio, será la clave.
Si admitimos -como dice el Gobierno que quiere justificar para la emisión- que la inflación es multicausal, pues bien, empecemos por casa: racionalizando el gasto improductivo, reduciendo estructuras innecesarias, quitando la militancia de los cargos públicos, dejando en la estructura a los funcionarios idóneos de carrera por merito, eliminando la superposición de cargos y funciones innecesarias, reduciendo tributos que a veces cuesta mas recaudarlos que lo que producen (161 en total, en el orden Nacional, Provincial, y Municipal, donde menos de diez, recaudan el 80%), y en la medida que simplifiquemos el manejo de la economía pública y privada, estaremos quitando motores que potencian la inflación. Vuelvo a citar a Frondizi hablando precisamente de como encararon esta misma situación en el gobierno desarrollista: «Limitando fuertemente los gastos y aumentando los ingresos de la administración nacional y de los servicios públicos a cargo del Estado, creábamos las condiciones que nos permitirían renunciar al recursos financiero de la emisión monetaria, que constituía el principal factor de inflación».
Los intereses de la casta política
Si es tan simple, ¿Por qué el Gobierno se esmera en hacerlo complicado? Nada tienen que ver ni la estructura de la Corte Suprema de Justicia, ni el Consejo de la Magistratura. Pensemos que tenemos mas Senadores que EEUU, y proporcionalmente por el número de habitantes somos una de las estructuras estatales mas absurdas, pobladas y complejas del planeta, pobladas de “asesores” (rentados) y de una élite (peor) de “punteros políticos” que en realidad entorpecen las actividades productivas.
No olvidemos que en Argentina el problema de los “nombramientos políticos” se potencia, porque tenemos además de la estructura básica del Estado, muchas dependencias que tienen que ver con el Gobierno: Aerolíneas Argentinas, Banco Nación Argentina, YPF., Empresas del Estado, Bancos de Provincia, ANSES, PAMI, …y una serie de dependencias que cada dìa y en cada crisis, han ido generando nuevas estructuras, que solo generan costo, con escaso o bajo beneficio. Recorrer “el detalle” de lo que dice la tarjeta de cada funcionaria en el organigrama es alienante, contrario a todo principio de “organización” (eficiente). El mal ejemplo se transmite, se potencia, y la burocracia cada día toma mas cuerpo.
Por el camino en que estamos vamos mal. El mal gasto improductivo es una hipoteca, que, sino se empieza a amortizar rápidamente, se paga con inflación, baja de productividad e ineficiencia en el sector privado, es decir destruye el proceso de acumulación que es fundamental para revertir nuestro subdesarrollo.