La política de Netanyahu encamina a Israel hacia un Estado paria

Con el fin de eludir las numerosas acusaciones por corrupción en su contra y mantener la frágil alianza gubernamental con los ultranacionalistas y ortodoxos, Bibi intensifica una guerra cruel en Gaza, que ya se cobró la vida de más 50.000 palestinos, entre ellos mujeres y niños.

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No solo las voces disidentes por el accionar de Netanyahu provienen de la comunidad internacional sino también se hacen presente dentro de Israel pero Bibi se mantiene imperturbable. Amir Cohen/AP
No solo las voces disidentes por el accionar de Netanyahu provienen de la comunidad internacional sino también se hacen presente dentro de Israel pero Bibi se mantiene imperturbable. Amir Cohen/AP

El 7 de octubre del 2023 el mundo quedó perplejo y atónito ante la barbarie que desató el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) que invadió territorio israelí en barrios, kibutz y campos del sur del país donde asesinó a sangre fría a 1.200 personas y secuestró a otras 251.

Ante semejante ataque, la respuesta de gran parte de Occidente fue de solidaridad y apoyo total a Tel Aviv. Israel, con todo su derecho a defender su existencia contra sus enemigos, comenzó una guerra a gran escala en la Franja de Gaza contra Hamas y sus auspiciantes y aliados, Irán y sus proxies: el grupo libanés chiita Hezbollah y los Huties de Yemen. En su momento la invasión a Gaza contó con un apoyo sin precedentes dentro de Israel.

Con precisión quirúrgica, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y sus servicios de inteligencia eliminaron a los líderes políticos y militares de Hamas y Hezbollah, entre ellos, Ismail Haniye y los hermanos Yahya y Mohamed Sinwar; y la significante eliminación del líder religioso de la organización chiita libanés, Hassan Nasrallah.

Aunque con el paso del tiempo la operación en la Franja de Gaza lleva más de 500 días, siendo la guerra más larga de Israel desde la de 1948, sigue con el objetivo de recuperar a los rehenes y la destrucción total de la capacidad militar y control de Hamas.

A pesar de varios altos al fuego con intercambios de rehenes por prisioneros terroristas, las hostilidades se mantienen latentes y se han reanudado en varias ocasiones. Israel exige la entrega de los rehenes en cautiverio en sus condiciones y el desarme total del grupo terrorista fundamentalista islámico.

La intención de Israel en su última ofensiva Carros de Gedeón es una «victoria total» contra Hamas y controlar el 75% de Gaza. Así lo ha expresado explícitamente Bibi.

Sin embargo, la ofensiva israelí ha generado una devastación total en la infraestructura de Gaza sumada a una cantidad de muertos civiles, entre ellos mujeres y niños, tan imponente que pesa sobre la cabeza de Netanyahu serias acusaciones por crímenes de guerra en tribunales internacionales.

Ante semejante destrucción, impune Netanyahu, continúa con su accionar por el solo hecho que su suerte está atada al éxito militar condicionado ante la justicia por casos de corrupción y por sus socios ultranacionalistas y ortodoxos de gobierno que amenazan con hace caer al Ejecutivo si cesa su ofensiva contra Hamas. Además, dos partidos ortodoxos le exigen a Bibi que si no logra presentar una ley que excluya a los hombres ultraortodoxos del servicio militar obligatorio votarán en conjunto con la oposición la caída del gobierno.

La presión internacional también es un escenario adverso para Netanyahu que le exige el cese de las hostilidades en Gaza y que permita la entrada de ayuda para enfrentar la crisis humanitaria. En ese sentido, se pronunciaron varios países europeos y latinoamericanos, dispuestos a reconocer el Estado de Palestina como presión para que Israel acceda a sus peticiones. Argentina sin embargo es la excepción, afianzando el presidente Milei su apoyo a Netanyahu y su accionar.

Aunque en el caso del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, mantiene su apoyo a Israel en su enfrentamiento contra Hamas, exige la liberación de los rehenes, pero desea el fin de la ofensiva especialmente desde que hace días elevara la intensidad de fuego con intensos bombardeos y nuevas incursiones terrestres.

La supervivencia de Netanyahu y la debacle de Hamas

No solo las voces disidentes por el accionar de Netanyahu provienen de la comunidad internacional sino también se hacen presente dentro de Israel. Desde la izquierda al centro e inclusive sectores de la derecha han cuestionado continuar con la guerra que la consideran un desastre moral y diplomático para Israel.

Un feroz crítico es el expremier, Ehud Olmert, que manifestó que “el gobierno de Israel libra actualmente una guerra sin propósito, sin objetivos ni planificación clara, y sin ninguna posibilidad de éxito. Lo que estamos haciendo en Gaza ahora es una guerra de exterminio: matanza indiscriminada, ilimitada, cruel y criminal de civiles”. Además, Olmert le solicitó a Trump que “ya basta” de esta guerra y planteó que la solución del conflicto israelí/palestino en la instauración de “dos Estados”.

A este escenario se suman el pedido de entre el 60% y 70% de la sociedad israelí que piden el cese de la guerra para salvar a los secuestrados, mientras el 31% prioriza el objetivo de acabar con Hamas.

Sin embargo, las críticas no generan ningún sobresalto en Netanyahu. Bibi se atribuye los éxitos militares y la eliminación de los líderes de Hamas y la destrucción operativa de Hezbollah, en Líbano y Siria, que implicó para Irán un debilitamiento en el control sobre ambas naciones y en la región. Un error táctico no premeditado de los líderes de Hamas que sabiendo la posible respuesta de Israel expusieron a los civiles de Gaza a una muerte segura para lograr la simpatía y el apoyo internacional, mientras ellos se esconden en sus redes subterráneas y en el extranjero. También, entre los palestinos se oyen voces disidentes que se manifestaron en contra del accionar de Hamas, a pesar de que les puede costar la vida. Los lideres de Hamas, ingenuos, solicitan a Israel que abandonen Gaza y un alto el fuego indefinido. Como presión usan a los rehenes. Su fracaso es total.

Bibi se mantiene impasible. Sus planes siguen intactos. Goza de sus victorias en el campo de batalla y trata de eludir las numerosas acusaciones por corrupción en su contra y mantener la frágil alianza con los ultranacionalistas y ortodoxos. Para complacerlos dio vía libre a los colonos para la colonización de barrios en Cisjordania y en un futuro no lejano en Gaza. Esa es la ambición de estos grupos ultra que tiene un desafío explícito sobre los demócratas israelíes. Netanyahu aprovecha esa división latente en la sociedad israelí, pero al mismo tiempo es un rehén de estos grupos ultra.

La clásica propuesta para la solución del conflicto israelí/palestino que es la implementación de los dos Estados es este escenario actual parece aún más lejana e inviable. Mientras tanto, la población de Gaza sufre día a día hambre, múltiples carencias, bombardeos y como moneda constante convive con la muerte. Hasta el momento la guerra se cobró la vida de más de 50.000 palestinos. Aunque para el ministro de Agricultura israelí, Avi Dichter, asegura que «la mitad de los más de 50.000 muertos en Gaza son terroristas con nombres y apellidos». Las declaraciones de Dichter son provocativas con un total desprecio por la vida de las víctimas civiles y una indiferencia moral e inhumana.

Habrá que tener presente con una mirada al futuro a las declaraciones de una de las voces críticas y disidente como el exgeneral y líder de la alianza izquierdista israelí, Los Demócratas, Yair Golan, que sostuvo que “Israel va camino de convertirse en un Estado paria, como lo fue Sudáfrica, si no volvemos a comportarnos como un país sensato. Un país sensato no lucha contra civiles, no mata bebés por hobby y no se propone expulsar poblaciones”.

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