Este miércoles es el cumpleaños de Arturo Frondizi. Si pudiéramos concederle tres deseos, ¿qué pediría Don Arturo? La pregunta me inquieta porque es dolorosamente fácil de responder. Con seguridad respondería algo similar al mensaje que dio 1 de mayo de 1958 ante la Asambla Legislativa. El país y el mundo cambiaron tanto que sorprende la vigencia de su programa.
Don Arturo nació el 28 de octubre de 1908 en Paso de los Libres, Corrientes. Cinco décadas después, asumió la Presidencia de la Nación y llevó adelante una de las experiencias de gobierno más exitosas, transformadoras y revolucionarias de la historia de nuestro país. Fue un adelantado a su época. Y como suele ocurrirle a lo adelantados a su época, la incomprensión de sus ideas le costó numerosos enemigos. Soportó 33 planteos militares hasta que un golpe de Estado lo derrocó. No había cumplido los cuatro años en el poder, pero el tiempo fue suficiente para demostrar que el futuro del país podía ser distinto.
Argentina era en 1958 un país maniatado por prejuicios ideológicos. Los nacionalistas acusaban a Frondizi de entreguista por convocar al capital extranjero para librar la batalla del petróleo; los reformistas universitarios se opusieron a la ley de enseñanza libre, que permitió una multiplicación extraordinaria de la oferta educativa; los militares le criticaban la tolerancia al peronismo, que consideraban exesiva, y lo tildaban de comunista por haber recibido a Ernesto Che Guevara en la Quinta de Olivos en 1961.
Solo los débiles eluden la confrontación con quienes no piensan como ellos, replicó Frondizi tras su encuentro con el Che. Esta frase dejó marcada a fuego en la historia argentina su inmenso espíritu de dialogo y su genunia convicción sobre la importancia de la discusión de las ideas. Aún con quienes estaban en las antípodas de su pensamiento. Frondizi era, antes que nada, un demócrata. Pero la democracia no era un valor tan firmemente arraigado en Argentina en aquellos años.
La historia del enfrentamiento entre los argentinos no comenzó con Frondizi ni terminó con su derrocamiento. Una década después, la violencia política se desbordó y el terrorismo de Estado desplegó la página más oscura de la historia argentina. La democracia hoy es un valor ampliamente aceptado, pero este consenso básico no impide que se reediten viejas antinomias que impiden que avancemos en las soluciones que venimos postergando desde hace décadas.
Quienes sostenemos la necesidad de trabajar por la unidad nacional consideramos que el primer paso es correr el velo ideológico y enfocarnos en encontrar un diagnóstico común, incluso con los que piensan distinto, en los puntos donde sea posible. No negamos los obstáculos que producen las diferencias de pensamiento, pero creemos que es posible integrar los esfuerzos en la diversidad detrás de un proyecto común. Una vez más, Arturo Frondizi es un ejemplo. A pesar de haber sido el principal adversario político de Juan Domingo Perón, como presidente del principal partido de la oposición, Frondizi selló un acuerdo con el líder peronista para las elecciones de 1958. Comprendió que, más allá de las diferencias, existía un proyecto de país que los podía unir. Unos principios básicos sobre los que acordaban.
¿Cuál era ese proyecto? Justamente, el que esbozó en el discurso del 1 de mayo y definió como los tres ejes de su Gobierno. Son tres deseos, que muchos aspiramos a que se hagan realidad en la actualidad.
«Sellar definitivamente el reencuentro de los argentinos. Es necesario abandonar todo tipo de rencores y prejuicios para poder pensar otro país diferente. Eliminar los motivos de odio, los pretextos de revancha y las persecuciones por diferencias ideológicas. No remover culpas ni deslindar responsabilidades. Es necesario recrear un clima de Unidad Nacional sobre ejes claros que permitan trazar los lineamientos generales de una política de desarrollo.
Garantizar la legalidad para todos. El progreso económico requiere un orden jurídico y una justicia independiente que proteja a los ciudadanos contra los excesos del poder administrador. Quebrar esa seguridad jurídica origina incertidumbre y promueve inestabilidad.
Convocar a una verdadera epopeya económica y social. Librar una batalla decidida contra el atraso, el estancamiento, el empobrecimiento, el desánimo y la desesperanza. Extirpar hasta sus raíces la ignorancia, la miseria, la enfermedad y el miedo al futuro. Aplicar todas nuestras energías y nuestra inteligencia para levantar al país»
El mejor homenaje a Frondizi en este aniversario 112 es recuperar estas tres grandes banderas y reivindicar su convicción democrática. Argentina atraviesa un momento crítico y cuesta ver una salida. Nosotros creemos que el único camino es el diálogo y el desarrollo.