*) Por Juan Pablo Carrique.
“Los argentinos hemos actuado durante mucho tiempo manejando frases y repitiéndolas sin someterlas a la crítica ni confrontarlas con los hechos”. Con esta afirmación, Rogelio Frigerio ilustraba la falta de rigor científico de los debates políticos del país. La frase pertenece a Las Condiciones de la Victoria, publicado en 1959, a poco de su vertiginosa salida del gobierno de Arturo Frondizi. La idea, sin embargo, puede aplicarse perfectamente a la actualidad. El libro, donde Frigerio esboza un sistema de interpretación científica de la realidad nacional para entender las causas del subdesarrollo y cómo actuar políticamente para modificar sus raíces, acaba de ser reeditado por la Red de Editoriales de Universidades Nacionales (REUN) con una esclarecedora presentación de Máximo Merchensky.
El filósofo Tomás Abraham afirmó recientemente, al ser consultado sobre la pertenencia ideológica del presidente, que “Macri no es ni neoliberal ni desarrollista, es lo que puede”. Si bien fue lo más comentado de la entrevista que le hizo Jorge Fernández Díaz —era el titular—, Abraham también dejó una crítica que recuerda a la frase de Frigerio sobre las frases repetidas: “Yo escucho a veces a la oposición diciendo: no hay un programa económico de crecimiento y desarrollo. Como si eso estuviera en algún cajón y como si el mismo que critica pudiera sacarlo y proponerlo”. La pregunta que debemos hacernos, por más dolorosa que sea, es si esta crítica le escapa al partido del desarrollo.
El desarrollismo debe afrontar un amplio debate de cara al futuro, pero es necesario que lo haga partiendo de una sincera autocrítica. La incapacidad como fuerza política de interpelar a la sociedad, a sus representantes y a sus dirigentes, para generar conciencia sobre la necesidad de recrear la coincidencia política en un conjunto de cuestiones centrales para el desarrollo del país explica por qué las banderas del desarrollo ya no le pertenecen. Por oportunismo o reivindicación histórica, parece que hoy nadie quiere desaprovechar la oportunidad de levantar las “las banderas” de Frondizi, aunque fueron vapuleadas por todo el arco político e intelectual durante su gobierno.
La reedición de Las Condiciones de la Victoria llega en un momento muy simbólico. Este no es un año más para los desarrollistas. El pasado 23 de febrero se cumplieron 60 años del triunfo del electoral que dio inicio al gobierno más exitoso, transformador y revolucionario de nuestro país. La publicación del libro es una invitación para que los desarrollistas nos miremos al espejo.
El desafío del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) es volver a convertirse en una fuerza política que gravite en el debate público, que se plantee los interrogantes más relevantes para el futuro del país y que lo llevaron a ser en algún momento un partido de cuadros. Es necesario que pueda convocar a todos los actores sociales, trabajadores, empresarios, corrientes ideologías y políticas asociaciones y fundaciones a debatir y construir con base en nuestro potencial productivo una nueva agenda para el desarrollo del siglo XXI.
Porque 60 años más tarde la realidad nacional y el contexto internacional cambiaron, pero nos seguimos planteando interrogantes como: ¿Cuáles son los principios básicos del desarrollismo hoy? ¿Es un anacronismo hablar del peronismo como el aliado histórico? ¿Cuál es la nueva relación entre innovación, capital humano, sistema educativo y pobreza estructural? ¿Qué condiciones debemos recrear para atraer inversiones? ¿Es necesario establecer rubros prioritarios? ¿Cuál es la nueva matriz posible para lograr el autoabastecimiento energético? ¿Cómo evolucionó la cuestión agraria? ¿Es la dicotomía gradualismo-ritmo válida en el contexto social actual? ¿Cuáles son las discusiones que debemos dar acerca del federalismo? ¿Es compatible el desarrollo con el cuidado del medio ambiente?
Nunca como ahora estuvimos ante una oportunidad histórica de repensar un proyecto nacional de desarrollo. Por dos razones. En primer lugar, la coyuntura política nacional nos presenta ante una novedad: la posibilidad de ocho años de gobierno no peronistas. Es una situación inédita que considero propicia para un gobierno de transformaciones estructurales profundas. Y por último, el desarrollo es aún una materia pendiente en nuestro país y sigue siendo el único camino para liberar a aquellos que están sufriendo todo tipo de injusticias. Una nueva realidad nos exige nuevos interrogantes. Y millones de argentinos necesitan que encontremos esas respuestas para darnos la nación que merecemos.