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Un grupo de jóvenes al rededor de una urna electoral. Foto de la campaña #yoelijovotar de UNICEF y la DINE

Tres elecciones atrás, los jóvenes que tenían 16 años pudieron emitir por primera su voto. Remontémonos a ese 2013. El kirchnerismo tenía mayoría en ambas cámaras y los mayores miedos de la oposición eran “Cristina eterna” y que se incorporase a los jóvenes “para sumar más votos”. Pocas eran las voces que se oían decir “los jóvenes están ganando derechos”. Porque así fue. Los jóvenes dieron un paso adelante, marcando la historia mientras ponían un ojo en el futuro.

Es un hecho que la participación juvenil en política es baja. En estas elecciones, la asistencia a las urnas de dichos jóvenes se vio disminuida debido a las fallas en el padrón. Pero… ¿Y la participación? Antes de juzgar el bajo involucramiento de los jóvenes, deberíamos analizar la mala integración de ellos al mundo de la política. ¿Qué debería modificarse para fomentar la militancia juvenil?

Reducir la edad mínima para acceder a cargos legislativos

La frase “los jóvenes son el futuro” suena bien para decir en una campaña, en los medios, en una reunión o en la calle. El mayor esa expresión es que no incluye a los jóvenes en el presente. Y es difícil hacerse del futuro sin tener espacio en el presente.

La edad mínima para acceder al concejo deliberante en provincia de Buenos Aires es 25 años, mientras que a los 16 ya es posible emitir el voto. Esto quiere decir que, si en 2019 emitís tu voto, recién en el 2029 podés acceder a un cargo en el concejo deliberante de tu ciudad. Después de diez años, cinco elecciones y dos cambios de gobierno. Lo preocupante es que lejos de tratar esta temática, se la dilata. ¿Cómo? Se crean espacios específicos para los jóvenes, como puede ser una secretaría de la juventud. La inclusión de los jóvenes en las listas es una deuda pendiente de los dirigentes políticos. Y el primer paso es reducir la edad mínima necesaria para acceder a los cargos electivos.

Parte del desarrollo de esta sociedad es hacer un lugar en el presente a quienes van a hacer el futuro. Vivimos en un país donde jamás se planifica para el futuro, donde los dirigentes políticos están lejos de ser estadistas, donde los problemas se patean para delante. Y, en vez de preguntar a aquellos que se van a encargar de resolver en el futuro los problemas heredados del pasado, se los excluye en el presente. El país contrae deudas con el FMI que serán pagadas dentro de años por trabajadores que hoy en día son estudiantes y alumnos. Por eso mismo, es ahora cuando debemos tomar conciencia de la magnitud que abarca la frase “los jóvenes son el futuro”. Demos el paso adelante, vayamos al futuro en serio y dejemos que los jóvenes sean el presente.